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Galván maquilla el SOS desesperado de Madrid

El presidente le niega un trofeo en la faena de interés y esfuerzo de Víctor Hernández en San Isidro
David Galván, en el cierre de faena al tercero
David Galván, en el cierre de faena al terceroGonzalo Pérez

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La primera baja de San Isidro llegó bien pasada la feria y, por suerte, no por una cogida sino porque José María Manzanares se ha visto obligado a parar por una neumonía vírica que le ha acabado parando en seco. En ese hueco ha sido David Galván, el torero que más ha impactado en todos estos días que llevamos de feria, que no son pocos.
La alegría nos duró poco. Un tercio para ser exactos porque el primero de El Cortijillo volvió a toriles tras ver en el palco el pañuelo verde. Flojo el toro. Era el de la confirmación de Víctor Hernández. San Isidro que no arranca. En el contador de milagros sí lo hizo y de lleno con el bis. Derribó en el caballo a Israel de Pedro y como está pasando estos días, lo logró por la parte delantera. Quedó a merced del toro. Ahí la palabra miedo se agarra al estómago y no te suelta. Por arte de magia, Juan Carlos Rey saltó al ruedo y, a pesar de que había muchos capotes, a cuerpo limpio le quitó al toro. Maravilla. El animal pasaba los cinco y medio y se le notaban. Era de Juan Manuel Criado y se lo pensaba antes de acudir. Hernández anduvo firme y sereno, que no era poco aunque el toro regalara un derrote en mitad del camino. Al natural se dejaba más, pero le faltó remate y alargó en exceso la faena. El mal de esta época.
Lo intentó todo, quizá sabiendo que las opciones iban a ser nulas. Los pases cambiados por la espalda y la quietud ante la incertidumbre del sexto. No se le podía pedir más (vendaval incluido).
Manseó sin disimulo el segundo. Cuánto quiso, pero teníamos la esperanza siendo el encaste que es, pero la perdimos pronto. Daniel Luque se puso, pero la ilusión fue un viaje al país de nunca jamás. Solo le quedó el arrimón, la seguridad y el aplomo en este San Isidro de mínimos. Sobrado está, pero más corto, mejor.
Tampoco dijo nada el cuarto, para aquí y para allá, mas sin esperarse en ningún momento un resquicio, una tanda que acariciara algo que se le pareciera a lo que habíamos visto en Sevilla, por ejemplo.
No fue casualidad lo de David Galván con un tercero que iba y venía desentendido. Fue faena diferente con ese punto de imprevisibilidad que atrapa, porque no sabes lo que va a ocurrir, pero sí que tiene entidad y más que probable corazón y belleza. Así vivimos cada paso, cada muletazo, soberbios los que remataba por abajo, como el final genuflexo. Entre una cosa y la otra pellizcos en una faena de búsqueda de quien se está haciendo, pero por un camino muy bueno. Es honesto y muy torero y el concepto ilusionante. Se cobró la estocada arriba después de irse derecho. Hubo petición mayoritaria, pero el palco no atendió y la vuelta de peso.
Midió el quinto, manso de salida, esperando a que alguien fuera a buscarlo y así hasta el tercio de muleta. ¡Qué corrida! No tenía dos embestidas iguales y ninguna buena, porque le costaba un mundo tener continuidad. Quiso Galván. En un desierto y al natural acabó por cogerle la medida, pero se hacía largo el trasteo.
Galván había maquillado un SOS desesperado. Nada pasa en Madrid que de verdad nos arrebate y llevamos demasiados días. Y avisos como si no hubiera mañana, para planteárselo.
Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de Alcurrucén y El Cortijillo, 1º y 2º. El 1º, sobrero de Juan Manuel Criado, noble y de poco fuelle; 2º, manso y deslucido; 3º, va y viene y sale desentendido; 4º, manso y soso; 5º, va y viene; 6º, deslucido. Lleno.
Daniel Luque, de verde hoja y oro, media arriba (saludos); pinchazo, estocada (silencio).
David Galván, de azul y oro, estocada corta, aviso (vuelta al ruedo); pinchazo, aviso, media (silencio).
Víctor Hernández, que confirma alternativa, de blanco y oro, pinchazo, aviso, estocada, descabello (saludos); estocada (saludos).