El espíritu sanferminero se incendia con Roca Rey y Tomás Rufo
Tres trofeos pasea el peruano; dos Tomás y uno Perera con una sólida faena de una bien presentada e interesante corrida de Fuente Ymbro en la sexta de Pamplona
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Perera celebra sus 20 años de alternativa y lo hace sobrado. No le pesan. Ni en Pamplona donde el toro sale imponente y el encierro es otro desafío que sumar a los muchos que supone San Fermín en sí. Ricardo Gallardo trajo a este ferión una corrida muy pareja e igualada que puso a los corredores a correr como si no hubiera un mañana a las ocho en punto. La cosa iba a ser breve y así fue. El encierro más veloz de todo lo que llevamos de San Fermín. También sacaron nobleza, la que ya habían mostrado en sus doce mañanas anteriores. Con esta hacíamos la doce más una. (Para no levantar suspicacias). Muy sólido anduvo ya Perera con un primero noblón, pero de poco fuste.
A Roca Rey le cantaron El Rey y la chica ye ye, que ya tenía mérito porque con el bochornazo que hacía la sensación que daba era la de caer como moscas. Y ahí estaban. A pesar del puñal de acero del toro se echó el capote a la espalda Roca. Era el comienzo de su declaración de intenciones que encajó a la perfección con Pamplona. Comienzo de rodillas en la distancia, volcánico porque el toro fue como un tren. Después tuvo nobleza el animal, a pesar de ello tomó la muleta sin ganas y saliendo de mitad de muletazo en adelante desentendido. Pero ahí Roca maneja la situación a las mil maravillas e hizo con el Fuente Ymbro lo que le dio la gana. Se lo pasó por detrás, cuando quiso, sorprendió, por aquí y por allá, y metió un espadazo con lo que estaba todo hecho y cuando caía el segundo, su primero, la plaza ya se había rendido y Roca Rey sumado una nueva Puerta Grande.
En una plaza de excesos que continuó con Tomás Rufo. De rodillas también se echó con el tercero, que tenía mucha prontitud y en la inercia tomaba muy bien el engaño, con repetición y ritmo. Después le faltaba empuje y vibración. Tomás Rufo puso toda la carne en el asador, cuando el toro se movía más, tendía a quedarse él por detrás, y los mejores pasajes los cuajó cuando el toro bajó revoluciones. La estocada, abajo, en los mismos medios, dio pie al trofeo. Perdón, a los trofeos, que fueron otros dos. Doble la puerta Grande en medio de la tómbola en la que se había convertido Pamplona.
Y en esas Perera hizo una faena muy seria, repleta de matices a un toro muy complicado. El fuenteymbro, además de reponer en los primeros compases de la faena, soltaba la cara. Tragó y limó las asperezas como el pedazo profesional que es, a pesar de que la gente no se enterara y de que no fuera el camino ni recto ni fácil para el triunfo. Solo le falla a este sólido torero que es, repleto de recursos y matices, los tiempos. Sonó el aviso antes de entrar a matar, pero resolvió después.
Noble fue el quinto con el que vimos la versión encimista de Roca Rey. Fue un cañón con la espada y paseó un trofeo aunque se le pidieron dos. El incendio sanferminero ya era imparable.
El sexto ni humillaba ni tenía poder, pero a Rufo se le vio más incómodo. Aun así lo intentó sin mucho éxito antes de irse a hombros entre el fervor blanco y rojo.
Miércoles 10 de julio de 2024. Plaza de toros de Pamplona. Sexta de San Fermín. Lleno de “No hay billetes”.
Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados. Primero noble y de escaso de poder, segundo noble y sin entrega, tercero pronto y con ritmo, cuarto complicado, quinto noblón, y sexto sin poder ni humillación.
Miguel Ángel Perera, de verde esmeralda y oro, estocada baja (saludos); y aviso, estocada (oreja).
Roca Rey, de burdeos y oro, estocada (dos orejas); y estocada (oreja).
Tomás Rufo, de azul marino y oro, estocada baja (dos orejas); y pinchazo, media, aviso, estocada, descabello (silencio).