Así ha sido la Puerta del Príncipe de Roca Rey en Sevilla
La torería de Pablo Aguado bajo la lluvia le vale un trofeo en el sexto
Creada:
Última actualización:
Era el día de marras: la tarde X a la hora Y. Con toda la presión que eso suponía y tal y como se había desarrollado del Feria de Abril desde que Ortega pisó el Lunes de Farolillos y pareció el acabose. La vida continuó con la eterna aspiración de que volviera a ocurrir algo parecido, algo que se le asemejara. El cartel puso el séptimo «No hay billetes» del serial y el resto estaba todo por ver. La magia de una plaza de toros .
«Tordillo» tuvo la cara de toro serio que no había tenido ningún ejemplar en toda la feria. Por fin el toro de Sevilla en Sevilla. Las cosas en su sitio en estos tiempos que no son fáciles para el campo. A Juan Ortega lo habían obligado a saludar. La faena del lunes las teníamos todavía en la retina, podemos hablar del alma. Quiso Ortega parar al toro despacio, pero el de Victoriano tenía los resortes de salida bruscos. Hubo que esperar. Los comienzos, andarle al toro, buscarle las vueltas, las que tenía por el derecho, donde el animal sacaba nobleza sin querer empujar y con irregularidad. Por el zurdo, ya en el prólogo, se metió por dentro y cuando llegó la hora de ponerse por ahí, el animal se quedaba corto, por suerte sin fuerza. Centrado Ortega, y suavón y torero cuando vio que nada se podía hacer le anduvo por la cara. No hay un tirón de más en su puesta en escena. Todo fluye.
No era una tarde cualquier para Roca Rey. No es cuestión de jugarse tanto o tan poco porque es una realidad que el peruano es el torero taquillero por excelencia. Otra cosa son los egos. Las vocaciones. La necesidad de colmarlas. Quizá por ello Andrés no dejó compás de espera y se echó de rodilla con el segundo para el comienzo de faena. Dos pases cambiados por la espalda. Lo suficiente para poner el corazón de la gente a funcionar. El toro tenía movilidad y repetición con ese punto de pegajoso, de no querer irse. Roca fue ordenándose él y las embestidas buscándose por los caminos de la templanza. Lo mejor fue una tanda zurda. Y ya confiado, recreándose, se metió en su territorio, dejando que el toro lamiera los muslos. Y ahí, en esa cercanía, lo cogió. Su vuelta fue hacer unas bernadinas ajustadas y acabar de reventar la Maestranza. Se fue tras la espada y cortó dos trofeos. Fue faena de pulsaciones, de su reino.
Regresamos al contrapunto con el tercero. Aguado y la capa. A la verónica. Precioso. En la media se quedó sin ella, pero pareció seguir toreando. Quitó Ortega por delantales, qué locura oiga, un desafío a la despaciosidad y una media eterna. A Pablo no le quedó otra que irse para el toro. Chicuelinas, no tan redondas, pera era bello todo lo que ocurría en la plaza y el toro tenía su carbón. Se dejó en la muleta, aunque le faltó ritmo. Aguado le buscó las vueltas y quiso en una faena sincera. Sin poder ni ritmo fue el cuarto, con el que poco pudo hacer Juan Ortega.
A Roca no se le podía escapar la Puerta del Príncipe y no ocurrió. Por estatuarios los comienzos a un toro que se desentendió pronto y atendía a razones cuando lo tocabas por el pitón de fuera (lo hacía a arreones y muy duro). Metido entre los pitones acabó de convencer el volcán venido del Perú y la Puerta del Príncipe fue suya camino del Guadalquivir. Antes de que todo esto pasara nos vino la lluvia y bajo ella una bonita faena de Pablo Aguado, aterciopelada, de robar los medios muletazos a ese sexto cuando en verdad la tarde ya se quería ir tras el fogonazo de Roca y la cadencia de Ortega. Pablo profanó sus resortes para creer en él, y poco a poco, sin prisa, de los medios viajes hizo faena de seda, porque compone con una belleza extraordinaria. Y eso no se olvida.
SEVILLA. Penúltima de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de la ganadería de Victoriano del Río y Toros de Cortés, 3º y 5º. El 1º, desfondado y de media arrancada por el zurdo; 2º, repetidor; 3º, desigual de ritmo;4º, descastado; 5º, desentendido y a arreones y duro; 6º, de medias arrancadas. Lleno de «No hay billetes».
Juan Ortega, de verde hoja y oro, estocada (palmas); estocada (palmas).
Roca Rey, de grana y oro, estocada (dos orejas); estocada (oreja).
Pablo Aguado, de catafalco y plata, pinchazo, estocada (saludos); estocada (oreja).