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"Hoy tengo algo que hacer": La ocupación sin límites ★★★☆☆

Una originalísima obra en la que vuelve a quedar patente la virtud de Rosal, poco frecuente en la literatura dramática, de hacer cognitivamente accesible el surrealismo
Luis Bermejo, en la Plaza de Oriente de Madrid, en una imagen promocional del espectáculo
Luis Bermejo, en la Plaza de Oriente de Madrid, en una imagen promocional del espectáculoLaura Ortega
La Razón

Madrid Creada:

Última actualización:

Autoría y dirección: Pablo Rosal. Reparto: Luis Bermejo. Teatro del Barrio, Madrid. Hasta el 30 de septiembre.
Después de haber trabajado juntos en ‘Los que hablan’, el actor Luis Bermejo y el dramaturgo Pablo Rosal vuelven a coincidir en un espectáculo dirigido por el segundo, en esta ocasión con formato de monólogo, que sirve para explotar las ingentes dotes cómicas del primero. ‘Hoy tengo algo que hacer’ es una originalísima obra en la que vuelve a quedar patente la virtud de Rosal, poco frecuente en la literatura dramática, de hacer cognitivamente accesible el surrealismo. Es un autor que sabe conectar esa realidad dislocada con un propósito racional y reflexivo más o menos obvio para cualquier espectador. Esto quiere decir que, a pesar la deliberada fractura en la lógica del discurso y de la deformación de la estructura dramática que presenta la obra, uno no necesita leer una tesis doctoral sobre la misma, ni siquiera una declaración de intenciones de su autor, para advertir, sentado en su butaca, una crítica acerada e inteligente -incluso osada en los tiempos que corren- a una forma de vida en la que dejar pasar el tiempo relajadamente, sin nada que hacer, salvo contemplar el mundo y quizá meditar sobre él, se ha convertido casi en el más atroz de los pecados. Con un lenguaje muy retórico, muy disparatado y muy irónico a la vez, Rosal se burla de esa necesidad –no sabemos si espuria- que tenemos hoy no ya solo de “producir”, en términos laborales, sino de hacer todo tipo de cosas sin descanso, en aras, supuestamente, de estar mejor preparados para la vida y gozar así de un mayor bienestar que, curiosamente, se aleja de nosotros a medida que nos acercamos a él.
Apostado en un banco de un parque, y en respuesta a una presunta pregunta que nadie en realidad ha oído formular, un tipo muy peculiar relata su afanosa actividad para encontrar algo que hacer como sea, lo cual constituye ya una aguda y grandísima paradoja. La obra es endiabladamente difícil de interpretar, tanto por los incontables vericuetos de su argumento como por la variedad de registros emocionales que exige su literatura. Desde luego, no creo que haya otro actor más capacitado que Luis Bermejo para llevarla a buen puerto; pero falta aún que actor y director trabajen más el ritmo y el tono para que la gamberrada desopilante se vea contrastada con otros momentos más poéticos y emotivos que el texto permite y que harían más rico y redondo el espectáculo.
  • Lo mejor: La obra es inteligente, divertida y permite ver en escena a un grandísimo actor.
  • Lo peor: Algunas escenas podrían y deberían estar más reposadas y más cargadas de emoción.