"La sociedad de la nieve", una avalancha de 12 Premios Goya
J. A. Bayona y "La sociedad de la nieve" arrasaron en los premios técnicos de los Goya, levantando hasta 12 estatuillas en total; Malena Alterio, Mejor Actriz y David Verdaguer, Mejor Actor
Para no ser nada de lidia, a nuestro Ministro de Cultura, Ernest Urtasun, pareciera gustarle bastante lo de apelar al espíritu del bombero-torero. Entre su abanicada propuesta de última hora, la de crear una unidad de prevención de violencias machistas en el cine, y la visita de una Sigourney Weaver que se rebozó en aplausos («Qué profundo honor estar aquí esta noche», dijo en un más que decente español), la 38ª. Edición de los Premios Goya llegó a Valladolid con un objetivo claro: decir que se acabó, que ya está bien de los abusos en el cine… siempre que tengan nombres y apellidos y no el suficiente poder como para esconder cadáveres bajo la alfombra. «Lamentable, lamentable», repetía José Sacristán -quizá el único que habló claro- todo el rato en la alfombra roja, aludiendo a las acusaciones sobre un Carlos Vermut con el que trabajó en «Magical Girl».
La alfombra, que se volvió rosa de tanto famoso irrelevante que se bajó en Pucela quitándole el sitio a los profesionales del sector, se convirtió en un preludio pirotécnico de lo que estaba por venir: una gala extremadamente política que sí, se sintió tan vacía de discurso y coherencia como siempre en vestidos de gala y peinados de ensueño, pero que no cejó en su empeño a través de tres frentes. El mencionado, de la violencia sexual, a través de los abanicos; el de la situación en Gaza, con pegatinas de combinación sandía; y el de la pelea histórica del cine español contra aquellos que les llaman «señoritos» y que ayer tomaron el rostro de Vox, asistiendo por primera vez a la ceremonia de manera oficial.
Para cuando nos quisimos poner a hablar de cine, desde el sofá de Los Javis y Ana Belén -que lo rondaron el sobresaliente, «La sociedad de la nieve” ya llevaba diez premios. Todos técnicos, entregados rápido y bien en la primera hora, pero todos de un mérito increíble teniendo en cuenta las duras condiciones en las que J. A. Bayona subió a su equipo a lo más alto de Sierra Nevada. A la sazón, Fotografía, Producción, Diseño de Sonido y hasta Mejor Actor Revelación, que fue a parar a un Matías Recalt que se acordó de su Argentina, «esa que está pasando por un momento tan delicado». Más bajito, pero sin que debiera pasar desapercibida, espetó su reivindicación el director Guillermo García López, ganador del Goya a Mejor Cortometraje por una película, que será largo, y que denuncia la falta de luz en la Cañada Real.
«Se acabó. El abuso de poder y la violencia contra las mujeres», explicó solemne la Vicepresidenta de la Academia, Susi Sánchez, antes de entregarle el premio a la Mejor Actriz Revelación a Janet Novás, por «O Corno», que dio uno de los discursos más emotivos de la noche aunque la musiquilla impertinente hiciera por interrumpirla. Después de que el sentido común se asentara, premiando a «La memoria infinita» y «Anatomía de una caída», en lo iberoamericano y lo europeo, respectivamente, nos fuimos -ya bostezando- a entregar los premios gordos.
Esa trascendencia empezó a notarse desde el premio a Ane Gabarain como Mejor Actriz de Reparto, por una «20.000 especies de abejas» que hasta entonces solo se había cantado una vez (Dirección Novel, para Estíbaliz Urresola), pero que ya no pararía de subir a lo más alto del escenario. Méndez-Leite, que se acordó de la recientemente fallecida Patricia Ferreira.
«Académicos. Me estáis mimando y me lo voy a creer», confesó entre lágrimas un Pablo Berger que ya había subido a recoger el Goya a la Mejor Película de Animación y que repitió con el premio a Mejor Guion Adaptado, toda una sorpresa compitiendo contra la omnipresente película de Bayona o «Un amor», de Isabel Coixet y basada en el súper ventas literario de Sara Mesa. De nuevo, cuando se trató de ir a buscar las ideas originales, el otro premio de Guion fue a parar a la colmena de Urresola, labrándose estatuila a estatuilla, celda a celda el honor de ser la segunda película más premiada de la noche, récord que en importancia y relevancia bien podría auparla hasta el primer puesto.
David Verdaguer, por «Saben Aquell» y Malena Alterio, por «Que nadie duerma», levantaron los Goya más obvios de la noche, por sus extraordinarias interpretaciones, antes de que nos fuéramos a ver quién era capaz de imponerse: el drama «indie» sobre lo trans o el «blockbuster» incontenible sobre la supervivencia. Bayona, a puro brío y emoción -beso incluido-, recogió el Goya a la Mejor Dirección, su cuarto galardón en esta categoría y solo el aperitivo a convertirse en la Mejor Película del año, con hasta 12 bien merecidos «cabezones», tercera en el ránking histórico.