Midori, afán preciosista con Jonathan Nott en Ibermúsica
Obras de Debussy, Stravinski y Sibelius. Midori, violín. Orchestre de la Suisse Romande. Jonathan Nott, director. Ibermúsica. Auditoria Nacional. 11 de febrero de 2025.


Creada:
Última actualización:
Acumulación de conciertos en el ciclo de Ibermúsica, demostrando su potencia con grandes orquestas y directores. En apenas un mes: Dudamel con la Orquesta Simón Bolívar, Mäkelä con el Concertgebouw, Lahav Shani con la Filarmónica de Munich y ahora Jonathan Nott con la Suisse Romande. Además, algunos de ellos en sesión doble.
Esta vez había más claros en el Auditorio Nacional, posiblemente debido al partido del Madrid, que se televisaba y es que muchos aficionados cultivan música y fútbol. El orden del programa pudo sorprender, con los apenas seis minutos de “Clair de lune” de Debussy para preludiar a “La consagración de la primavera” y, en la segunda parte, el “Concierto para violín en re menor Op.47” de Sibelius, de forma que la famosa solista Midori pudiese terminar con una propina. La lectura de la partitura de Stravinski que realizó Jonathan Nott, maestro de expresiva mano izquierda, suscitó muchos aplausos, muy lejos de aquel 29 de mayo de 1913 en los parisinos Campos Elíseos. “Una señora abofeteó a un señor que aplaudía”, contaron las crónicas. El mismo Stravinski nos dejó en sus “Crónicas de mi vida” que “Abandoné la sala cuando los primeros compases del preludio arrancaron risas y burlas. Tuve que agarrar de la camisa a Nijinski, quien, preso de la ira, trataba de lanzarse sobre el escenario para montar un escándalo”. Debussy pedía silencio, Saint-Saens ponía el grito en el cielo y el patio de butacas gritaba contra la orquesta. Sí, quizá por eso Nott empezó con Debussy antes de Stravinski. Versión correcta, cuadrada, de tempos vivos, con buen sonido de una orquesta dispuesta con los contrabajos a la izquierda, pero en la que faltó un cierto desmadre, al menos vibración y es que, cuando la música se vuelve intensa y frenética en “La danza del sacrificio”, hay que reflejar sus ritmos irregulares y esas disonancias que evocan un ritual primitivo y llevar la atmósfera hasta casi lo caótico para explotar en el crescendo salvaje del sacrificio ritual. Eso que hizo aullar al público parisino.
En los tiempos que vivimos, no está de más recordar que Sibelius nació súbdito ruso, pero el primer Gobierno finlandés de la historia, en 1904, le otorgó una ayuda anual para que pudiera dedicarse únicamente a la música. Aunque se formó en la tradición rusa y en la alemana, en su estilo influyeron mucho los avatares políticos. Tomó partido por el nacionalismo finlandés, siendo perseguido por la administración zarista, hasta abanderar el nacionalismo, lo que le proporcionó la consideración de gloria nacional finlandesa que hoy ostenta. Midori, artista que no venía con Ibermúsica desde 2002, se centró más en el “Concierto para violín” en lucir su excepcional técnica, inmaculada en los desafiantes saltos y dobles cuerdas, y el preciosismo que a la sensibilidad emocional de la partitura. Supo abordar los momentos líricos del segundo movimiento, a un punto de conmover, con pianísimos casi inaudibles, un sonido cálido y un fraseo delicado, pero quedó corta en el aliento sonoro en el tercer movimiento, siendo a veces apagadas por la orquesta. Ratificó ese afán virtuosístico en la propina, el preludio de la bachiana “Partita n. 3 para violín”