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Manuel Rivas: «El lenguaje machista es la antesala de la violencia física»

Coincidiendo con la publicación de «Detrás del cielo», su primera novela en casi una década, el escritor recibe el Premio Nacional de las Letras por «la solidez de una trayectoria versátil y coherente construida con la sensibilidad y la defensa de la memoria histórica, la responsabilidad social y la lengua gallega»
Manuel Rivas, Premio Nacional de las Letras Españolas 2024
Manuel Rivas, Premio Nacional de las Letras Españolas 2024Blanca MillezEFE

Madrid Creada:

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El Premio Nacional de las Letras ha sorprendido a Manuel Rivas en Sevilla. Estos días visita la ciudad andaluza con motivo de la promoción de su primera novela en los últimos diez años, «Detrás del cielo» (Alfaguara), un «noir» de descarnado y de extrema dureza sobre la depredación de los hombres. Arranca con una batida en un monte y seis cazadores dispuestos a matar a el Solitario, un jabalí albino al que vinculan una fama de criminal. Un argumento que le abre la posibilidad para ahondar en los peores aspectos de la condición humana.
El escritor ha recibido este reconocimiento por «la solidez de una trayectoria versátil y coherente construida con la sensibilidad y la defensa de la memoria histórica, la responsabilidad social y la lengua gallega», pero, también, porque «acompaña su activismo, con una pluma que, sin adoctrinamiento, agita conciencias, induce a la reflexión y estimula el pensamiento hacia la defensa de la pluralidad lingüística y cultural y hacia la igualdad de género. Manuel Rivas, con una voz poderosa y singular, crea literatura y, con ella, vuelve a situar la escritura gallega en el Olimpo de las Letras Nacionales».
«La imaginación no es una fuga de la realidad»Manuel Rivas
De esta manera se premia a un autor exigente con el lector, pero enormemente popular gracias a títulos como «¿Qué me quieres, amor?», colección de relatos que incluye «La lengua de las mariposas», o «El lápiz del carpintero». «Para mí el lugar de la imaginación es la realidad -comenta Manuel Rivas a este diario-. La imaginación para mí no es una fuga de la realidad, del mundo. Es lo contrario, es lo que te lleva abrazar el mundo. El valor de la literatura es que une los hemisferios del sentir y del pensar. Es un oficio del sentir y del pensar. Por eso es tan necesaria».
El jurado del Nacional de las Letras ha destacado su «responsabilidad social». Resulta que «Detrás del cielo» tiene mucho de eso.
Todo está tejido en el libro, como todo está tejido en el mundo. El primer compromiso del escritor es escribir, pero, como decía Miguel Torga, «no olvides que todo lo que escribas te va a comprometer». Como escritor, tienes que mantener las palabras vivas, porque sufren corrosión. Lo mismo que pasa con la naturaleza sucede con el lenguaje. En «Detrás del cielo» lo importante no es solo lo que se cuenta, sino también cómo se cuenta. Mi literatura siempre ha sido comprometida. Es la que me interesa. Incluso la «Ilíada», de Homero, puede interpretarse de esta manera porque es una reconstrucción de la memoria. «Detrás del cielo» es un libro perturbador. Lo escribí con la sensación de que, por una parte, describía el infierno terrenal, pero, por otra, la novela alude a un modo de resistencia que es el humor popular, que, para mí, es sinónimo de libertad. Esta obra es un viaje en profundidad al lado oscuro del hombre. En ese lado oscuro está el machismo, que es una argamasa de la excitación destructiva y que se manifiesta también a través del lenguaje que está en la atmósfera. Este lenguaje machista es déspota, imperativo y es la antesala de la violencia física. Lo que pavimenta este lenguaje es el odio, y por desgracia está presente en nuestra sociedad.
«No se puede escribir con miedo»Manuel Rivas
¿Desgaste de las palabras?
Hoy existe un desgaste de las palabras. Siempre ha habido manipulación del lenguaje. Me viene una frase terrible, de un fraile en los Andes, que ordenó cortar las orejas a un nativo. Un superior que se enteró le escribió una carta pidiendo explicaciones. La respuesta fue: «Es que no era dócil al imperio de mi voz». Por parte del poder déspota siempre se ha usado el lenguaje y se ha descabezado, también. Lo que pasa es que en esta época hay una aceleración. El sistema en el que vivimos podría resumirse en esta impaciencia que vivimos, en esta sociedad estresada. Nuestra sociedad es una suma de codicia y velocidad. La maquinaria actual es más potente y, por tanto, la contaminación del lenguaje es mucho mayor. Además de que está toda esta industria de la producción de mentiras, las Fake News, la realidad alternativa. Una cualidad de la literatura sería que equivale a una desextinción frente a una extinción. Me explico: ¿dónde está la palabra paz hoy habiendo tanta gente dedicada a la diplomacia? Pero vemos que, de repente, esta palabra desaparece del vocabulario. Como señalaba Kapuściński, la antesala de la guerra se nota en que cambia el vocabulario. Las palabras se van afilando y se van haciéndose más agresivas. Se convierten en un terror semántico.
La cacería de «Detrás del cielo» parece una metáfora de la guerra.
¿Verdad? Además, ese animal tiene nombre, lo que lo convierte en un ser mitológico. Para los cazadores es un enemigo público. La cacería es el proceso de cómo se transforma una cacería animal en una caería humana. En este libro hay una pugna constante entre la excitación destructiva y la constructiva. Vivimos una época en que campa más la destrucción, parece que dominan los discursos. Esta pulsión de la muerte y la creación está en nuestro interior. Para mí, la literatura es el espacio donde no puedes escribir con miedo. La literatura es una energía movida por la pulsión del deseo. Si falla este deseo, mueren las palabras.
«Lo que define al ser humano es la rebeldía ante la injusticia»Manuel Rivas
Vuelve el mundo que refleja en «La lengua de las mariposas»: sectarismo, enemigos del conocimiento...
Hay un síndrome inquietante, perturbador, diría, que es cuando el lenguaje se usa como pavimento que lleva al odio. Esta es una época de miedos. Hay una frase que me golpeó, sobre todo ahora, en estos tiempos, y que tenía presente al escribir este libro. Es de un jurista nazi, Carl Schmitt, que, por cierto, encontró refugio en España, y que decía: «Caín mata a Abel. Así comienza la historia del mundo». Parece, efectivamente, que es el relato que domina y que nuestra historia empieza con un crimen. Pero luego pensé que la historia de «Caín mata a Abel» es un cuento, y hay otro cuento anterior, el de Eva en el Paraíso, cuando ella come el fruto prohibido. ¿Por qué no puede ser ese el comienzo de nuestra historia, un fruto de rebeldía y de libertad? Pero, parece que el otro cuento hace más ruido.
Rebeldía y libertad...
Lo que define al ser humano es la rebeldía ante la injusticia. Lo que más me convence es no mirar hacia al otro lado, no suspender la conciencia y tener esta pulsión de rebelarse contra lo que no es justo.