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Julián Quirós: «La digitalización está sepultando el mundo de ayer»

En su poemario «Antes de que Google nos alcance» reflexiona sobre el olvido del pasado y de la memoria como consecuencia del mundo digital
Julián Quirós: «La digitalización está sepultando el mundo de ayer»
Julián Quirós, escritor y director del diario «ABC»David Jar
Javier Ors

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Julián Quirós ha articulado un poemario alrededor de esa impresión urgente y extendida de que un mundo queda atrás y otro nuevo se nos echa encima. El director de «ABC» publica «Antes de que Google nos alcance» (Reino de Cordelia), que es un libro oportuno que habla de la memoria, el pasado, la historia y cómo todos estos imperdibles que abrochaban nuestra cultura y orientaban nuestro futuro ahora corren el peligro de caer en el olvido. 
¿La época digital conlleva un borrado del pasado? ¿No es una paradoja cuando hay tanto conocimiento disponible?
Justo cuando existe una mayor expansión del conocimiento y un mayor acceso a él, lo que se está produciendo es un aplastamiento de la memoria y del pasado. Lo que me interesaba contar no es cómo ha cambiado el mundo, que siempre ha evolucionado con la tecnología, sino la novedad que ha traído consigo esta digitalización intensa, acelerada, porque la misma generación hemos vivido este cambio voraz en apenas 15 años, que está sepultando todo el mundo y la vida de ayer. No divide el mundo en uno de antes y otro de después, sino que, sencillamente, no está incorporando el de antes. Lo que está es enterrándolo. No sabemos si esto es gratuito o intencionado, creo que hay algo de todo, pero existe una voluntad clara de olvidar todo aquello de antes por parte de unas ideologías dominantes, como si lo de ayer no fuera aceptable o careciera de reputación, como si aquellas vidas del pasado no fueran mejores que estas. Pero pienso que eran unas vidas reales, dignas, lógicas de vivir y que estaban conformes con la condición humana. Empezamos a no recordar. Existe una reescritura de la realidad, que a mí me interesa mucho, porque es algo conectado con las ideologías totalitarias y el pensamiento dominante, como el régimen soviético, que borraba a líderes fundamentales de las fotos oficiales. Y eso pasaba ya hace ochenta años.
«Existe una reescritura de la realidad que
conectada con ideas totalitarias»
Julián Quirós
Y si se olvida el pasado...
El tema de este libro no es hacer una valoración positiva o negativa de las tecnologías. Es abordar el borrado que estamos presenciando y que es muy grave para todos nosotros. Es negarnos la experiencia de aquellos episodios, buenos malos o regulares, por los que hemos pasado. Ahora hay corrientes que dicen que esas experiencias no eran adecuadas de vivir, pero habrá que mantener esa memoria, aunque sea para criticarla. Para un periodista no es aceptable porque es una palanca de manipulación y sus consecuencias públicas pueden ser graves. Convencer a la gente que no pasó algunas de nuestras vivencias es terrible. Puede haber crítica al pasado, pero esto es un reseteado. Y no es aceptable. Debemos recordar el pasado, pero persuadirnos de que no era aceptable y que no sucedió es terrible.
Volver a cero.
Cuando pones la memoria a cero, te pueden decir las cosas que ocurrieron. La potencia de la tecnología digital en este punto es brutal. No es denostar la tecnología, pero sí reconocer su potencia y el peligro de que esté descontrolada. Un coche te permite desplazarte, te da un sentido de la libertad, pero a 180 kilómetros por hora es un arma de matar. Con la tecnología sucede lo mismo. Esa digitalización aliada con un discurso dominante y el poder tiene un efecto claro sobre sociedades. Este es el miedo que tenemos. Y eso que, cuando escribía estos poemas, no había eclosionado aún la inteligencia artificial. Disfrutamos de la tecnología, pero tenemos que ser conscientes de su potencial. Y recordar esa vida analógica anterior, de hace apenas quince o veinte años, y que no sea olvidada ni sepultada.
«Se pensaba que las redes mejorarían la conversación pública pero ha sucedido todo lo contrario»Julián Quirós
¿Cómo afecta la desmemoria y la falta de tangibilidades?
Los experimentos en ese sentido han sido peligrosos. Ha habido intentos de controlar la sociedad por parte de dictaduras de derecha, pero, sobre todo, de izquierdas. Las primeras anhelaban solo el poder, pero las segundas han tenido una voluntad de moldear las sociedades y modelar las conciencias. Y, sobre lo otro... Si no existen elementos físicos que te conecten con tu ayer, cuando no quedan esos elementos, también hay una desmemoria. Me ha llamado la atención, durante la Dana, cómo muchos damnificados, después de perder sus enseres, sus televisores, sus muebles, necesitaban agarrarse a cosas: fotos antiguas, carpetas con documentos antiguos familiares... porque estas cosas te ayudan a enlazar con tus abuelos, tus padres. Ante la tragedia se agarraban a estos elementos que les ponían en contacto con su pasado... y que, por supuesto, dan sentido a sus vidas a lo largo del tiempo.
En un poema alude a que antes se crecía rápido pero siempre por detrás de los padres.
Esto es esencial en la gran transmisión del conocimiento. En las vidas comunes, en las tribus, las comunidades, la transmisión ha sido oral. Desde que empezaron a existir los homínidos, unos contaban y otros escuchaban. Los mayores relataban. Eso ha pervivido hasta nuestra generación. Es un recuerdo personal de todos. Las batallitas de los abuelos. Lo hemos vivido todos. Esta traslación de la información y de ciertas claves compartidas eran cruciales, pero con la digitalización eso ha cambiado, porque ahora el saber los buscamos en las pantallas, los algoritmos o la IA. Antes preguntábamos a los abuelos, porque acumulaban este saber compartido. Eso está cuestionado. Los jóvenes, cuando quieren saber algo, se fían más de alguien de su edad. No queda el impulso de dirigirte a generaciones mayores. Desconozco el motivo. ¿Un efecto de las redes? La capacidad de prescripción de los jóvenes es entre sus generaciones. Esto es así. No sé si es mejor o peor, pero lo ha traído la digitalización.
En «Del mundo digital» reflexiona sobre juicio en las redes.
Recuerdo que una noche llegué a casa después una polémica y lo escribí. Había enormes esperanzas puestas en las redes sociales como mecanismos de democratización y civilización. Se pensaba que podrían ayudarnos a hacernos mejor en la conversación publica y a ahondar en un mayor entendimiento del contrario, pero en el debate de las ideas ha pasado todo lo contrario. Solo se ha conseguido una polarización y es complejo establecer conversaciones ahí. Aunque es cierto que eso brinda la posibilidad a los medios de preservar el espacio de los foros abiertos. Se pensaba que las redes iban a sustituirnos, pero con esa degradación nos dejan huecos para la reflexión dentro de unas reglas y un orden, y que la conversación pública no sea tan desaforada y salvaje.

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