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¿Por qué decimos 'poner a parir' cuando hablamos mal de otra persona?

Esta expresión popular se utiliza hoy en día, pero su origen se remonta a  muchos siglos atrás
¿Por qué decimos 'poner a parir' cuando hablamos mal de otra persona?
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Carlos Olmo
  • Carlos Olmo López (Ávila, 2000) estudió comunicación audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos siguiendo su vocación por la escritura. Inició su carrera profesional en Radio Adaja, aunque también ha trabajado en el mundo del espectáculo y en pódcast. En la actualidad, colabora con La Razón

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Cualquier buen observador, sin la necesidad de ser sociólogo ni antropólogo, podría decir de los humanos que somos una especie bastante ‘cotilla’, por norma general. Hay quien se refiere a esta cualidad como ‘curiosidad’, pero eso sería caer en eufemismos: hablamos del afán por comentar sobre la vida de los demás, y más aún si es para criticarla.
Los usos sociales hacen al lenguaje y no al revés, como tanta gente cree. De las costumbres, rutinas y saberes cotidianos acaba por generarse una lengua tan rica como la nuestra. Basta con fijarse en las muchas formas de las que disponemos en español para referirnos al acto de criticar o hablar de los demás para dar cuenta de nuestras prácticas.
Dos chicas cotilleando
Dos chicas cotilleando
‘Poner a caldo’, ‘hablar a las espaldas’, ‘despotricar’, ‘echar pestes’, ‘despedazar con comentarios’, etc. Estas son solo algunas de las muy distintas maneras de decirlo. Sin embargo, en el día de hoy hablaremos acerca de otra de ellas cuyo origen es muy antiguo y, sin ninguna duda, la mar de curioso.

¿Por qué decimos 'poner a parir' cuando hablamos mal de otra persona?

En español utilizamos la frase coloquial “poner a parir” para referirnos, principalmente, a la acción de criticar severamente a alguien, insultar o regañar de forma intensa. El origen de esta expresión tiene varias interpretaciones posibles, aunque una de las más aceptadas contiene un matiz histórico interesante que explora el contexto cultural de la antigua Esparta.
El historiador y geógrafo griego Heródoto de Halicarnaso, considerado por muchos como el padre de la historia occidental, es quien podría estar detrás de esta expresión. En su obra ‘Historias’, Heródoto detalla diversas prácticas y costumbres de las diferentes civilizaciones que conoció, y entre ellas describe a los espartanos como un pueblo muy centrado en la formación física, la disciplina y la dureza.
Una de las costumbres espartanas que ha llegado hasta nosotros es la cruel y exigente educación que recibían tanto los niños como las mujeres. En el caso de las espartanas, el historiador relata que, para asegurar que sus descendientes fueran fuertes y resistentes, se las educaba también en una vida de dureza.
A pesar de que el énfasis se ponía siempre en los varones, que pasaban por un sistema de entrenamiento militar extremadamente riguroso desde temprana edad, las mujeres también tenían su papel crucial en la sociedad Como han interpretado algunos estudiosos, las mujeres espartanas embarazadas eran sometidas a ciertos estrés emocional y físico con el objetivo de fortalecerlas para que pudieran parir hijos sanos y fuertes.
Una de las técnicas para inducir este estrés sería, según algunos relatos, el de insultar o humillar a las mujeres durante el embarazo. Los espartanos creían que este tratamiento "duro" ayudaba a que las mujeres soportaran mejor el dolor del parto y, por extensión, a que los niños nacieran fuertes.
La frase "poner a parir", que en la actualidad se refiere a regañar duramente o insultar, podría derivarse de esta idea de que las mujeres embarazadas eran ‘puestas a parir’ de forma figurada, al ser sometidas a una especie de prueba de resistencia emocional. En este sentido, la expresión toma una dimensión más allá del simple acto físico del parto, asociándose con la idea de sufrimiento o dureza, algo que se transferiría a la forma en que se critica a alguien con gran severidad.
Otras interpretaciones sugieren, aunque no está del todo contrastado, que en la antigua Esparta, trataban de provocarle el parto a las mujeres embarazadas de nueve meses. Para ello, una comitiva acudía al hogar de la mujer para discutir duramente y hacer que entrase en cólera, lo que muchas veces provocaba que la embarazada rompiese aguas.
Con el paso del tiempo, "poner a parir" pasó de tener un sentido literal relacionado con el parto y las costumbres espartanas, a convertirse en una expresión figurada del lenguaje cotidiano. Así, ha venido a significar insultar con vehemencia o criticar duramente a alguien, como si esa persona estuviera siendo sometida al mismo sufrimiento que se experimenta en un parto muy doloroso.