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Crítica de "Los últimos románticos": un tren bajo la lluvia ★★★ 1/2

Director: David Pérez Sañudo. Guion: David P. Sañudo, Marina Parés (Novela: Txani Rodríguez). Intérpretes: Miren Gaztañaga, Maica Barroso, Erik Probanza. España, 2024. Duración: 102 minutos. Drama.
Un fotograma de "Los últimos románticos"
Un fotograma de "Los últimos románticos"Imdb
La Razón

Madrid Creada:

Última actualización:

En la tercera acepción del diccionario, la RAE define el término «romántico/a» como alguien «sentimental, generoso y soñador». Qué mejor manera para definir a Irune (una espléndida y conmovedora Miren Gaztañaga), mujer solitaria, insegura, medio hipocondríaca, que está enamorada de un operador de Renfe a quien, por teléfono, le pide horarios de viajes a distintas ciudades aunque nunca compra ningún billete. 
Irune trabaja en una fábrica de celulosa situada en las afueras de un pueblo industrial en Álava, le gusta la papiroflexia, sobre todo, hacer rosas de papel para la tumba de su madre, y apenas tiene vida social. Los compañeros de trabajo, una vecina con la que comparte algo parecido a una amistad mientras hacen aerobic con Eva Nasarre en la televisión vía DVD... Pero la perentoria estabilidad de la protagonista se desvanece de golpe cuando descubre un bulto en uno de sus senos y, en medio de un conflicto laboral que provoca huelgas y despidos, ella se quiere implicar. 
Hay mucho de los hermanos Dardenne detrás de la segunda película dirigida por el veterano cortometrajista David P. Sañudo (debutó en 2020 con la no menos estimable «Ane»), mucho roce con el documental, con el cine a pie de calle, aunque la película posea asimismo ciertos instantes de naturaleza fantástica. Y hay también tristeza, nostalgia y un cierre, sin embargo, esperanzador. Porque Irune ha decidido, por fin, subir al vagón. Y no, como decía Neruda, no hay nada más triste en el mundo que un tren inmóvil en la lluvia.
Lo mejor:
Miren Gaztañaga, espléndida como esta mujer quebradiza, insegura y solitaria
Lo peor:
Habrá espectadores a quienes no le gusten tanto las historias con finales «inacabados»