Crítica de "Dream Scenario": Cage, el tipo de mis sueños ★★★ 1/2
Dirección y guion: Kristoffer Borgli. Intérpretes: Nicolas Cage, Julianne Nicholson, Michael Cera, Tim Meadows, Dylan Gelula y Dylan Baker. Música: Owen Pallett. EE.UU, 2023. Duración: 100 minutos. Comedia de terror.
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Parece que lo único destacable que ha hecho en su vida el biólogo Paul Matthews es acuñar el término “anteligencia”, que designa, en particular, la inteligencia de las hormigas y, en general, la tendencia natural de los organismos a organizarse en comunidades. Todo lo demás es gris: su parka, su barba, sus clases en la universidad, su matrimonio, su tono de voz, y su incapacidad para hacer relevante una investigación que ha sido plagiada antes de ser publicada. Su forma de adaptarse a la comunidad ha sido la invisibilidad.
En una sociedad que exige que sus individuos evolucionen haciéndose visibles, Paul empieza a aparecerse en los sueños de los demás como un sujeto pasivo, como el famoso meme de #ConfusedTravolta. Es una idea brillante, la de “Dream Scenario”, sobre todo porque Nicolas Cage parece recuperar a su personaje de “Adaptation” (las sombras de Charlie Kaufman y Spike Jonze son alargadas) para duplicar la naturaleza viral del simulacro, y entonces la película del noruego Kristoffer Borgli -que se revela como una operación de cirugía estética de su anterior filme, la agresiva “Sick of Myself”- no solo habla de la dictadura de lo comunitario sino también se presenta como extraño ejercicio metacinematográfico alrededor de la mochila de sentidos que carga a sus espaldas un actor icónico.
Si, como comentario sobre la celebridad efímera en la era de las redes sociales y la cultura de la cancelación, la película puede resultar un tanto obvia, no lo es tanto si la pensamos como pesadilla kafkiana sobre la identidad en un mundo profiláctico, donde incluso los sueños han de servir como territorio esponsorizado para limar las aristas de la disidencia. Borgli representa el universo onírico donde Paul logra colarse contra su voluntad con la misma distancia irónica con que filma su mundo cotidiano, sugiriendo que, tal vez, poco importa si soñamos o no, si somos grises o no, si tenemos muchos seguidores o no, porque la realidad nos convierte en memes, en avatares protagonistas de nuestro perpetuo desencanto.
Lo mejor: la primera mitad es muy ingeniosa y saca buen partido de una premisa brillante
Lo peor: que baja el listón cuando participa de la crítica a la cultura de la cancelación