Verónica Echegui: «Me he dado cuenta de que no quiero ser madre»
«He utilizado más de lo necesario mi mente. Lo que más feliz me hace es sentir»
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Durante la sesión de fotos está seria. Si no se siente cómoda en alguna postura, no duda en decirlo, y repasa en la pequeña pantalla de la cámara los resultados. Estamos en un parque de Madrid; si el termómetro marcase un grado más, podríamos desvanecernos. Tras las fotos, entramos los dos solos en un súper y nos hacemos con un par de botellas de agua que insisto en pagar yo. Luego buscamos un banco, pero acabamos sentados en un murete de una calle solitaria, lejos de sus asistentes de prensa. Verónica protagoniza «Justicia artificial», una película que advierte sobre los peligros de la IA y que se estrena el 13 de septiembre. En cuanto empezamos a hablar, la gravedad abandona su rostro y la actriz se relaja. Siento que estamos interpretando una entrevista periodística en un set de rodaje. 3, 2, 1, cámara… ¡Acción!
En «Justicia artificial» encarna a una jueza idealista que se enfrenta a una todopoderosa empresa de IA. Además, se tortura por no poder ser madre. ¿Ha sido esa jueza? No recuerdo que sonría en un solo plano.
Ja, ja. Creo que sonrío en un plano. ¿He sido esa jueza? Algunos días más que otros, porque reconozco que no es un personaje que me resultase cercano. Era un carácter que no había interpretado antes y me era extraño. Pero me puse a ello y hubo días en los que me sentí a gusto, aunque otros me sentía incómoda.
Tiene fama de prepararse sus papeles a fondo. De ser muy Robert de Niro.
Ja, ja, ja. Robert de Niro… No soy muy de Stanislavski, aunque he estudiado y experimentado con ello. Pero psicodramatizar no es lo que más me ayuda. No soy 24 horas un personaje. Lo he hecho, pero ahora mismo no. He encontrado otras metodologías y lo veo más como un traje que me pongo y me quito. Lo vivo más desde el lado lúdico.
¿Le inquieta hacia dónde puede llevarnos la IA? Sólo en el plano artístico: se podrán crear actores y escribir libros (esto ya se hace). Podría sustituir al artista, extinguirlo.
Y a la raza humana. Respecto a mi trabajo, la gente vería algo artificial, falso. ¿Dónde está ahí la belleza de la imperfección humana? Me gusta ver los aciertos y los errores de los actores… Sí, las grietas. Y cuando tocan la tecla de la emoción y te conmueven… Eso sólo lo puede hacer un humano. Pero si se trata de codicia y poder, no hay límite.
Ha rodado veintitantas películas, pero la primera, «Yo soy la Juani», sigue viva por la naturalidad que usted tenía, la potencia de la historia, la mirada del director. ¿Ha acabado un poco harta?
No, nunca. Más allá del reconocimiento que tuvo, conocer a Bigas Luna fue un descubrimiento total. Lo visionario y buena persona que era… Me entendía muy bien con él. Me dio muchos ejemplos y referencias creativas. Nunca me trató desde la superioridad. Me sentí con él de igual a igual, y eso que yo era joven y mujer. Fue un privilegio comenzar en esto con Bigas, porque confió mucho en mí sin conocerme.
Creo que no tiene ningún contacto con Dani Martín, su pareja en esa película.
No. Pero si nos encontramos nos saludamos, ¿eh?, todo está bien. Y en aquel rodaje fue todo perfecto con él.
No ha trabajado con Almodóvar. ¿Es una asignatura pendiente para cualquier actriz española?
Sí, sí lo es. Para mí es un artista. Como Bigas. Me gusta su universo, tiene un lenguaje único. Esos son los directores que me interesan.
¿Por qué cree que ha elegido a Penélope Cruz como musa?
Porque Penélope Cruz es muy carismática y es una gran actriz. Y supongo que se habrán entendido muy bien. Aquí también existe la cuestión de la química.
Luis Zahera me dijo que se sentía incompleto por no ser padre, algo que también declaró Almodóvar. Dani Martín me confesó que tuvo esa sensación, pero que ya se le había pasado. ¿Cuál es su caso? ¿La maternidad no es para usted?
Me he dado cuenta de que no quiero ser madre. Es una decisión. Mi llamada ha ido más por la adopción o la acogida. No entiendo qué evento en mi vida me ha llevado a eso, pero nunca he sentido la llamada de quedarme embarazada. Pero me encantan los niños, los adoro, y los de mis amigos más.
Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Señora Echegui: ¿tiene fuego?
Tengo fuego, sí, ja, ja. ¡En las venas! Pero creía que era más visceral y me he dado cuenta de que he utilizado más de lo necesario mi mente. La mayoría de los pensamientos que tengo no son buenos. Soy más feliz cuanto menos pienso. Lo que más feliz me hace es sentir. Cuanto más siento, más libre soy, y estoy más tranquila.