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Gemma Blasco: «La violencia sexual es transversal a cualquier cultura»

La joven directora presenta en Málaga «La Furia», un desgarrador relato sobre la violencia hacia las mujeres
Gemma Blasco: «La violencia sexual es transversal a cualquier cultura»
Àlex Monner, Gemma Blasco (centro) y Ángela CervantesEFE
Fran Cárceles
  • Fran Cárceles (1995) es graduado en periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster en Periodismo de Televisión por la Universidad Nebrija de Madrid. Se considera "amante de la comunicación" en todos sus ámbitos y se encuentra en constante formación. Inició su carrera en El Correo de Andalucía, ha sido redactor de Economía de Antena 3 Noticias y desde 2019 ejerce de redactor en la delegación andaluza de La Razón en Sevilla y Málaga.

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No es una película fácil, ni pretende serlo porque la vida tampoco lo es, mucho menos cuando otros te la destrozan. Desde los primeros minutos, la joven directora Gemma Blasco empuja al espectador a un territorio terriblemente incómodo, oscuro, casi asfixiante. Se adentra sin concesiones en la violencia sexual desde las entrañas mismas del trauma en una película que, directamente, muestra la realidad detrás de una violación. No hay superación aquí; hay una herida abierta. «La película es oscura, incómoda, porque esto es así; que te violen es así», señala Blasco en una entrevista a LA RAZÓN, dejando claro desde el inicio que su intención jamás fue suavizar o romantizar el dolor, sino mostrar con honestidad absoluta «la oscuridad del proceso traumático». 
Tras pasar hace pocos días con éxito por el Festival South by Southwest de Austin, en Estados Unidos, «La furia» llega ahora al Festival de Málaga para competir en su sección oficial. La directora barcelonesa ofrece una narración desgarradora y brutalmente física, en la que muestra el cuerpo como un espacio al mismo tiempo de violencia y resistencia.
La trama sigue a Alexandra, interpretada por Ángela Cervantes, una joven actriz que, tras ser violada en una fiesta de Nochevieja, busca refugio en su hermano Adrián, encarnado por Àlex Monner. Sin embargo, la reacción de Adrián, consumido por la rabia, los aleja, y Alexandra canaliza su dolor a través del teatro, interpretando al vengativo personaje de Medea. Todo ello tiene lugar en un ambiente «urbano» en el que «pasan mil cosas al mismo tiempo» y, de forma intercalada, en un pueblo con tradición de matanza que le sirve a la directora «como metáfora visual, formal y conceptual» para mostrar el tránsito emocional y físico de Alexandra desde un rechazo inicial hacia su violación hasta enfrentarse directamente a ella. En este sentido, el recurso de los espacios y las velocidades lo maneja bien. Hay un fragmento clave en la película que ya desde el principio transcurre sin diálogos, con una interpretación brillante de Ángela Cervantes, durante siete minutos (aunque la sensación es de uno), donde se retrata el shock posterior a la agresión. Se trata de una «frenada de ritmo» en la narrativa que la joven directora explica así: «La película empieza a doscientos por hora por la carretera y llega un momento que un conflicto externo, por decirlo de alguna manera, te frena en medio de la autopista». Blasco añade que en esa secuencia quisieron transmitir lo que «sucede por dentro», pero sin retratar ese shock como algo exagerado, porque «precisamente el shock, a veces, es una cosa como mucho más calmada de lo que parece».
Respecto a la inquietud de debutar en el largometraje de ficción con esta temática, Blasco confiesa que está relacionada con su vida y entorno más cercano. «Yo he vivido violencia sexual» advierte, para explicar después que «tenía la sensación de que no había ninguna película que me representara totalmente». En este contexto, bajo el pretexto de «no ser un panfleto político ni romantizar a las víctimas», la directora necesitaba narrar esta situación desde «un lugar con más garra y visceralidad», un reto a nivel profesional en el que no quería «que se diluyera nada durante el rodaje» porque es un relato que ha estado «durante años» en su cabeza. Asimismo, puntualiza que su intención no era «hacer espectáculo de la incomodidad, sino usarla como mecanismo formal para ahondar en la violencia sexual, que obviamente es incómoda».
En esa búsqueda consciente por «desgranar el proceso traumático», Blasco, que tuvo claro que Ángela Cervantes tenía que ser la protagonista, subraya que desde el principio sabían que la película tenía que trabajar desde «la expresividad de lo físico» tanto en la relación de Alexandra consigo misma como «con los demás personajes», ya que que constantemente «se tocan, se buscan o se rehúyen, pero tienen esa conexión física», detalla la barcelonesa. Además, el filme no solo se reduce a la violencia física, sino que amplía el discurso hacia otros tipos de violencias. La película muestra cómo, tras una violación, la víctima se enfrenta a la duda, la culpabilidad y la vergüenza desde su ambiente más cercano hasta las propias instituciones.
Preguntada por la proyección internacional del filme, Blasco concluye que «la violencia sexual» o de cualquier otro tipo contra las mujeres «es, desgraciadamente, universal y transversal a cualquier clase social o cultural». Por eso, aunque insiste en que no busca transmitir «una moraleja», sí quiere que el espectador pueda hacer «una relectura» que le permita «empatizar mejor con las víctimas y que se entienda qué nos sucede por dentro cuando nos agreden».

Las cineastas lideran en el ecuador del festival

Además de «La Furia» de Gemma Blasco, las mujeres cineastas siguieron arrasando en el certamen con «Sugar Island» de Johanné Gómez, una cinta que retrata la realidad más desconocida de República Dominicana desde una perspectiva feminista y anticolonialista y «Todo lo que no sé», ópera prima de Ana Lambarri, una historia llena de matices y atípica sobre la ambición, el cambio y la ruptura de expectativas de género. Además, fuera de concurso, destacó la proyección de «Pequeños Calvarios», el debut en la ficción de Javier Polo, una comedia negra protagonizada por Andrea Duro, Arturo Valls y Enrique Arce. En las secciones paralelas, sobresalió «Olivia & las nubes» de Iván Morales, presentada en Zonazine.

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