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De censuras y calzoncillos: Landa sí pero La Mandanga Producciones no

El ayuntamiento de Quintanar de la Orden, gobernado por PP y Vox, retira de la programación prevista la obra de teatro "Qué difícil es"
Los actores de la obra censurada en Quintanar de la Orden, «Qué difícil es», con el torso desnudo
Los actores de la obra censurada en Quintanar de la Orden, «Qué difícil es», con el torso desnudoLa Razón

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Aliándonos con las licencias especulativas de lo fabulado, no sabemos cuántos pezones masculinos ha podido ver María del Carmen Vallejo a lo largo de su vida sin claudicar ante la tentación de taparse abochornada los ojos encomendándose a la fila de santos más cercana o cuántos torsos desnudos viriles ha contemplado sin un inesperado desencaje de mandíbula, pero por los últimos acontecimientos protagonizados por la concejala de Cultura del PP en el municipio toledano de Quintanar de la Orden dentro de las fronteras morales difuminadas de esta patria contradictoria y mojigata con complejo regresivo llamada España, intuimos que entre pocos y ninguno. «Aparecen los actores en ropa interior y pensaba que podían escandalizar al público», declaró Vallejo para justificar –además de la absurda evangelización de la mirada ajena– la retirada de la obra de teatro «Qué difícil es», programada para el próximo 27 de enero.
Con la misma intensidad que el fuego que parece faltarle a la concejala, las consecuencias de esta polémica decisión se extendieron por redes sociales llegando hasta el actual Ministerio de Cultura y más concretamente a la boca del nuevo ministro Ernest Urtasun, quien (se lo pusieron en bandeja) se encargó de advertir que habrá una absoluta contundencia a la hora de tratar casos de censura como estos, catalogados por él mismo de «deleznables».
¡Ay!. Cómo debe estar el patio de las moralinas y los recatamientos, de los señalamientos institucionales y los miedos heredados, para que nos escandalicemos ahora por el pecho descubierto de unos jóvenes intérpretes mientras nos alejamos de la espontaneidad con la que toda España aplaudía en reverencial hermanamiento las tetas de Susana Estrada y nos acercamos sin excepción de peligro a la temperatura social reinante en los violentos abucheos sufridos por parte de Victoria Vera en el año 75 tras convertirse en la primera actriz en mostrar un pecho sobre el escenario durante la representación de la obra «¿Por qué corres, Ulises?», de Antonio Gala.
Parecía lógico pensar que esta cosa umbraliana de la erótica de la piel, la voluntad natural de los cuerpos y la exposición libérrima de los mismos dentro del arte ya estaba superado, pero según las compañías Los 90 Producen y La Mandanga Producciones, el Ayuntamiento de Quintanar les comunicó hace tan solo unos días que la obra quedaba directamente «cancelada». «Ocurre en un camerino mientras los personajes se están cambiando. Evidentemente, aparecen en ropa interior. Si la obra ocurriese en un ruedo, estarían vestidos de luces», condenaban los integrantes.
¿Nos escandalizamos en pleno 2023 al ver a un grupo de actores objetivamente esbeltos en calzoncillos encima de un escenario y no pasaba absolutamente nada en la década de los setenta cuando el espectador de la recién inaugurada contracultura asistía impertérrito desde el sofá de su casa al exhibicionismo ibérico -e innecesario desde el punto de vista de la salud ocular- de un Alfredo Landa paseándose en ropa interior mientras los hombres de la época se preguntaban por qué no podían ligar ellos también con las suecas? ¿Cómo vamos a censurar la perfecta armonía anatómica de los chicos de Los 90 Producen y La Mandanga Producciones sin haber detenido en su momento con carácter de urgencia a Landa por apropiación indebida de forestación amazónica corporal? Si tampoco pedimos tanto como la señora Vallejo. Mientras estén limpios los calzoncillos, nos conformamos.