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Carlos Ares: "En mi relación abierta no he tenido celos ni una sola vez"

El autor de "Peregrino", uno de los discos revelación del año pasado, ultima las canciones de su próximo trabajo y aborda en esta charla sus obsesiones
Carlos Ares: "En mi relación abierta no he tenido celos ni una sola vez"
El músico Carlos AresDAVID JAR
Javier Menéndez Flores
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

Madrid Creada:

Última actualización:

Con su segundo disco, «Peregrino», el coruñés Carlos Ares se ha convertido en un objeto de deseo cuyo club de fans crece cada semana. No hay en ese trabajo, en el que conviven pop, folk, rap y electrónica, ni un solo gramo de aquello que ofrecía en su ópera prima, titulada con su nombre y la cual contenía cinco canciones de pop electrónico inequívocamente comercial, y en donde su imagen era también muy distinta, demasiado almibarada. 
¿Qué ha sucedido en el trayecto que separa esos dos discos, en estos siete años? «Nunca he renegado de ese primer disco –afirma el músico– porque me parece que fue necesario, pero sí es cierto que es un trabajo que pensé demasiado. En esa época quería agradar a muchas personas y tenía demasiados complejos e inseguridades, y esa recopilación de canciones fueron las elegidas entre un abanico bastante amplio de temas que compuse entre los 15 y los 18 años. Yo escribía sobre el amor y el desamor, pero no sabía muy bien lo que era y el resultado es un EP que, a día de hoy, está vacío; no me emociona escucharlo porque las canciones son frías, superficiales. Me preguntas –prosigue– qué es lo que ha pasado entre estos dos discos. Aquel primer disco no es que fuese traumático, pero me impactó tanto que luego mi cuerpo buscó, naturalmente, todo lo contrario: crear desde la libertad, ser experimental, cosa que se me prohibió desde un principio porque querían que siguiese unas fórmulas, que fuese un producto. Hasta el punto de querer condicionar también mi estética, mi imagen. Mi estética de ahora fue la manera de convertir la comodidad en un propósito artístico. Y el resultado de “Peregrino” es mi naturaleza al noventa y muchos por ciento. Lo creé sin pensar en nada más que en lo que me iba a hacer feliz y en la música con la que yo soñaba. Igual que con los mensajes –explica–. Quise ser libre, transparente, a la hora de decir las cosas y no tener miedo, viniendo de una familia monógama y católica en la que no estaba acostumbrado a comunicarme, a hablar sobre amor, sexo y determinadas cosas que son lo más natural y salvaje. Eran conversaciones pendientes que no tuve con algunas personas y les quise mandar un mensaje». 
Carlos se resiste a etiquetar lo que hace: «Está claro que los adjetivos sirven para entender lo que algo es, pero me esfuerzo por trabajar en la música de manera genuina, creativa, innovadora. Sé que no estoy inventando nada, que seguramente hay otros artistas en el mundo que han hecho cosas similares a lo que yo hago, y por supuesto que tengo influencias. Pero trato de ser genuino y de que no se me asocie a nada. Sobre todo, no quiero formar parte de ninguna moda ni movimiento que acorte la longevidad de mi música. Me gustaría llamar al género de mis canciones “emocionante”».
Canciones vividas
En estos siete años, Carlos ha vivido, amado, sufrido, por lo que «todas» sus canciones nacieron de la experiencia: «Considero que soy una persona bastante experimentada en el amor, sí, y en la manera de relacionarme con la gente. En la honestidad, en cosas en las que puedes decidir ser más abierto o más cerrado». El músico tiene ahora una relación abierta que, sostiene, ha mejorado su existencia: «Es una experiencia buenísima. Me he dado cuenta de que mi vida y mi manera de entender el amor tienen más que ver con ese formato de relación que con otro –confiesa–. Sobre todo, me gusta la libertad absoluta de comunicarme y poder decir las cosas. No quiero tener ningún tipo de miedo a la hora de decirle a mi pareja algo que se me pase por la cabeza, como que me atrae alguien externo, un tercero. Una tercera, en este caso. Pienso que es lo natural y estoy muy cansado, seguramente por relaciones anteriores, de tener que fingir que no me gusta nadie además de mi pareja. Siempre me ha parecido muy pretencioso por parte de los monógamos, entre los cuales me incluí y me incluiré, a lo mejor, en otra etapa de mi vida, lo de creerse lo suficientemente interesantes y completos como para poder satisfacer todas las necesidades de una persona. Me parece más humilde tener una relación abierta porque es admitir que hay ciertos aspectos de tu personalidad que no van a ser los que tu pareja espera, y darle la oportunidad a la otra persona de decidir si eso lo quiere buscar en otro lado. Las relaciones entre sapiens son siempre muy complejas –continúa– y hay que establecer unos términos, saber dónde estás más cómodo y dónde menos, poner límites… Esa es, para mí, la clave de una relación. Yo creo que los celos vienen siempre de inseguridades que tiene uno y la tarea del hombre es trabajar esas inseguridades y no condicionar la vida de la otra persona. En mis relaciones anteriores, cerradas, monógamas, era una persona celosa, y en mi relación abierta no he tenido celos ni una sola vez».
¿Considera entonces que la monogamia es contra natura? «Creo que las normas, el orden, a veces están bien –afirma–, pero las relaciones se tienen que diseñar en base a los dos integrantes. Se trata de establecer, como dijiste tú, una negociación, de hablar: ¿tú qué esperas del amor conmigo, qué es lo que te haría feliz, dónde estarías cómodo? Y así es como creo que las relaciones perduran. Hay personas que están dispuestas a combatir los celos, a luchar contra sus inseguridades, y hay otras que no». La ansiedad late en algunas de sus canciones y asegura que convive con él: «La ansiedad está aquí, en todo momento –declara–. A veces se manifiesta y otras se consigue mantener dormida. Pero en mi vida, desde hace muchos años, la ansiedad es constante y es una lucha que me ha llevado a componer grandes canciones. Pero si lo que saco de la ansiedad es componer grandes canciones, preferiría no hacerlo. Mi sacrificio está siendo en pro de obtener mensajes bonitos para la gente y acortarles el camino a ciertas personas que están pasando por lo mismo que paso yo. Decirles: “Oye, yo he pasado ya por esto y mi manera de solucionarlo ha sido esta”».
"La ansiedad es constante y una lucha que me ha llevado a componer grandes canciones"Carlos Ares
Carlos trabaja desde hace meses en el que será su nuevo disco, ¿cómo va de avanzado? «Bastante –adelanta–. La salida está prevista para mayo o junio. El propósito de este nuevo disco es mantener el formato que tengo en directo, que me parece que se merece longevidad y atención. Es un 2.0 de “Peregrino”, conserva la identidad, pero creo que puedo seguir experimentando y sacando cosas nuevas. Se podría tomar como una continuación de “Peregrino”, que me parece bastante alternativo en general, un álbum versátil, y lo que pretendo es seguir siéndolo y no acotarme a un estilo en particular. Irme más hacia lo electrónico o hacia lo orgánico, convivir entre los dos mundos todo lo que pueda», concluye.

Una casa en tierras extrañas

Por Javier Menéndez Flores

La vida verdadera está en el movimiento, en el placer eléctrico de lo incierto y en el viento que te golpea; todo lo anterior a eso fue un simulacro, ficción pura, el falso sosiego de una farsa impecablemente orquestada. Al abrir los ojos el cielo está allá arriba, donde tiene que estar, cada día uno distinto pero inconfundible, y bajo los pies no hay nada más que un sendero sin final. Y en esa foto sí que te ves –aleluya– guapo y ligero: dueño sólo del instante, águila de paso, vagabundo con un imperio a cuestas.

Al párvulo cuerpo de Vilaboa le fueron creciendo brazos en forma de edificios y hubo que huir al monte, donde Carlos se sintió libre por vez primera con una bicicleta que podía ser un caballo o una tabla de surf o una alfombra voladora. Porque fantasear es y será siempre gratis y si tienes trece años estás obligado a colorear el mundo a tu antojo, que ya se encargará la edad adulta de acribillarte a hiperrealismo y facturas y de cortarle las alas a toda hipérbole o autoengaño.

Hubo un músico anterior que por más que llevase tu nombre y tuviera un rostro idéntico al tuyo no eras tú, no, no lo eras. Aquel sabía ser obsequioso en exceso con los que le rodeaban, inclinar la cabeza, repartir síes, y sonreía a discreción aunque la tristeza lo estuviese devorando. Te hablo de cierto hechizo y de una realidad que creíste auténtica, hasta que te dio por golpear los tabiques de la casa en la que dormías y comprobaste, espantado, que estabas envuelto en cartón piedra.

Y Madrid, que prometía besos y abrazos, te mostró sus colmillos afilados y la soledad más ancha que has conocido nunca. Y en un vagón del metro un niño se sentó frente a ti y en sus ojos observaste dos abismos. No estás seguro de si era el demonio hecho carne o el mejor de sus sicarios, pero que aquello era el Mal no te lo va a discutir nadie. Sucede que la mayor virtud nace de la necesidad y, a base de empeño, aprendiste a admirar la belleza de una larga avenida custodiada por edificios y de mil cuerpos que se cruzan en silencio, y así fue como los rasgos de la ciudad cambiaron y terminó siendo una amiga.

En lo que llevas de viaje ya has aprendido que el amor y las cadenas son antónimos y que los celos son un terrorista que alojas en tu cabeza y que las canciones tienen que agarrarte muy fuerte desde el principio, tocarte, sacudirte, hacerte mella. De ese modo nacieron la velocidad y el rocío y la materia prestada y una nueva era. Y hoy ya da igual aquel dolor tan alto, aquel yugo pesadísimo, aquella mentira que no te dejaba respirar, porque te juro, óyeme bien, que no te pensaré más de la cuenta.

El músico que hoy eres, el escritor de canciones que se busca en cada verso, se forjó al calor de U2, Bob Marley, Gary Moore, Residente, Sabina, Eminem, Alejandro Sanz, Kendrick Lamar. En todos ellos encontraste hermanos y confidentes seguros y allá donde vayas, aunque lleves mucho tiempo sin frecuentarlos, estarán contigo. Y cada vez que suena «Ten thousand miles» ves el rostro nítido de Mariluz (perdón por la tristeza).

Los diccionarios son un mar en donde bañarse día y noche y en cualquier estación, pero algunas respuestas sólo las encontrarás al otro lado de ciertas puertas y en unas pocas bocas. Hey, caminante: no hace falta que te recuerde que andar es el único camino posible.

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