Benito Zambrano: "¿Quién puede pensar que los migrantes se juegan la vida en una patera para venir a jodernos?"
El director de "La voz dormida" aborda el drama de la migración en su nuevo filme, "El salto"
Madrid Creada:
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Benito Zambrano, hombre de naturaleza humilde y desprejuiciada en la mirada, la voz y el gesto, de involuntaria vocación humanista, hijo de jornaleros y el menor de siete hermanos, reivindica sus paupérrimos orígenes con la dignidad de superviviente que solamente otorga la vinculación directa con la clase trabajadora: "como andaluz me siento culturalmente más cercano al norte de África que al sur de Europa. Fíjate tú las mezclas y las influencias de África en nuestra cultura, nuestro arte, nuestra música y de dónde venimos. ¿Quiénes son los primeros habitantes de la Península Ibérica si no son los africanos como demuestra el descubrimiento de una mujer negra del Paleolítico en las Cuevas de Nerja en Málaga por ejemplo?", inquiere rotundo antes de proseguir el cineasta sevillano, en entrevista con LA RAZÓN, cuando hablamos del condicionante de los orígenes y cómo estos intervienen en el posicionamiento social adquirido como director en su último trabajo, "El salto".
"He tenido la suerte de nacer a este lado de la valla"Benito Zambrano
"Pero después, hay que tener en cuenta también que yo vengo de una familia pobre, jornalera. Hemos trabajado toda la vida en el campo y cuando en el campo trabajaban los españoles, nosotros éramos temporeros que íbamos a coger aceitunas o algodón. Mis dos hermanas mayores han sido empleadas de hogar y han sido internas cuando las propias españolas eran las internas de las señoritas españolas, ¿me entiendes? Resulta que yo tuve la suerte de poder desarrollarme y convertirme en director de cine, pero de ahí es de donde vengo. ¿Por qué puedo estar aquí? Porque he tenido, hemos tenido, la suerte de nacer a este lado de la valla. Sí me siento un privilegiado como director de cine, pero no desde el privilegio del hombre blanco rico. Empatizo con la situación del migrante porque son unos pobres desgraciados igual que lo fuimos en su momento los andaluces. Es importante saber quién eres, pero sobre todo de dónde vienes".
Habituado como está el autor de la extraordinaria "Solas" –cinta galardonada en el Festival de Berlín con unas María Galiana y Ana Fernández sencillamente sublimes– o la meritoria y sensible "La voz dormida" al acercamiento intencionado de realidades complejas necesitadas de una justicia social que las subraye en sus anteriores trabajos, Zambrano sentía que este era el momento oportuno para abordar desde un tono que nada tiene que ver con la crudeza o el naturalismo atribuidos al cine social -sino más bien con la neutralidad formal de los formatos televisivos- de la problemática de un tema como la migración en España desde la perspectiva de los que vienen y no desde la de los que receptan.
"Esta no es la típica película que suele interesar y desde el principio era consciente de eso. Trata un tema que el mercado demanda poco y por tanto se convierte en una película difícil de crear y de colocar después. En ese sentido me hubiera gustado poder haber hecho antes esta película porque creo que habla de un tema como la migración que hay que tratar más en el cine español. Toda la problemática de los migrantes, ya no solo subsaharianos, sino latinos y europeos debería estar más representado. Pero confío en que todo irá llegando y cada vez habrá más historias en las que personas no de ADN español o extranjeros -que es una palabra que no me gusta nada- estén más presentes. España camina hacia la multiculturalidad y hacia una realidad multirracial y eso es una riqueza que el cine debe reflejar", indica.
"Ningún migrante pobre viaja por placer a España"Benito Zambrano
Cuando preguntamos al director por esta sensación satélite cada vez más presente en las conversaciones cotidianas y a tenor especialmente de los últimos acontecimientos sucedidos en estadios de fútbol sobre si España es o no un país racista, Zambrano ríe con alivio: "No creo que España sea un país especialmente racista ni que haya un problema de racismo. Creo que en este país hay un problema con la utilización política que hace la derecha y la extrema derecha de la migración. Eso me parece vil, lamentable, deleznable. Que los más vulnerables, los más pobres, los más desgraciados, estén siendo utilizados para ganar votos me habla muy poco de la entidad moral de sus portavoces. Me encantaría establecer un debate sosegado con alguien que me rebata el asunto de la migración señalándome cuáles son los problemas que considera que conlleva. Ningún migrante pobre viaja por placer o por gusto a España, ninguno. Nadie deja su país, su cultura, su idioma, por gusto. Esa canción tan bonita que dice "solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la guerra no me sea indiferente. Desahuciado está el que tiene que marchar a vivir una cultura diferente", lo explica muy bien. Esa es la vida. ¿Quién puede pensar que la gente, que los migrantes, se cruzan África, se juegan la vida en una patera para venir a jodernos?", se pregunta encendido el director.
A través de la historia de Ibrahim, un joven procedente de Mali que reside y trabaja en Madrid como albañil con su pareja Mariama hasta que de manera repentina le deportan y se ve obligado a saltar la valla de Melilla para regresar junto a su amor y la hija que está en camino, Zambrano evidencia y denuncia la situación que viven los migrantes subsaharianos, no solo en su infernal periplo para alcanzar la oportunidad de traspasar las puertas hacia Europa (como refleja de manera magistral y marcadamente distinta en términos audiovisuales y estructurales el "Yo capitán" de Matteo Garrone), sino también en su encarnizada lucha por conseguir una vida digna de ser vivida, una vez transcurrido el momento en el que han conseguido entrar.
"Para todos los que han nacido al otro lado valla o en países pobres o medio pobres, sus posibilidades de desarrollo disminuyen. Y ya ni te cuento si eres negro, musulmán y pobre o mujer. Es decir, cumples con los tres grandes temas de la historia de la humanidad: la raza, la religión y la economía. El pobre que viene de África digamos que alberga todos los elementos necesarios para que se genere un prejuicio en su contra nada más llegar aquí. ¿Quiénes eran los negros de Europa en los años 50, 60 o 70? Los españoles pobres que emigraron a Francia, Alemania, Suiza. ¿Quiénes eran los que estaban haciendo los trabajos que el resto no quería hacer o para los que sencillamente faltaba mano de obra? Éramos nosotros. ¿Y dentro del propio Estado Español quiénes eran los que iban a trabajar a Cataluña, País Vasco, Madrid y las grandes ciudades? La mano de obra migrante procedente de otras comunidades autónomas. Esto ha existido siempre y seguirá existiendo por mucho que algunos se empeñen en lo contrario. Se llama necesidad", sentencia este oriundo de Lebrija sobre algo que todos, en cualquier momento, contexto y coyuntura, podemos llegar a experimentar.