Picasso, el artista que se rodeaba de estatuas que nadie podía ver
El museo malagueño del pintor abre una exposición que ahonda en una de sus facetas más desconocidas; es la primera vez que se hace una retrospectiva únicamente de sus esculturas
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La escultura siempre fue algo muy personal, íntimo y hasta improvisado para Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973). En unos tiempos –finales del siglo XIX– en los que este arte requería el conocimiento de diferentes técnicas y el uso de materiales resistentes como el bronce, el mármol o la madera, el incipiente creador, siendo todavía un niño, recortaba siluetas en papel. Pero no sería hasta 1902 cuando llegase su primera escultura de arcilla conocida, Mujer sentada, una pieza surgida en el estudio barcelonés de su amigo escultor Emili Fontbona.
Eran los primeros pasos del artista malagueño en una faceta que se puede considerar la menos conocida en su carrera. Quizá porque tenía 85 años cuando permitió que el Petit Palais de París enseñara por primera vez docenas de esculturas que había guardado con celo; o porque frente a los 4.500 cuadros que pintó, «solo» levantó 700 tallas. Eso sí, de todos los tipos y con todos los materiales posibles: madera, hierro, yeso, cemento, barro, chapa o bronce. «No creo haber utilizado elementos radicalmente distintos en mis diferentes obras –reconocía Picasso–. Si el tema exige un medio de expresión determinado, lo adopto sin vacilación. Nunca he hecho ensayos ni experimentos. Siempre que he tenido algo que decir, lo he dicho de la forma que me ha parecido correcta. Los motivos distintos requieren métodos distintos. Eso no implica evolución ni progreso, sino un acuerdo entre la idea que uno desea expresar y los medios para expresar esta idea».
Esta disciplina artística no fue en absoluto secundaria para el malagueño dentro de su producción, sino que la concebía como una forma de manifestarse comparable a la pintura, el dibujo, el grabado o la cerámica: «Ningún arte es más o menos importante que los demás», afirmaba.
Y ahí es donde ahora el Museo Picasso Málaga quiere hacer énfasis con Picasso escultor. Materia y cuerpo, una muestra en la que se cuestionan los límites «entre escultura y pintura, obra acabada y maqueta, así como entre gran obra y obra menor», presenta el centro de un recorrido por casi sesenta años de esculturas «humanas» del creador que conforma una revisión de la historia del arte. Cubismo, abstracción, lo primitivo y el «object trouvé» se convierten en la base de las 60 piezas centradas en el cuerpo humano que el artista creó entre 1909 y 1964. «Es una oportunidad única porque es la primera exposición dedicada en exclusiva a la escultura de Picasso».
«No solo fue lo escultórico fundamental para la construcción de la propia obra pictórica, sino que igualmente la pintura le sirvió de aporte a la obra escultórica, en un continuo desplazamiento entre disciplinas», explica Carmen Giménez, primera directora del MPM y, en esta ocasión, comisaria de la exposición que estará en la capital de la Costa del Sol hasta el 10 de septiembre y que en otoño visitará el Guggenheim de Bilbao. «Nos hace especial ilusión porque nunca se ha visto una exposición así de Picasso en el País Vasco», sorprende una Giménez que se resiste a elegir entre «mamá» o «papá»: «Me gusta mucho su escultura, pero también la pintura. Creo que hay tiempo para las dos aunque aquí solo haya querido poner una. Cada faceta pide una iluminación».
Aunque esta parte de su obra empezó a hacerse más evidente y prolífica a medida que se introducía en su período cubista, Picasso realizó esculturas casi desde el comienzo de su extensa carrera artística y siguió trabajando en ellas durante toda su vida. Se acercó al medio con la libertad de un artista autodidacta, dispuesto una vez más a romper todas las reglas. Y quizá como consecuencia de esta actitud, la mayoría de sus hallazgos escultóricos le acompañaron hasta sus últimos días, de lo que dan testimonio las numerosas fotografías de sus estudios y viviendas. Tratándolos casi como miembros de su hogar, apreciaba la compañía de las esculturas y disfrutaba al recrearlas en una variedad de situaciones. Así, Picasso mantuvo con celo la mayoría de estas en su colección privada.
Una vez fuera, la mano del artista es indiscutible. Las formas del Guernica (y tantos otros) se tridimensionan y quiere la comisaria que «Picasso escultor» sea «la primera, pero no la última exposición sobre su escultura», pues de nuevo abrió camino (o, por lo menos, continuó su propio sello personal con otras maneras). «Los artistas grandes son investigadores, constructores de lenguajes plásticos que se conjugan con nuestra mirada. Su resolución de los pequeños problemas genera luz, y en el caso de Picasso, se permea a todas las creaciones posteriores. Cincuenta años después de su fallecimiento todos somos “picassianos”», sostiene Carlos Alberdi, comisionado para la conmemoración del 50º aniversario de la muerte del creador.
- Dónde: Museo Picasso , Málaga. Cuándo: hasta el 10 de septiembre. Cuánto: desde 8 euros.