Picasso y el Louvre, una historia de amor y odio
Hasta el 31 de enero, el Louvre-Lens ofrece en una exposición una nueva mirada hacia la “relación personal y humana” entre ambos gigantes de la historia del arte
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Picasso desde el punto de vista del Louvre y el Louvre desde el punto de vista de Picasso. Dos perspectivas, dos visiones que, fusionadas, dan de sí una tragicomedia, una historia de amor y de odio entre dos nombres imprescindibles en la historia del arte. La relación entre pintor y museo no se limitó a tan solo la de crear y exponer, sino que fue más allá. El malagueño, durante su carrera artística, vio al Louvre tanto como un hogar como un lugar repleto de escepticismo. Una relación de la que nacieron numerosas anécdotas o momentos históricos y, que ahora, se materializa en forma de una exposición. El Louvre-Lens alberga, hasta el 31 de enero de 2022, “El Louvre de Pablo Picasso”, una muestra que ofrece el apasionado encuentro entre dos gigantes de la historia del arte, a partir de una fascinante colección de publicaciones, recortes de prensa, correspondencia, invitaciones o fotografías, así como algunas obras maestras del pintor.
La muestra ofrece dos recorridos: el que cuenta una sucesión de encuentros e historias compartidas, desde la primera visita de Picasso en 1900 hasta el siglo XXI, y el que invita a sumergirse en su obra en salas que evocan los departamentos del Louvre. En cuanto al primero, se reflejan unos “encuentros tumultuosos”: en 1911, saltaron las alarmas por el robo de la Mona Lisa. Ante la polémica, el poeta Guillaume Apollinaire y Picasso, que cuatro años antes se habían hecho con dos estatuillas ibéricas del museo, presas del pánico, decidieron devolverlas de manera anónima. Ambos fueron finalmente declarados inocentes, así como así reveló el artista malagueño su gusto por el arte ibérico.
Algo que también resume la historia entre Picasso y el Louvre, es la serie de amenazas de saqueo o destrucción surgidas poco antes de la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1938, el museo evacuó sus tesoros, de la misma manera que el antiguo mecenas Paul Jamot le confió gran parte de su colección, incluidos los dibujos “La Femme au grand chapeau” (1901) y “Le chemineau” (1901), ambos de Picasso. Entre 1940 y 1944, los nazis requisaron varias salas del Louvre, unas acciones conocidas como “el secuestro”, y que perjudicaron a decenas de obras de Picasso, como ”El busto de mujer” (1906-1907), confiscada e inventariada por los alemanes con el número “Ka 1103″.
Más allá de guerras y saqueos, destacan en esta historia los vínculos que el pintor forjó con los comisarios del Louvre, entre la admiración y el escepticismo. El artista estableció relaciones más o menos estrechas con ellos a lo largo de su vida. Por ejemplo, Germain Bazin o René Huyghe, reconocían su ingenio, pero le reprochaban, “en particular, a veces con violencia, las imperdonables deformaciones que imponía el pintor a la figura humana”, explican desde la página web de la exposición. Un enfrentamiento, no obstante, contrario al de Georges Salles, “que poseyó una veintena de sus obras durante su vida”.
Otro debate con Picasso como centro surgió en 1955, cuando se celebró una exposición retrospectiva del pintor, organizada para celebrar su 75 aniversario. Suscitó un sinfín de comentarios en la prensa francesa e internacional, según se recoge en la muestra, que oscilaban entre la admiración y el desprecio. Así como la opinión pública del momento se dividió entre quienes acogían con beneplácito la obra de Picasso en el Louvre, y quienes, por el contrario, se preocupaban por ella, incluso la criticaban.
Sumándose a lo anterior otras exposiciones temporales dedicadas a Picasso, así como su obra en el Louvre tras su muerte o su influencia hoy día, llegamos a la segunda ruta: un paseo por los departamentos del Louvre con Picasso. Desde el de Antigüedades Egipcias hasta las Esculturas, Artes Gráficas o Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas, en este recorrido se revelan los gustos y atracciones de Picasso, los detalles y técnicas que sedujeron a su obra o las fascinaciones que se materializaron en su creación.
“Raro es el archivo del museo que no contiene una referencia a Picasso”, comenta Dimitri Salmon, conservador del Louvre. Añade que, en definitiva, la exposición refleja una nueva mirada hacia “la relación personal y humana entre Picasso y el Louvre, que a veces fue excelente y otras compleja. Las cartas, publicaciones y artículos de la época muestran cómo en ocasiones el Louvre fue muy crítico y duro con la obra del artista”.