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La temblorosa voz de Sondra Radvanovsky tras dos bis históricos en el Teatro Real

La soprano volvió a hacer historia ayer al cantar dos veces, al igual que el pasado domingo y bajo petición del público, el aria “Vissi d’Arte” de “Tosca”, ópera de Giacomo Puccini
Javier del Real

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Al otro lado del teléfono hubo risas y lágrimas. Estas últimas, por supuesto, de alegría. A Sondra Radvanovsky, durante una conversación con este diario, solo le salían palabras de agradecimiento por lo que ocurrió el pasado domingo en el Teatro Real, durante el estreno de la última ópera de la temporada: «Tosca». Con gran cantidad de emociones entremezcladas en su cabeza, la soprano supo resumirnos cómo se sintió aquella noche en la que hizo historia con una palabra: «Abrumada». Fue un momento único: Radvanovsky, como Floria Tosca, regaló al afortunado público un bis del aria de la ópera de Giacomo Puccini «Vissi d’arte». «Simplemente abrí mi corazón, fue increíble», dice, mientras se disculpa por su voz temblorosa. Tras los dos primeros minutos de los aplausos, «miré hacia arriba y Nicola Luisotti –el director musical– me hizo un gesto de ’'hazlo otra vez’', y lo volví a cantar. Fue desorganizado, pero ordenado, fue loco, abrumador». Todo ello, dice, «gracias al público».
Pero, si eso ya parecía digno de admiración, anoche volvió Radvanovsky y volvió a hacerlo. La soprano regaló al público en la sesión de ayer un nuevo bis del mismo aria, «Vissi d’arte». Dos repeticiones por petición y reconocimiento del público, por tanto, consecutivas, ya que la soprano comparte personaje con Maria Agresta y Anna Netrebko: Radvanovsky actúa el 10, 13, 16, 19 y 22 de julio, Agresta el 5, 8, 11, 14, 17, 20 y 23 de julio y Netrebko el 21 y 24 de julio, cerrando ésta la temporada del Real.
«La audiencia española es muy sabia. Reservan los grandes aplausos a quienes de verdad sienten que los merecen, es muy cálido, cariñoso y abierto. Es el mejor del mundo», resume una Radvanovsky que se confiesa, notoriamente feliz, enamorada de Madrid. Y, entre aquellos espectadores testigos del bis, se sentaba, junto a su familia, otro maestro: Plácido Domingo. «Lo conozco desde hace mucho tiempo, cuando tenía 26 años, y ahora tengo 52. En el MET hicimos, de hecho, “Tosca” con él dirigiendo», recuerda la soprano, «la última vez que lo vi fue en 2017, en Los Ángeles».
En el Real se reencontraron: «Me dio un gran abrazo y me dijo: “¿Cómo lo haces para seguir mejorando? Pareces de otro mundo, debes ser de otro planeta para ser capaz de cantar tan bien y de hacer ‘Vissi d’arte’ dos veces, no puedes ser de este universo”». Pero así lo hizo, en tierra firme y expectante de nuevos reencuentros. Siendo ayer la segunda, aún le quedan cinco sesiones por delante. «No tengo expectativas», asegura, sino simplemente se siente agradecida: «Este último año y medio ha sido muy difícil, y que el Teatro Real haya mantenido las puertas abiertas para salvaguardar el arte es algo esencial». Y añade: «Han tomado el riesgo de demostrar que la ópera es importante en la sociedad y en el mundo, porque hemos pasado de la nada al domingo pasado, que fue el todo», ríe, mostrándose convencida de que, ahora más que nunca, «necesitamos a la música».