Crítica de “Nicanor Parra, rey y mendigo”: El antipoeta que dormía en una silla
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Ya lo dijo Bolaño: él, en todo, seguía a Nicanor Parra, el único autor interesante de Chile que valía la pena leer: un poeta que había cultivado una nueva ars poética llamada antipoesía, nada menos, y que si no hubiera sido por el Nobel que nunca le fue concedido, hoy estaría disputándole, si es que ya no lo ha destronado, el trono a Pablo Neruda, más allá de que «Pablito», como lo llama «el poeta que duerme en una silla», fue uno de sus primeros impulsores.
Rafael Gumucio, escritor y polémico columnista chileno, que seguramente no siguió a Bolaño, fue uno de los tantos jóvenes que a comienzos del nuevo milenio siguieron la estela de Nicanor Parra. Iban a visitarlo a su casa en Las Cruces, en ocasiones a conversar, pero la mayoría de las veces a escucharlo. Así, en una de esas ocasiones, Gumucio creyó, con inocente vanidad, que Parra estaba muy interesado en sus libros. Pero no: el antipoeta sólo estaba interesado en las columnas que Gumucio había publicado en los periódicos y la ilusión de Gumucio, pues, se borró de un plumazo.
El escritor y columnista, de todos modos, no se desanimó y siguió yendo a conversar con Parra de manera asidua, hasta el punto de que entre ambos surgió una relación y una amistad que perduró hasta la muerte del poeta, que murió con más de cien años, en enero de 2018 y que Gumucio, ahora, recrea y evoca en «Nicanor Parra, rey y mendigo», un libro que puede leerse como una biografía aunque, en el fondo, es algo más: un libro de memorias y recuerdos y conjeturas sobre uno de los poetas en castellano más importantes del siglo XX.
«Ésta no es una biografía de Parra. Ésta es una biografía con Parra. Es una biografía contra Parra. Parra es en este libro apenas un abrigo, una máscara más», dice Gumucio al comienzo de «Nicanor Parra, rey y mendigo», donde la vida del antipoeta, más que una máscara, es una presencia inteligente que todo lo impregna.
Aún así, Gumucio no puede evitar darle a su libro un tono biográfico y repasar la vida de Parra, más allá de que no pretende documentar ni verificar datos: su infancia en el sur de Chile, su familia, sus siete hermanos menores, sus constantes cambios de casa, sus años como profesor y su lugar, cada vez más destacado, en la poesía chilena. El resultado, en todo caso, es un libro necesario, que muestra, más que el lado humano de un poeta, el lado poético de un ser humano que se convirtió en un atipoeta.
▲ Lo mejor
El tono, evocador pero no melancólico, y que ofrece datos biográficos sin resultar tedioso
▼ Lo peor
No hay nada reprochable en este libro ameno que rinde tributo a una figura como la de Parra
Diego Gándara