El atentado contra Franco que tapó la censura
El 28 de julio de 1949 un grupo de guerrilleros esperaba al caudillo cuando este iba a inaugurar una central térmica en Compostilla (Ponferrada). Llegaron a tocar el vehículo con sus disparos, pero no lo suficiente como para lograr su objetivo: cambiar la historia de España
No fueron pocas las veces que, una vez terminada la guerra, se intentó terminar con la vida de Francisco Franco. Sin embargo, y como es sabido, el dictador murió en la cama a punto de cumplir los 83 años. Aquel 20 de noviembre del 75 cambió la Historia de una España que se metía de lleno en la Transición y dejaba solo para la especulación el rumbo que hubiera tomado el país de haber fructificado solo uno de las decenas de sabotajes que se tramaron.
Uno de esos complots estaba programado para el 28 de julio de 1949. Solo un día después de que Ponferrada condecorase a Franco como alcalde honorario. Miles de personas se echaron a la calle para ver a la comitiva por sus calles. Sin embargo, no todo iban a ser alegrías para el Generalísimo: un grupo de guerrilleros esperaba al mandatario cuando iba camino de la inauguración de la central térmica de Compostilla (uno de los barrios de Ponferrada) para disparar contra su vehículo.
Un hito que ahora recoge el escritor leonés Alejandro M. Gallo (antiguo oficial del Ejército) con la novela histórica “Franco debe morir”, de Reino de Cordelia. “Al finalizar la Guerra Civil española, soldados de la República ocultos en las montañas emprendieron una guerra de guerrillas. Al comienzo de 1948, nueve años después del triunfo del bando nacional-católico, la dictadura lanzó la Operación Exterminio sobre la guerrilla asturiana, provocando una masacre que llevó al Gobierno español en el exilio a tomar la decisión de evacuar a los guerrilleros supervivientes. A partir de entonces, solo quedaron en los montes las partidas asturianas de Manuel Caxigal y las leonesas de Manuel Girón. Los dos líderes del maquis se conjuraron y unieron fuerzas para atentar contra Franco durante la inauguración de una central térmica en Ponferrada”, presentan.
El primer paso, abrir fuego con las ráfagas de los fusiles y las granadas, se logró, pero no se alcanzó al verdadero objetivo. Sí dieron a varios escoltas del convoy; no a un Franco que se encontraba en el interior de uno Mercedes 770 Pullman Limousine blindado regalado por Hitler.
La noticia apenas tuvo repercusión en España. La censura del régimen hacía muy difícil que un incidente en una zona aislada tuviera trascendencia, pero los tentáculos de estos vituperios no llegaban al extranjero, donde sí recogieron el atentado, aunque a grandes rasgos. Nunca se ha sabido a ciencia cierta cómo fue. Desde Estados Unidos, ya pasados unos días del suceso, el “Milwaukee Sentinel”, la agencia de noticias The International News Service y el diario “España Libre” publicaban los hechos: “Guerrilleros del Bierzo tirotean a Franco”, titulaba esta última cabecera, editada por el Órgano de Sociedades Hispanas Confederadas de los Estados Unidos.