Naturaleza
¿Por qué existen las flores?
¿Cómo surgieron las complejas estructuras que muestran las plantas para favorecer la reproducción?
Aunque estamos acostumbrados a admirar sus colores, oler sus aromas o deleitarnos con el sabor de algunas, las flores de las plantas no fueron creadas para nosotros, si no que les sirven a casi el 90% de las plantas terrestres para su reproducción. Estas plantas se denominan angiospermas, palabra proveniente del griego ἀγγεῖον, que significa vaso y σπέρμα, semilla. Para entender cómo aparecieron estas estructuras, los paleobotánicos utilizan diferentes enfoques como realizar comparativas del registro fósil, estudios genéticos y técnicas analíticas de última generación para comparar todos los rasgos de las flores actuales.
Encontrando ancestros comunes
Tras realizar los debidos análisis, los resultados muestran que el ancestro común de todas las plantas con semilla brotó hace entre 310 y 350 millones de años. Sin embargo, las flores tardarían en aparecer. Las angiospermas comenzaron a florecer hace aproximadamente entre 140 y 250 millones de años y el registro fósil aumentó dramáticamente hace unos 120 millones de años, por lo que se supone que ese momento fue en el que se produjo la mayor expansión. Por ponerlas en contexto, esto situaría la aparición de las flores junto a los primeros protomamíferos, hace unos 255 millones de años. Respecto a la fauna que reconoceríamos en la actualidad, en aquella época ya se podrían encontrar tortugas y cocodrilos poblando algunas zonas de la Pangea.
La madre de todas las flores
Los investigadores acabaron reconstruyendo el ancestro de la flor, y concluyeron que probablemente disponía de ambos sexos a la vez. En esta flor, los órganos sexuales estarían formados por más de 10 estambres -las estructuras alargadas que contienen el polen, la parte masculina de la planta- y cinco o más carpelos -las hojas modificadas que forman la parte femenina de la planta-. Además, protegiendo esta estructura se encontrarían unos 10 tépalos, estructuras todavía sin diferenciar entre pétalos y sépalos.
Actualmente siguen existiendo flores bisexuales, pero las que diferencian ambos sexos han surgido varias veces de forma independiente durante la evolución. La separación de los sexos permite que exista una mayor variabilidad genética que mejora la resistencia a enfermedades y favorece la evolución y diferenciación en nuevas especies mejor adaptadas a las condiciones del medio. Algunos ejemplos de plantas con flores bisexuales son las rosas, las tomateras o los lirios, y en cambio en otras plantas como el maíz, los pepinos o árboles como los pinos encontramos flores unisexuales.
Sin embargo el punto más clave de la expansión de estas plantas hace 120 millones de años no fue la presencia de ambos sexos, si no la aparición de los eudicotas, que actualmente componen casi el 65% de las angiospermas y una enorme diversidad tanto morfológica como bioquímica. Esta expansión fue posible gracias a unas criaturas increíblemente útiles: Los polinizadores.
Moviendo el material genético
El problema general con las flores unisexuales es que las plantas en las que florecen necesitan mover el material genético de una flor a otra para reproducirse. El viento puede ser un aliado, aunque es un tanto impredecible y requiere de los factores adecuados para que el gameto macho se acabe uniendo con el femenino, por tanto, parece mejor idea utilizar a pequeños mensajeros que tengan claro dónde han de posarse, aunque sea un tanto más costoso energéticamente.
Y es que las flores tienen esa increíble variedad de caracteres sexuales secundarios para atraer la atención de los insectos polinizadores. Desde lo que podemos sentir, como los colores y los olores, hasta lo que no, como los bellos patrones que se observan en sus pétalos cuando los observamos en el espectro ultravioleta. Pero no solo les atrae el olor y el color, el néctar que rezuman las flores alimenta a los insectos y les anima a seguir buscando para conseguir provisiones y alimento.
Al final, hasta un tercio de las plantas que consumimos necesitan de los polinizadores para poder florecer y dar sus frutos, por lo que cuidar a estos insectos es necesario tanto para la supervivencia de las plantas como la nuestra.
QUE NO TE LA CUELEN
- ¿Por qué los insectos polinizan? Las plantas con flores y sus insectos polinizadores se presentan a menudo como uno de los ejemplos más notables de coevolución en La Tierra. El registro fósil de las abejas es relativamente escaso, pero indica que podrían haber surgido a mediados del Cretáceo, hace aproximadamente 140-110 millones de años, lo que coincide con la expansión de las angiospermas por todo el mundo. Fue en ese momento en el que los insectos empezaron a notar que existía una gran cantidad de alimento que producían las plantas y que se solía desaprovechar: El polen. Los insectos evolucionaron para especializarse en consumirlo y, al ser visitantes más asiduos, las plantas también empezaron a evolucionar para que el daño fuese el mínimo y el beneficio el máximo. De ahí la presencia de néctar y otros llamativos diseños que atrajese a estos huéspedes y beneficiosos huéspedes. ¡Viva la evolución!
REFERENCIAS
- Sauquet, H., von Balthazar, M., Magallón, S. et al. The ancestral flower of angiosperms and its early diversification. Nat Commun8, 16047 (2017). https://doi.org/10.1038/ncomms16047
- Cappellari, Simone C. et al. “Evolution: Pollen Or Pollinators — Which Came First?”. Current Biology, vol 23, no. 8, 2013, pp. R316-R318. Elsevier BV, https://doi.org/10.1016/j.cub.2013.02.049.
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