Curiosidades
La "pequeña ciudad" de Las Merindades que es una joya arquitectónica
Se trata de un municipio con apenas 300 vecinos empadronados que está considerado como uno de los más bonitos de España
Cuando el sol y el calor parece que están de vuelta en Castilla y León, tras un mes de mayo un tanto húmedo y fresco en lo climatológico, en estas líneas LA RAZÓN quiere recomendar una escapada para este fin de semana a uno de los lugares del interior de España más sugerentes que lo tiene todo para escapar del mundanal ruido y desconectar unos días, al tiempo que el visitante aprovecha para descubrir un enclave inigualable del medio rural castellano y leonés, con siglos de historia a sus espaldas, y que cuenta con un imponente patrimonio, además de una gastronomía que no dejará indiferente a nadie que visite este lugar, en plena comarca de Las Merindades burgalesas.
Se trata de un municipio de apenas 300 vecinos empadronados, considerado como uno de los más bonitos de España, y forma de la lista, además de ser la ciudad más pequeña de España, ya que es una ciudad y no un pueblo o una villa, lo que le ha dado un especial protagonismo turístico.
Fue en el siglo IX, y más en concreto en el año 867, cuando su nombre aparece por vez primera en un documento, aunque casi seis siglos después, en el año 1435,es cuando el rey Juan II de Castilla otorga a este lugar el título de ciudad. Y en 1787 aparece como cabeza de partido de Castilla la Vieja en Burgos.
Hoy en día, es uno de los lugares más visitados de la España del interior. De hecho, se estima que son alrededor de 70.000 los turistas tanto nacionales como internacionales que acoge este pequeño municipio, que cuenta con numerosas rutas de senderismo que se abren paso por la tierra de las merindades burgalesas sobre un peñasco y abrazada por el pico Humión, el más alto del Parque Natural Montes Obarenes.
Hablamos de Frías, un lugar bañado por el río Ebro y declarado Conjunto Histórico Artístico, que presume de su rico patrimonio artístico y monumental y que está considerado como un tesoro arquitectónico.
El visitante que llegue a esta localidad quedará prendado del Castillo de los Velasco y de la Iglesia de San Vicente Mártir, pero a buen seguro que las casas que cuelgan de la roca desafiando las leyes de la gravedad no le dejarán indiferente. La mayoría de ellas, además, conservan la bodega, fruto también de la actividad vinícola de la zona.
La ciudad estaba protegida por una muralla del siglo XIII y contaba con tres puertas: la de Medina, la del Postigo y la de la Cadena. La fortaleza se ubica sobre una peña que domina el Valle de Tobalina, es de las primeras fortalezas del siglo X y de un gran valor estratégico, mientras que la iglesia de San Vicente Mártir, situada junto al cortado rocoso al otro extremo de la ciudad y de la torre del homenaje, cuenta con una admirable capilla, la de la Visitación, resguardada por una reja de forja y en la que destaca un retablo del siglo XVI del pintor Juan de Borgoña además de dos sepulcros con decoraciones de estilo plateresco.
El Palacio de los Salazar, hoy oficina de Turismo de la Ciudad de Frías; los restos de la calzada romana, que se pueden apreciar dentro del centro de Frías, o su puente medieval románico, al que se añadiría una torre defensiva ya en el siglo XIV y que aún hoy sigue en pie, son algunas de las joyas arquitectónicas que ofrece Frías.
Pero lo que ha de hacer el viajero que se acerque a esta ciudad, es pasear por sus estrechas y desiguales calles, a cuyos lados se disponen las casas adosadas entre sí, algunas de las cuales parecen colgadas sobre el cortado rocoso. Calles sobre un recinto amurallado que se dibujan paralelas al borde de las laderas, rodeando el cerro. Si bien, en alguna ocasión, las casas se dibujan colgadas ante la pendiente.
Por esta ciudad discurre igualmente una de las calzadas romanas más importantes de la Península Ibérica, que comunica el norte del país con la meseta castellana y la ciudad puede presumir también de contar con un puente medieval pero de origen románico de más de 140 metros de longitud que está formado por nueve arcos.
Frías presume también de Rollo de Justicia, situado a la entrada del casco histórico y declarado BIC en 1963, que no es otra cosa que una columna de piedra que representaba la categoría administrativa del lugar o el enclave elegido para la condena y castigo de los presos.
Y para comer, hay que probar su plato típico: la olla podrida, un buen plato de cuchara imprescindible para soportar las gélidas temperaturas invernales que se elabora, además de con mucho mimo y cariño, con alubias rojas, verduras, morcilla, costilla, chorizo, panceta y otras carnes todas ellas procedentes del cerdo, ese animal del que se aprovecha todo, hasta los andares, como dice el sabio refranero popular
Tampoco falta la leyenda que todo buen lugar con pasado medieval tiene. Y Frías no iba a ser menos. Y cuenta con un mito relacionado con el cristo de los Remedios que da nombre a una pequeña ermita de la ciudad.
Según cuenta la leyenda, un correo de la reina castellana que pasaba por el camino de este templo sufrió una caída de su caballo que se encabritó al sorprenderle una serpiente. Si bien el mensajero resultó ileso después de encomendarse al Santo Cristo de los Remedios. De ahí el origen de esta pequeña ermita.