
Una semana después
Susto en el hotel: Alejandro, el joven desaparecido en Valladolid, estuvo algo violento antes de desaparecer
"No hay ninguna novedad o pista que nos haga tirar de un hilo en concreto"

Algo más de una semana después desde su desaparición, el domingo 26 de marzo, la búsqueda del aragonés Alejandro Aranda Lasheras, el joven con esquizofrenia de Alcalá de Moncayo, Zaragoza, que se le vio por última vez en Valladolid, continúa sin novedad. Así de claro lo ha trasladado este lunes el subdelegado del Gobierno en Castilla y León, Jacinto Canales a EFE: "No hay ninguna novedad o pista que nos haga tirar de un hilo en concreto".
Y, aunque su familia más próxima y amigos no desisten en la búsqueda que sigue coordinada por la Policía Nacional y de la Guardia Civil, lo cierto es que "por el momento no han fructificado" ni los testimonios de quienes creen haberle visto con vida ni las posibles pistas que hasta ahora habrían podido arrojar luz a la desaparición del joven de 30 años, según también ha señalado el delegado.
No están conformes con el trabajo de la Policía Nacional
Tampoco son buenas noticias para su círculo más próximo que "los dispositivos van disminuyendo" -refiriéndose Canales a los drones que desde el jueves comenzaron a ‘peinar’ desde el aire las zonas naturales más próximas a la capital vallisoletana como la ribera del río Pisuerga- aunque se mantienen los avisos y la geolocalización electrónica en los cajeros por si hubiera algún movimiento en sus tarjetas.
¿Decisiones acertadas por parte de las autoridades? Para Víctor, uno de los amigos de Alejandro desplazados desde Alcalá de Moncayo, Zaragoza, al lugar de la desaparición, seguramente no lo sean. Y es que a los pocos días del rastreo, denunció así la falta de colaboración de la Policía Nacional en la búsqueda de su amigo: "Hubiéramos agradecido el apoyo de la Policía Nacional, pero prefiere llevar la búsqueda por su cuenta y nos ha obligado a improvisar. Con su ayuda, podríamos haber delimitado mucho más las zonas de rastreo, pero al no recibir ninguna indicación, vamos a repartirnos por todo el casco urbano y por áreas limítrofes", dijo en Heraldo de Aragón el 29 de marzo.
Sus últimas horas
El joven con esquizofrenia diagnosticada desde hace cinco años, durante los días previos a su desaparición estaba trabajando como guía del Imserso. Llegó con su grupo desde otra ciudad a Valladolid en torno a las 14.00 horas del mismo día de su desaparición, para alojarse en el Hotel Olid. Hasta ahí todo normal. Pero solo unas horas más tarde, algunos testigos se percataron de que Alejandro empezaba a estar alterado, aunque sin mostrar aparentes comportamientos violentos.
Una versión que contrasta con la de la Policía Nacional. Y es que fuentes policiales sí que han confirmado que el episodio fue algo violento, pero que finalmente se quedó en nada. Al parecer, el equipo del hotel decidió avisar a los agentes ante tal situación, quienes rápidamente se presentaron para identificarle y tranquilizarlo. Aún así, varios miembros del alojamiento turístico manifestaron claramente que no querían que el joven zaragozano pasara la noche allí. El episodio terminó sobre las 23.00, cuando Alejandro supuestamente subió a su habitación. Y, a partir de ahí, ni una sola pista de su paradero.
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