
‘Frío faller’
Las otras Fallas: las del Pirineo son tan Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad como las de Valencia
Son las más internacionales: las celebran en pueblos de Huesca, Francia y Andorra

Es una ‘verdad universal’ que las Fallas solo existen en la Comunidad Valenciana, y que por tanto solo se celebran en marzo. Pues bien, lo cierto es que en tierras aragonesas también existen, y desde hace siglos además: su origen es ancestral y se celebran, principalmente en sitios muy concretos del Pirineo. Eso sí, son bien diferentes a las de Valencia y se celebran en otro mes del año. Su momento coincide con la noche de San Juan, es decir, del 23 al 24 de junio.
También declaradas por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, de la misma forma de las fallas de Valencia, también es de reseñar que la tradicional celebración no solo se da en el Pirineo aragonés, pues también tiene su espacio en algunos pueblos de Cataluña, el sur de Francia o Andorra. Pese a ser más desconocidas que las valencianas, podría aseverarse que estas son un ‘fenómeno cultural de auténtico rango internacional’, tal y como apuntan en ‘Enjoy Zaragoza’.
¿Qué es una falla en el Pirineo?
También es destacable que, en cada uno de los 60 pequeños municipios donde se realizan, son fallas diferentes entre sí. Aunque sí que hay un esencial nexo en común: en ningún caso faltan las antorchas, cuyo nombre tradicional es precisamente ‘falla’.
Como son muchas, y todas con sus propias singularidades, en ‘La Razón’ te compartimos cómo se viven estas ‘otras’ fallas en los municipios correspondientes a las comarcas de Sobrarbe y de Ribagorza, de la provincia de Huesca. Por ejemplo, en San Juan de Plan, ubicada en el valle de Gistaín, sus gentes -como marca la tradición- se reúnen en un punto alto de su paisaje natural llamado ‘planeta de la Falla’. Ahí encienden una hoguera y todos cenan en paz y armonía, alrededor de ella. Después, los mismos prenden sus antorchas y bajan de nuevo al pueblo para poner el broche final a la fiesta: todos disfrutan de la 'corrida de la Falleta', una carrera que hacen los jóvenes desde el río hasta la plaza principal. Gana el que llega primero con su antorcha encendida.
Serpiente de fuego
Sin embargo, en Bonansa, la misma esencia pero con sus pequeños matices diferenciales. En este pequeño municipio oscense lo que hacen es cenar también alrededor de una gran hoguera para después, también, hacer el camino todos juntos hacia su casco urbano. Pero en este caso no culmina en ninguna carrera: simplemente encienden el fuego de otra hoguera con sus antorchas ya encendidas en la anterior.
Castanesa, Aneto o Montanuy son otros de los pueblos de las comarcas mencionadas anteriormente que, con sus sutilezas marcadas por sus propias tradiciones, tienen un ‘guión fallero’ muy similar. Es decir, conforman también una buena hoguera en una zona alejada del pueblo a la que denominan popularmente faro. Y, desde allí, emprenden todos juntos, en hermandad, la ruta de vuelta, formando una espectacular serpiente de fuego que se adentra en las tres poblaciones. Allí, una nueva pira es la protagonista de la segunda parte de sus particulares fallas.
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