Sociedad
El pueblo de España con el nombre maldito: pronunciarlo trae "mal fario"
El uso de la dinamita para la pesca está detrás de su negra leyenda
Hay muchos granadinos, sobre todo los que viven e la Costa que se resisten a nombrar al pueblo de La Mamola. Dicen que trae mala suerte. Cuando se refieren a él lo hacen con el apelativo de el 'Pueblecillo'.
Famoso por sus playas y sus cultivos tropicales, el "pueblecillo" vive sobre todo de la agricultura.De hecho, los invernaderos que alimentan a medio país siguen muy presentes tanto en este pueblo como en toda la comarca. Antes también vivía de la pesca, pero hace ya tiempo que empezó a escasear.
Fuera por la escasez o por cualquier otro motivo, a mediados del siglo XX se recurrió al uso de dinamita para pescar, un método sumamente destructivo que, a la postre, fue el origen de la superstición que envuelve a La Mamola. Al quedar vinculado al uso de explosivos, el nombre del pueblo pasó a ser evitado y hoy sigue siendo más conocido como «El Pueblecillo».
Esta leyenda, no obstante, ha tenido sus efectos positivos. La discreción de este pueblo “innombrable” ha permitido que su fantástica playa sea todavía un lugar tranquilo y acogedor, una verdadera joya de arena fina y el típico tono grisáceo de la costa granadina. Los espigones, que suman ocho, le aportan una silueta fácilmente reconocible, y son muy apreciados para pescar con una calma total.
Detrás, el coqueto paseo marítimo es un lugar ideal para deleitarse con el entorno y probar algunas de las delicias culinarias de la zona, como el pescado frito o algún guiso de pescado. Tampoco faltan productos cárnicos de primera (panceta, morcilla, choto), ni postres deliciosos como las galletas fritas, los roscos o el pan de higo.
Otro punto a favor de la magnífica playa de La Mamola es que cuenta con una zona de fondeo, donde se pueden anclar barcos y así disfrutar de embarcaciones deportivas o de cualquier tipo.
Los alrededores de La Mamola permiten visitas y recorridos de lo más interesantes, con reclamos para todos los gustos. Una de las mejores actividades es hacer la ruta a pie hasta Polopos y adentrarse por el barranco en la naturaleza de la llamada Alpujarra del Mar.
Polopos, a 700 metros sobre el mar, es un bonito pueblo blanco en el que destacan las bodegas donde se elabora un vino muy reconocido. Desde la plaza de la iglesia, las vistas sobre el Mediterráneo son un colofón memorable para cualquier visita.
Esta Alpujarra marítima tiene otros puntos que invitan a conocerlos, como los acantilados de Gualchos u otros pueblos agradables con playas idílicas: Castell de Ferro, Melicena o La Rábita. Algo más al interior, cerca de Polopos, esperan Sorvilán, Rubite o Haza del Lino, todos con espléndidos miradores sobre este trozo de paraíso.
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