
Turismo
¿Dónde están los acantilados de El Cantal y por qué reciben ese nombre?
De minas de guano a una de las zonas más espectaculares y accesibles de la península ibérica

La provincia de Málaga cuenta con numerosas cavidades naturales, producto de la disolución de las rocas calizas y dolomíticas que forman parte de sus abundantes montañas.
Una de los municipios en los que abundan estas cavidades es Rincón de la Victoria. Las cuevas de Rincón de la Victoria, situadas en los acantilados de El Cantal, se caracterizan por su espectacular morfología, que recuerda a la de un gigantesco queso Gruyère y por la casi ausencia de espeleotemas (estalagmitas, estalactitas, columnas…).
Los Cantales son promontorios rocosos que se localizan en un sector comprendido entre la ciudad de Málaga y la mencionada Rincón de la Victoria, al este de la anterior. El topónimo Cantal alude al uso tradicional de estas montañas, la extracción de cantos calizos para la construcción, actividad que perdura en las vecinas canteras de La Araña.
Desde el punto de vista geológico, los Cantales están formados por calizas blancas de edad Jurásica (200-145 millones de años), pertenecientes al denominado Complejo Maláguide de la Cordillera Bética. Estas rocas calizas han sido afectadas por procesos posteriores de disolución kárstica, que han generado en ellas discontinuidades y huecos de diverso tamaño, tanto superficiales como subterráneos
Hoy en día, los Acantilados del Cantal es uno de los miradores más impresionantes y accesibles de la provincia. La zona forma parte de la Senda Litoral de Málaga, un proyecto que conecta a pie o en bicicleta casi 200 kilómetros de costa malagueña. Este tramo específico es uno de los más impresionantes gracias a sus vistas al Mediterráneo y su mezcla de naturaleza y cultura.
La Senda aprovecha los túneles construidos en 1908 como parte de la antigua línea ferroviaria entre Málaga y Vélez-Málaga y permiten disfrutar del recorrido con comodidad y resguardo. Están adaptados con carril bici y accesos para personas con movilidad reducida, convirtiéndolos en una opción ideal para días calurosos o lluviosos.
Como curiosidad, hay que señalar que es del el siglo XVII y hasta principios del siglo XX, las Cuevas de El Cantal se aprovecharon como “minas de guano” procedentes de la mezcla entre los excrementos de murciélagos y los sedimentos finos que se vendía a los agricultores de toda la costa oriental y la vega de Málaga, como excelente abono paralas huertas. La venta del fertilizante se hacía a través del camino entre Málaga y Vélez que pasaba por El Cantal y, además, tenía parada obligatoria en una antigua venta de viajeros, donde se reponían fuerzas y se compraban los sacos con la preciada tierra de las cuevas como abono orgánico.
✕
Accede a tu cuenta para comentar