
Economía
Trump preocupa en Ubrique por sus aranceles
En este municipio gaditano se fabrican artículos de piel de firmas de lujo y las medidas proteccionistas crean "incertidumbre" y pueden ahuyentar inversiones

Ubicado a caballo entre dos parques naturales (Grazalema y Los Alcornocales), Ubrique se ha convertido en el Sancta Sanctorum de un oficio, la marroquinería, que es «religión» para los ubriqueños y objeto de deseo para las grandes marcas internacionales del lujo (Chanel, Dior, Louis Vuitton o Givenchy).
Felisa Sánchez Temblador, José «Pepín» Sánchez Rodríguez, Jesús Jiménez Millán, Josefa Rodríguez Sevillano, Juan Antonio Ruiz Borrego y Vicente Barreno Solano, entre otros muchos, son los nombres de algunos de esos «anónimos» que a lo largo de la historia, en pequeños talleres, han ido alimentando a un sector que trasciende más allá de sus fronteras naturales y que, entre otros méritos, ha logrado reducir a la mitad el desempleo local en los últimos años.
El músculo del sector y la proyección de la marca Ubrique, por un lado, y la falta de suelo industrial para dar respuesta a las inquietudes empresariales e inversiones, unido a las incertidumbres que planean en torno a los aranceles de Trump y su posible incidencia en los productos de lujo, del otro, se antojan las luces y la sombras de un sector que estos días, en la II Feria de la Piel, exhibe su extraordinario potencial.
De la trascendencia del sector en la zona habla que, «a día de hoy, de una forma u otra, casi el ochenta por ciento de lo que es el trabajo en la localidad, está vinculado a la piel», señala Mario Casillas, alcalde de Ubrique. Concretamente, se calcula que de esta industria, de forma directa, dependen en torno a cinco mil trabajadores y otros muchos de manera indirecta. «La relación, histórica, de nuestro pueblo con la piel ha sido progresiva, creciendo de tal manera que también beneficia a otros pueblos de la Sierra de Cádiz», como son los casos de Prado del Rey, El Bosque o Villamartín.
«El gran mérito de nuestros artesanos es hacer auténtica magia de un trozo de piel. Ese es nuestro verdadero secreto y lo que ha hecho que las grandes marcas del lujo hayan puesto sus ojos en Ubrique, confiando en el buen hacer de unos vecinos y vecinas que han demostrado tener una gran lealtad a esas grandes marcas, como son Chanel, Dior o Louis Vuitton, entre otras».
Asimismo, además de trabajar para estas firmas internacionales, Ubrique está alimentando su propia marca (existen muchas firmas locales), «con productos que van más allá de bolsos y cinturones. Abarca complementos y textil y la venimos proyectando en escenarios tan importantes como Mova, la Semana Internacional de la Moda en Andalucía o la Pasarela Flamenca de Jerez, entre otros muchos». No obstante, el sector, fruto de su extraordinario crecimiento, también tiene problemas que solventar, como es el hecho de la falta de suelo de carácter industrial para la expansión de las empresas existentes y de esas otras que vienen mostrando desde hace tiempo su interés por instalarse en la meca de la piel.
«El buen hacer de los ubriqueños está haciendo que muchas marcas se estén fijando en la localidad y que, en consecuencia, quieran venir a fabricar a Ubrique», explica. «No obstante, nos encontramos entre dos parques naturales y es cierto que, a nivel urbanístico, tenemos problemas de terrenos. En este sentido, tenemos un Plan General con la necesidad de echarlo hacia adelante para disponer de suelo industrial y residencial».
Otro frente que mantiene preocupado al sector y al propio ayuntamiento es la política arancelaría por la que está apostando el presidente de Estados Unidos, un país con un importante peso en la comercialización de productos de lujo.
«Tenemos que tener claro», apunta Mario Casillas, «que las incertidumbres de las grandes marcas llegan a Ubrique y que, si el mercado de los productos de lujo se viera afectado, aquí a nivel laboral se podría llegar a notar».
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