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Crónica de una noche con sorpresa histórica: "El 47" y "La infiltrada" se reparten ex aequo el Goya a mejor película

Las historias dirigidas por Marcel Barrena y Arantxa Echevarría se erigen como vencedoras en la categoría más esperada 
Crónica de una noche con sorpresa histórica: "El 47" y "La infiltrada" se reparten ex aequo el Goya a mejor película
Eduard Fernández y Carolina Yuste compartiendo felicidad tras sus respectivas victorias. EFE/MiguelEFE
Marta Moleón
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Granada Creada:

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Alfombrada desde hace semanas con el protocolario misterio costumbrista y litúrgico de las calles donde vivían las manolas de Lorca, esas que iban a la Alhambra solas con la única compañía de dos garzas y una paloma, Granada, imperial en su naturaleza de gigante andaluz desnudo y consciente de su condición heredada de la belleza nazarí, se desperezaba del día para acoger una noche que se vaticinaba torera –y no precisamente por los trajes de luces, sino por la manera de sortear la unanimidad en los premios, especialmente repartidos este año– la 39ª edición de los Premios Goya. "Hemos venido a dar una vuelta por aquí por si vemos a alguien" comentaba una de las centenares de personas anónimas que se agolpaban de forma masiva y atropellada en el Eurostars situado justo enfrente del Palacio de Congresos de la ciudad, sede encargada de acoger este año la gran noche del cine español, apelando a esa indolencia agazapada y tierna tan del sur que sirve para asumir que nada es nunca tan importante, que si no veían a ningún famoso de los que se estaban alojando en la mencionada cadena de hoteles, tampoco pasaba nada, porque primero hemos venido a dar una vuelta y después a ver qué sucede.
Las primeras caras conocidas encargadas de pisar la alfombra roja que este año alargaba su extensión varios metros fuera del recinto por encima de una faraónica escalinata tenían que ver más con la cuota de gossip correspondiente –inevitables las caras de sororidad y comprensión desinteresada de las compatriotas femeninas cuando apareció Chiara Ferragni después del escándalo amoroso con su ya por suerte ex marido–, y con famosos fuera del campo cinematográfico como Laura Escanes o Melody, que con el componente social de los protagonistas reales de la gala y de los creadores de los títulos nominados quienes tan solo cuatro horas más tarde convivirían inesperadamente con el placer de compartir. 
Por suerte, el cariz de desfile de fiesta de fin de curso no tardó en empezar a modificarse hasta parecerse a la esperada celebración del séptimo arte e incluso a la de un concierto en pista y cuando nos dimos cuenta, teníamos la voz de un incombustible Miguel Ríos atornillada en nuestras cabezas inaugurando una gala muy musical, muy cantada y muy dilatada, rematando con un discreto "Free Palestina" al término de la actuación, para minutos más tarde percatarnos de que Maribel Verdú y Leonor Watling, cómplices pero con un protagonismo como presentadoras completamente desdibujado, ya habían arrancado el coche de "Thelma y Louise" con "El 47" de copiloto aventajado, que iniciaba su noche de discreto pero afianzado paseo victorioso con el natural y emocionantísimo premio como mejor actor de reparto para Salva Reina: "Todo es posible en Granada. Gracias por darle voz a esos dos millones de andaluces que tuvieron que emigrar exiliados. Gracias por darle voz a esta gente humilde, honorable, valiente, poderosa, que sufrieron, pero que gracias al cine, ahora que está la institución, gracias al cine se ha creado un espacio de comunión, de amor, para poder hablar de esto y curar heridas", declaraba con el corazón en la boca. 
Durante el transcurso de un primer tercio de la ceremonia en el que lo único que había conseguido insuflarle un poco de ritmo a la entrega era Alejandro Sanz versionando el mítico tema de Triana de "Abre la puerta" y la poderosa versión de Rigoberta del "Amor" como rayo de luz indirecta de Massiel porque de poco o nada sirvió el intento romantizado de todos los artistas locales (Dellafuente, Lola Índigo y el clan Morente al completo desde una actuación incomprensiblemente pregrabada en la Alhambra), cuyas actuaciones se condensaron juntas, rápidas, fugaces, como en fila india, la película de Marcel Barrena ya llevaba tres de los cinco galardones obtenidos, uno de ellos, de manera sorprendente, en el apartado de mejores efectos especiales.  
Bendita milonga argentina
En forma de milonga argentina Javier Macipe agradecía otro de los cabezones más esperados, peleados y merecidos de la noche, el segundo en ese momento para "La estrella azul" junto con el de mejor actor revelación para un talentoso Pepe Lorente ("hemos evocado el alma de un artista auténtico. Esto va para la madre de Mauricio. Como decía Atahualpa Yupanqui, "somos peregrinos de un sueño lejano y bello", declaraba el actor y músico), finalizando así un viaje, una travesía quijotesca plagada de dificultades sobre la peripecia por Santiago del Estero del cantante zaragozano de Más Birras que culminaba con el homenaje devenido en verso al recuerdo de propio Mauricio Aznar: "Esto va por ti", dijo el cineasta minutos antes de que la música siguiera su curso libre.
Soberana y suelta prosiguió hasta depositar su caudal en el Goya número doce que atesora Alberto Iglesias, que conseguía el premio a la mejor banda sonora por su delicado y como siempre sobresaliente trabajo en "La habitación de al lado" –la cinta de Almodóvar que también añadió a su cartera de éxitos el Goya a mejor dirección de fotografía para Edu Grau–; salpicar al proyecto portador del arraigo más directo con este "bello reino", como definió Estrella Morente la ciudad de Granada, como es "Segundo premio" a través del galardón a mejor montaje y regar el bautismo de C. Tangana en el mundo del cine con el premio a mejor película documental por "La guitarra flamenca de Yerai Cortés". "Esta es una película que va sobre la comprensión y sobre el perdón. No sé vosotros, pero yo me equivoco constantemente. Tengo que pedir perdón constantemente y creo que vosotros también. Así que seamos comprensivos, perdonemos y dejemos que la gente se equivoque. Porque cuanto mayor es el error, más necesitamos el perdón de los demás", declaró el recién inaugurado director a través de unas palabras que fueron leídas como una posible alusión a la polémica de Karla Sofía-Gascón, sin duda y de manera ligeramente exagerada, la figura ausente más presente de toda la noche. 
Y parado el afluente de reconocimientos musicales, llegaba el torrente en forma de recuerdo, primero de Walter Salles tras ganar con su maravillosa "Aún estoy aquí" como mejor película iberoamericana y después el de su propia hija, María Isasi: "A los directores que nos permitieron enamorarnos de Marisa Paredes. Pedro Almodóvar, Fernando Trueba y Arturo Ripstein", señaló el cineasta brasileño. Todos lo hicieron, lo hicimos y seguiremos haciendo, a través de la evocación insuficiente, de la vigencia todavía activa de sus interpretaciones eternas.
"He tenido la madre más espectacular que he podido tener. Mi maestra, mi mejor amiga, con quien compartía la pasión por la vida. Ella me enseñado a caminar, a respirar, a leer, a pensar por mí misma. A ser fuerte y confiar también en mi fragilidad. A volar con el corazón en el puño. A pisar un escenario. A dignificar esta profesión. A ser generosa con los demás y agradecida. A saber refugiarme en la música, en la poesía, en el arte. A tener fe en que siempre se puede más y mejor. A batallar por lo justo, por lo de todos y todas. A no olvidar lo que no se debe olvidar. Y hablar por los que no pueden hablar. Y a luchar, a pesar del miedo aunque ella nunca parecía tenerlo", subrayó con voz trémula Isasi. 
"No habría que olvidar el peligro 
del fascismo, de un saludo ambiguo. 
Cuidado que vienen a caballo"
Eduard Fernández
El soniquete de la gran noche transcurrió con la prolongación habitual de los Goya -que este año se sintió desde la Sala de Prensa con una fuerza si cabe mayor que en ediciones anteriores- y con el cumplimiento hermoso de vaticinios esperados, pero de repente, ocurrió algo inesperado que no tardó en adquirir cariz histórico: mejor actor protagonista para un inconmensurable Eduard Fernández por su papel en "Marco" que recibía el premio más asegurado de la velada de la mano familiar de su hija Greta ("no habría que olvidar el peligro del fascismo, de un saludo ambiguo, los campos de concentración, los Flossenbürg, Mauthausen, los Gaza. Cuidado que vienen a caballo. Vienen tiempos difíciles", advirtió el intérprete durante su discurso de agradecimiento en evidente estado de alerta por el exponencial crecimiento de los movimientos de extrema derecha, el genocidio del pueblo palestino y el triunfo de Trump); mejor actriz protagonista para Carolina Yuste por "La infiltrada" a pesar de lo disputado que estaba con Emma Vilarasau, el mejor guion original para un rapsoda confeso de nuevo cuño como Eduard Sola especializado en discursos durante las últimas semanas por "Casa en flames" e Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez a mejor dirección por la milagrosa "Segundo premio". "Ocho horas de trabajo peor remunerado que el de sus homólogos masculinos. Nadie les ofreció una alternativa a este modelo basado en la renuncia a una vida propia. Muchos padres no estuvieron a la altura, tampoco el estado de bienestar. Por ello esas supermadres pueden hoy levantar el dedo legítimamente y mandarnos a la mierda", instaba Sola. "Mandemos un mensaje a nuestras madres. Digámosles que aunque parezca que no, somos conscientes de todo lo que hicieron por nosotros y que si somos quienes somos es gracias a su persistencia, a los platos que nos pusieron a la mesa y a los besos que nos dieron al dormir. Digamos a nuestras madres que las queremos. Y mientras mandamos este mensaje, construyamos un mundo en el que los cuidados no se sustenten en el sacrificio de nadie, apostemos por una crianza que no necesite supermadres, sino solamente madres, padres con la estructura social y económica necesaria para poder educar en libertad y dignamente", remataba el también guionista de "La Virgen Roja" y la serie "Querer".
Y esa sorpresa de última hora, ese reparto mesurado y equilibrado de los premios que mencionábamos al comienzo de la noche se consagraba con "El 47" y "La infiltrada" alzándose con el galardón a mejor película ex aequo y  repartiendo con generosidad el éxito conseguido y receptando la falta de consenso de los académicos. De esta forma, Granada se despedía dejando entre sus escenarios soñados un hecho histórico en la vida de los premios que no sucedía desde que en 1991 dos cortometrajes documentales, "Blanco o negro y "El viaje del agua" sufrieron la misma suerte. 

La polémica ausencia demasiado presente de Karla Sofía-Gascón
"Ante el odio y el escarnio más cine y más cultura", pronunciaban contundentes los distribuidores de "Emilia Pérez" en España tirando otro guante de apoyo que Karla Sofía ha recibido públicamente durante estos días. 

Aitana Sánchez-Gijón, Goya de Honor para la niña del taller María Galleta
"El escenario para mí es el maestro del actor. Amo tanto esta profesión que disfruto más del trabajo de mis compañeros que del mío propio, lo juro", reconoció la actriz, que recibía el Goya de manos de su amiga y compañera de profesión, Maribel Verdú, profundamente emocionada. "Te quiero porque eres luz y talento. Compañera perfecta, cómplice y leal. Llevas cuarenta años en un mundo donde resistir más de un rato en lo más alto es un completo milagro, de verdad. Así que Aitana, este para mí, no es un Goya de Honor, sino un Goya de Amor", remarcaba la presentadora instantes antes de fundirse con ella en un afectuoso beso. Mentando a la eterna Marisa Paredes, Aitana también quiso reivindicar una frase suya: "No hay que tener miedo a la cultura. Hay que tener miedo a los fanatismos, a la guerra" y añadió "algo que estoy segura de que Marisa también compartiría: s los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas".

De galán a galán: Antonio Banderas entrega el Goya Internacional a Richard Gere
"Este es mi nuevo hogar ahora, España", empezaba introduciendo el intérprete sobre su realidad más inminente que le vincula de manera directa con nuestro país antes de proseguir: "Vengo de un lugar muy oscuro en América, donde tenemos un matón y un matón que es el presidente de los Estados Unidos. Pero no es sólo en los EE.UU. Es en todas partes. Tenemos que ser valientes. Tenemos que estar dispuestos a dar la cara, decir la verdad, ser honestos", remarcaba el actor con el mismo tono reivindicativo usado el día anterior en un encuentro privado mantenido con la Prensa sobre la desoladora y alarmante situación política y social establecida tras la victoria de Trump. "Todos formamos parte de un universo de dolor y tristeza y alegría y expectativas y sueños y esperanzas y visiones que se superponen. Y veo que este mundo en el que estamos ahora olvida eso. Y este tipo de tribalismo muy tonto esta empezando a apoderarse de nosotros, donde pensamos que todos estamos separados unos de otros", señalaba antes de instar: "Hay un lugar en todas nuestras vidas para la bondad básica, para el amor básico y la comprensión y un abrazo de unos a otros".