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Los Goya de la nostalgia histórica

Son varios los títulos nominados que este año remiten a episodios históricos de nuestro pasado reciente y están inspirados además en relatos y vidas reales
Los Goya de la nostalgia histórica
"Marco", "La virgen roja", "La infiltrada" y "El 47"La Razón
Marta Moleón
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Madrid Creada:

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Se aproxima la fecha de celebración de la noche más importante de nuestro de cine y Granada ya empieza a oler a misterio y a esta evocación lorquiana de "cosa que no puede ser y, sin embargo, es". A modo de preludio y situándonos en el confortable lugar de la observación post siembra en el que las películas a las que hemos acompañado durante toda la temporada de promoción, estreno en salas y recorrido taquillero se independizan del abrigo obtenido y se preparan para el último salto al vacío de su existencia audiovisual a través del reconocimiento en forma de premio de la Academia, vamos a intentar desentrañar uno de esos enigmas embrujados o mejor dicho, una de esas eventualidades atávicas. 
Muy lejos de secundar esa idea ridícula, simplificada y simplista pero sobre todo, errónea, acerca de que el cine español siempre habla de lo mismo –siendo eso mismo nosotros y nuestra historia, algo que no parece desde luego tema menor– y aproximándonos únicamente a la precisión limpia de las estadísticas y a la casuística ingobernable de las elecciones creativas compartidas, resulta particularmente curioso detenerse en una circunstancia que permea varios de los títulos que este año compiten en los Goya en diferentes categorías. 
Cuatro películas como "Marco", "La virgen roja", "La infiltrada" y "El 47", construidas desde miradas, lenguajes cinematográficos, voces y pretensiones radicalmente diferentes, encapsulan un sentimiento de nostalgia histórica, remiten a episodios concretos de nuestro pasado reciente a través de figuras que fueron reales y comparten sin saberlo el tono de una demanda social silenciosa: a la gente le sigue interesando saber qué pasó en nuestro país durante la República, durante la deportación de españoles a los campos de concentración nazis, en los años más recrudecidos por la violencia de ETA o en la época de los movimientos vecinales surgidos a finales de la década de los setenta en la periferia barcelonesa con Franco todavía vivo. 
En el caso de "La virgen roja", que aglutina 9 nominaciones, entre ellas la de mejor dirección, Paula Ortiz se detiene en uno de los episodios de la crónica negra española más destacados de todo el siglo XX y plantea con ese preciosismo visual manierista tan característico suyo –sin opacar el relato–, una historia nietzscheana de amor maternofilial enfermizo protagonizada por Aurora Carballeira y Hildegart Rodríguez que sirve en el fondo para describir la historia de España, una historia que, tal y como ella indicaba en entrevista con LA RAZÓN, "apela desde una herida terrible y atávica de una madre que mata a su criatura, a su hija, algo tan íntimo y tan primitivo y tan terrible y tan antinatura y tan incomprensible y luego también es importante tener en cuenta la manera que tiene de implicarse ese caso tan concreto y tan individual en un tejido filosófico, sociológico, ideológico, en un momento muy fuerte y muy eléctrico de la historia de España. No es banal el hecho de que Aurora no fue una psicópata, sino una fanática. Y eso es algo que tiene una profunda simbología política y sociológica", señalaba la cineasta, habituada al reconocimiento académico como ya demostró con las doce nominaciones que consiguió por "La Novia" en 2025. 

Reivindicación del charnego

Por otro lado tenemos el caso de "El 47", propuesta que parte como favorita con 14 nominaciones, solo una por encima de las 13 conseguidas por Arantxa Echevarría con "La infiltrada" y esa heroína anónima de la policía que dedicó ocho claustrofóbicos años de su vida a salvaguardar la seguridad nacional sin que nadie lo supiera y arriesgándose a la ausencia de reconocimiento profesional público a pesar del valor intrínseco que conllevaba infiltrarse en la banda terrorista ETA. 
Si bien la cinta de Marcel Barrena está vertebrada por una figura menos conocida popularmente que las anteriores en el caso de la historia contada por Ortiz, la proeza de este conductor de autobús de nombre Manolo Vital, que también fue un referente sindical y militante del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) aunque este dato de consolidación como figura política quede desdibujado y obviado y a quien Eduard Fernández interpreta con una sensibilidad inconmensurable, recoge de una manera didáctica pero también muy delicada y narrativa el valor de sindicarse y las consecuencias que acarrea el asociacionismo de los barrios. Pero también de los emigrantes que edificaron el basamento sobre el que se asienta Cataluña y de su realidad lingüística. 
Algo que el propio Fernández en entrevista con este periódico destacaba subrayando: "Soy de Barcelona y mis cuatro abuelos emigraron. Tres de ellos desde Castilla y una desde La Rioja. Me gusta mucho tocar interpretativamente la figura del charnego, le tengo mucho cariño. Gran parte de Cataluña la construyeron los emigrantes y es muy bonito contar la historia de alguien que ha construido parte de Barcelona literalmente con sus manos. Estamos en el Primer Mundo, hemos llegado a serlo y ahora el cuento cambia, ahora son ellos, los que un día fuimos nosotros, los que vienen a nuestro país y creo que es bueno acordarse de que nosotros también lo hemos hecho, que todo el mundo que emigra lo hace huyendo de su país o de su tierra por motivos graves: hay gente que se juega la vida", defendía entonces el celebrado actor, nominado sin embargo como mejor protagonista por otra película de rescate de un episodio histórico dirigida por la dupla vasca de Jon Garaño y Aitor Arregi. Y es que de gente que se jugaba y se juega la vida huyendo de su lugar de nacimiento para encontrar una vida mejor pasamos a la figura de un hombre que fingió durante años habérsela jugado en el campo de exterminio de Flossenburg llegando a alcanzar la presidencia de la Asociación Española de Víctimas del Holocausto hasta que un historiador descubrió la falsedad de su relato con la impactante "Marco", que opta a cinco cabezones y que ahonda con destreza en el peligro de construir narraciones de mentira hasta llegar a creérselas. Habrá que esperar al final de la noche del sábado para ver si esta nostalgia histórica y el consiguiente interés demostrado por parte del público se traduce también en una recompensa goyesca repleta de galardones con la Alhambra como fiel testigo.