Opinión
El abismo, sus límites y lo positivo
Ray Dalio, inversor multimillonario, fundador del fondo Bridgewater, ahora convertido en gurú, advierte del peligro de 2024, «un año crucial, al borde del abismo»
John Milton (1608-1674), el de «El paraíso perdido», aseguraba que «el abismo no tiene límites», mientras que Friedrich Nietzsche (1844-1900), desde su nihilismo, recomendaba «mirar siempre el lado positivo del abismo». Ray Dalio, multimillonario, fundador del fondo de inversión Bridgewater Associates, y ahora más que nunca convertido en «gurú», advierte de que 2024 es «un año crucial, al borde del abismo». Justifica su afirmación en que a lo largo de este año se sabrá «si el orden democrático existente en Estados Unidos se mantendrá o no y si se contendrán o no los conflictos internacionales que hay en el mundo». No obstante, reduce a un 20 % –que es bastante– las posibilidades de que la democracia acabe en Estados Unidos o que el mundo se quede al borde de otra guerra global. A pesar de todo, insiste en que la situación económica, política, social y climática está al borde del abismo, aunque cree que el gran activo de la humanidad es su capacidad para adaptarse y para desarrollar y aprovechar nuevas tecnologías.
Dalio, como cualquier otro, no es infalible, pero su fondo de inversión es uno de los mayores del mundo y claro, sus opiniones influyen y mucho en los mercados y por eso hay que tenerlas en cuenta, en un escenario que en el Foro de Davos, el invento y el negocio de Klaus Schwab desde 1974, se ve como incierto, en un momento en el que, como apunta el «Financial Times», la globalización sigue en retirada.
Pedro Sánchez y Javier Milei, a pesar de todo, desde casi las antípodas ideológicas, aprovecharon la cita en la montaña suiza –soñada por algunos como «La montaña mágica» de Thomas Mann (1875-1955), sin haberla leído, claro–para intentar convencer a inversores y estadistas de las bondades de sus proyectos, socialdemócrata cada vez más intervencionista el del español y libertario –de la Escuela Austríaca– el argentino.
El inquilino de la Moncloa, que reclama para Europa –acuerdo de socialdemócratas, liberales y conservadores– lo que rechaza para España, consiguió que los primeros espadas de las grandes compañías españolas acudieran a una reunión en «petit comité», de la que el año pasado se ausentaron Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) y Rafael del Pino (Ferrovial), pero que en esta ocasión estuvieron en primera fila. Lo que parece imposible en España, sea mejor o peor, es decir, un encuentro entre el presidente y los responsables de las grandes compañías, se plantea casi como imprescindible a miles de kilómetros, al frío de la montaña más o menos mágica de Davos.
Hacía frío en Davos y todavía más en Iowa, en donde Donald Trump dio el primer paso hacia la que algunos consideran inevitable vuelta a la Casa Blanca, que es una de las grandes incertidumbres para este año, aunque parece más cercana a una certidumbre, que afectaría a la economía y la geopolítica, con consecuencias también globales. Todo en un «escenario de desaceleración también global ante el impacto del endurecimiento de las condiciones financieras», como apunta la reciente actualización del escenario macroeconómico para 2024 que elaboran los analistas de Singular Bank, encabezados por su economista jefe, Alicia Coronil. Advierten de «la persistencia de las tensiones inflacionistas, la pérdida del dinamismo de China, las crecientes tensiones comerciales entre la potencia asiática y Estados Unidos y la Unión Europea». La crisis del mar Rojo, con el desvío de la navegación comercial hacia el cabo de Buena Esperanza, la falta de agua en el Canal de Panamá, que complica el transporte de mercancías entre Asia y Estados Unidos. Eso significa aumento de los precios de fletes aéreos y marítimos y quizá «nuevas disrupciones en las cadenas de suministros» por los retrasos en la entrega de materias primas y mercancías. El gabinete de análisis Oxford Economics calcula que solo el bloqueo de la navegación por el mar Rojo añadiría 0,7 puntos a las tasas de inflación este año, que serían más si persisten el resto de problemas.
España, a pesar de la desglobalización, depende también de la situación internacional de estancamiento. Si Alemania, el motor europeo, está en recesión –el PIB cayó un 0,3 % en 2023–, afectará a la economía española que, en la práctica entrará en una situación de estancamiento. Es lo que es crecer entre el 1 y el 2 %, en el caso de que se consiga, con una inflación que no bajará del 3 % y con una deuda de 1,575 billones de euros, de los que hay que refinanciar este año unos 200.000. La única ventaja es que, por ahora, como prevé el economista José Luis Feito, siempre agudo, es que no se prevé una crisis de deuda en el horizonte de los dos próximos años, lo que no impide que el abismo del que habla Dalio no tenga límites, como decía Milton.
Recomendación a los bancos centrales
Gita Gopinath, la número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI), también acudió al Foro de Davos, en donde apuntó que la inflación disminuirá a partir de ahora menos bruscamente que el año pasado. Pidió prudencia a los bancos centrales a la hora de bajar los tipos de interés, sobre todo porque las expectativas de los mercados de una política más flexible, en Estados Unidos y en Europa, podrían alimentar otro brote inflacionista en los próximos meses.
El espejismo del Salario Mínimo y los aplausos sindicales
José María Álvarez, secretario general del sindicato UGT, celebra que ya haya unos tres millones de trabajadores que perciban el Salario Mínimo Interprofesional, que el Gobierno –de acuerdo con los sindicatos, pero no con la patronal– acaba de subir. Lo que el sindicalista presenta como un éxito no deja de ser, sin embargo, un fracaso, ya que nunca puede ser un objetivo que muchos trabajores perciban el salario mínimo, sino que perciban remuneraciones mayores y cuanto más, mejor.
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