Educación

¿Por qué la universidad privada gana alumnos y la pública pierde?

La privada prospera donde la pública falla: adaptan su modelo educativo a las necesidades del mercado, expanden su oferta en áreas de alta demanda y firman convenios con empresas que facilitan la empleabilidad, dicen los expertos

Alumnos del grado de Medicina de la Universidad CEU San Pablo hacen una simulación
Alumnos del grado de Medicina de la Universidad CEU San Pablo hacen una simulaciónLa Razón

El Gobierno quiere poner freno a la proliferación de nuevas universidades privadas, por decreto, «lo antes posible» con requisitos más exigentes de los que en su día reguló el exministro Manuel Castells en 2021 para evitar lo que el presidente del Gobierno llama «chiringuitos» que no proporcionan una educación de calidad. El trámite se inicia hoy mismo sometiéndolo a información pública. Esta regulación se produce en un momento en el que las universidades públicas no dejan de perder estudiantes y la privada encuentra un campo abonado para seguir creciendo por diversos motivos. Pero empecemos por las cifras: las públicas han experimentado una pérdida de casi 220.000 estudiantes el curso pasado, lo que representa una caída del 16%, mientras que, en contraste, las privadas han experimentado un crecimiento de más de 100.000 alumnos, lo que supone un incremento del 73%, y una concentración del 20,8% del total de matriculados en el sistema universitario español (SUE), según los datos del último informe de la Fundación CYD. Y no solo eso, también acaparan el 49,4% de los matriculados en másteres, unos estudios en los que el alumnado no para de crecer.

¿Por qué la privada sigue ganando alumnos y aún tiene margen de crecimiento? El propio sistema universitario no crea más plazas públicas en titulaciones con gran demanda. La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, ayer detalló que han aumentado un 100% en los centros privados, mientras que la oferta en la pública apenas ha subido un 2%. A esto se añade que el propio sistema expulsa a alumnos que podrían cursar titulaciones en la pública por las altas notas de corte, fruto de unos años de pandemia en los que una prueba de acceso a la universidad con facilidades hinchó las calificaciones. Así, muchos se ven obligados a optar por cursar titulaciones en la privada para no renunciar a los estudios que quieren cursar. La propia Morant reconocía ayer en una entrevista en Telecinco que «hay familias que tienen que sacar un crédito bancario para pagar los estudios de sus hijos cuando no les da la nota».

Los expertos en la materia han dado la voz de alerta sobre esta cuestión. «La alta demanda en titulaciones como Medicina o titulaciones STEM ha generado un cuello de botella en las universidades públicas, con notas de corte elevadas que dejan fuera a muchos aspirantes. Este fenómeno ha impulsado a los estudiantes a optar por universidades privadas, que han aprovechado esta oportunidad para expandir su oferta en áreas de alta demanda», exponen Jorge Sáinz, de la Universidad Rey Juan Carlos; Marta Martín, de la Universidad Autónoma de Madrid; Ismael Sanz, de Rey Juan Carlos y Aitor Lacuesta, del Banco de España en un reciente artículo publicado por la revista Papeles de Economía de Funcas.

Los autores exponen con claridad que «las universidades privadas han adaptado su modelo educativo para responder a las demandas del mercado laboral». Y no solo eso, «ofrecen programas con características diferenciadoras, como grupos reducidos y atención personalizada, prácticas profesionales y convenios con empresas que facilitan la empleabilidad, programas internacionales y bilingües, atractivos para estudiantes que buscan movilidad global, y metodologías innovadoras, como el aprendizaje basado en proyectos o la evaluación continua». Todas estas estrategias consideran que han posicionado a las privadas como una opción competitiva frente a las públicas, especialmente en sectores donde la especialización es clave. A todo esto añaden otra circunstancia, como es el hecho de que «las universidades privadas han liderado la implementación de modelos educativos flexibles, como modalidades completamente online y semipresenciales, horarios compatibles con actividades laborales o responsabilidades familiares, e itinerarios personalizados que permiten estudiar a tiempo parcial. Estas características han atraído a perfiles no tradicionales, como profesionales en busca de recualificación o estudiantes internacionales, consolidando la oferta privada como una alternativa versátil frente al modelo más rígido de las públicas».

El catedrático de Economía de la UCM3 Antonio Cabrales opina que «la gente quiere que la universidad sirva para encontrar/mejorar el empleo. La pública está muy infrafinanciada y no puede realizar las actividades de apoyo al empleo que tendría que hacer. Y tampoco tiene los incentivos. Si la financiación dependiera en parte de cómo de bien se colocan los alumnos habría más incentivos a promover los grados con mejores tasas de inserción y disminuir (o cerrar) los que no sirven tanto, o no hacen el esfuerzo de adecuar la formación para esto».