
Educación
La Formación Profesional, un clásico con mucho futuro
Estos estudios suponen una forma muy efectiva de acceder al mercado laboral en comparación con la Universidad, aunque no son incompatibles

Hace unas semanas, la Formación Profesional fue objeto de polémica ya que, tras la aprobación en el mes de febrero de un nuevo decreto sobre la misma (en concreto, el Real Decreto 86/2025), hubo informaciones que señalaron que este texto suponía de facto la eliminación de tener que estudiar ESO o Bachillerato para acceder a la FP, incluso en profesiones como la de técnico sanitario, algo que no es correcto por varios motivos. El primero de ellos es que la reforma de la vía de acceso a estos estudios ya se hizo en otro Real Decreto en 2006, y el nuevo no modifica este aspecto. Pero lo más importante es que los cambios del texto de febrero «no hablan de que se pueda estudiar FP sin la ESO, sino que permite que puedas acreditar una competencia básica que no se haya adquirido de manera formal, en el colegio o el instituto» sino a través de experiencia laboral, señala a LA RAZÓN Patricia Santos, profesora de Formación y Orientación Laboral que trabaja para la Junta de Andalucía. Patricia explica que acreditar ese conocimiento, a través de las pruebas pertinentes, «no quiere decir que se haga gratis» sino que las administraciones podrán exigir un nivel mínimo en lengua, matemáticas y digitalización, algo que se hace «siguiendo la recomendación del Consejo de Europa», remarca. Así, lo que persigue esta medida es que personas mayores de 18 años que en su día no pudieron compulsar sus estudios, o que procedan de otros países «puedan seguir estudiando y recualificándose para mejorar su situación en el mercado laboral».
Más allá de polémicas, la FP está en plena forma. El número de estudiantes no ha dejado de crecer en los últimos años, hasta situarse en más de un millón, y destaca el crecimiento sostenido los últimos cuatro cursos, en todos los niveles educativos, de la FP Dual, que combina la formación en un centro educativo con las prácticas en una empresa.
La FP continúa siendo una forma muy efectiva de acceder al mercado laboral frente a las titulaciones universitarias, aunque en absoluto son incompatibles. Ejemplo de ello es Ferrán Fernández, un valenciano de 42 años que llegó a estar fuera del sistema educativo tradicional y que, gracias a la FP, ha acabado haciendo una carrera universitaria, está haciendo el doctorado y actualmente trabaja en una empresa que colabora en un proyecto para monitorizar el riego de cultivos mediante un satélite de la recién creada Agencia Espacial Española.
Ferrán no llegó a acabar el instituto, pensó que no estaba preparado «para seguir el cauce tradicional» y llegó a creer que sus capacidades «no eran aptas». Tras una temporada trabajando en el sector de la hostelería, decide probar con la Formación Profesional estudiando agricultura, ya que parte de su familia se dedicaba a ello. Y ahí fue cuando todo cambió. «Desde el minuto uno sentí algo completamente diferente, me apasionó, porque los estudios iban encaminados a conseguir una profesión, y también por la forma de aprender, porque no estás en una clase constantemente, sino que sales al campo, quitas hierba, planificas cómo van a ser los cultivos con el tractor, y luego vas al laboratorio de plagas con el microscopio... Es una formación muy técnica, muy científica también, pero muy práctica», señala.
Ferrán se dio cuenta que lo que él necesitaba es ese «enganche, esa motivación por la parte práctica», y que se trasladó también a la parte teórica, porque esa motivación se transformó en disciplina, «y entonces pasé de odiar estudiar a amar estudiar, porque ese conocimiento te interesa muchísimo». Todo ello se transformó en buenas notas en todas las disciplinas, «y eso me dio mucha alegría, y pensé: este es mi camino».
Tras acabar sus estudios de FP comienza su andadura profesional en el ámbito agrario, y llega a montar una empresa que fracasó por la crisis económica. En ese momento, el año 2012, decide seguir estudianto y probar una ingeniería, no sin cierto vértigo. Pero el germen que había sembrado la FP ya estaba allí, y en la carrera arrasó: «Poco a poco me doy cuenta de que se me da perfectamente la Física, las Matemáticas, la Química, y que amo la ciencia. Empecé a reconocer ese amor por la Ciencia desde la FP, lo que hizo que me pudiera sentar de forma apasionada a estudiar álgebra, física, circuitos, lo que fuera».
Ahora, compagina el doctorado con su trabajo en un proyecto de misión satélite para vigilar el estado hídrico de los cultivos, «y si todo sale bien, esperemos que se lance en 2029 o 2030».
Estudiar FP también supuso un giro radical en la vida de Sara Lima, aunque no tuvo fácil llegar a ella. Esta malagueña de 27 años tenía claro al acabar la ESO que quería ser mecánica, pero para su sorpresa el orientador de su instituto intentó quitarle la idea, y la aconsejó el módulo superior de educación infantil “porque me dijo que yo era muy graciosa y que se me iban a dar bien los niños”. Aunque ella no quería, “él solicitó lo que quiso y ese año lo perdí”. Para intentar acceder al grado superior de Automoción se metió a hacer bachillerato, pero “era mayor porque había repetido, y el propio orientador me dijo que era de letras y dejó entrever que no lo iba a sacar, lo que para mi fue una desmotivación muy grande”, así que dejó bachiller.
Siguió solicitando el ciclo de mecánica “y no entraba, porque no tenía prioridad, la tenían los alumnos que salían de la ESO”. Hizo varias aproximaciones dentro de ese mundo, hasta que en un instituto de Málaga salió un certificado de profesionalidad de Sistemas Eléctricos y Electrónicos, que era una asignatura del grado medio de Mecánica de vehículos. Accedió fácilmente, y con muy buena nota. Sus profesores le comentaron que iba a salir un grado nuevo, de Electromécanica de Maquinaria, y aunque para ella era algo nuevo, decidió probar. “Fue solicitarlo y en la segunda convocatoria estaba dentro. Los profesores eran impresionantes, me sentí muy bien. Saqué matrícula de honor, cuando estudias algo que te gusta pones todo tu empeño”, dice Sara.

Y tan bien le ha ido que incluso ha triunfado en varios concursos. Entre ellos, la XIX edición del Salón Internacional Maquinaria de Obras Públicas, Construcción y Minería SMOPYC, en la que compitió con once chicos, y resultó ganadora. Luego se presentó a la Spainskills 2022 (competición española para seleccionar a los miembros de la selección española de formación profesional que representarían a España en las competiciones internacionales), en el que no hay vencedores, pero que para ella supuso una gran experiencia. Y, por último, al XX Concurso de Jóvenes Técnicos en Automoción de la Fundación Comforp, donde quedó segunda.
En este momento Sara está haciendo el Grado Superior de Automoción y trabaja en el grupo Scora de Málaga, donde es responsable técnica.
Aunque a ella le ha costado lograrlo, recomienda a todas las chicas que “luchen siempre por estudiar lo que les gusta, que no se lo piensen y que hagan lo que les hace felices”, afirma.
En el futuro le gustaría terminar su grado y dedicarse a la docencia, “tener experiencia en el sector para luego tener la oportunidad de formar a los alumnos a los que les guste esto”. Aunque tampoco descarta montar su propio negocio, e incluso ambas cosas a la vez. Lo importante para ella ahora es “abrirme puertas y seguir evolucionando”.
Tampoco tiene límites Daniel Guzmán, un joven de 21 años de Quintanar de la Orden (Toledo), que trabaja como community manager en el departamento de Comunicación de CaixaBank Dualiza, y que de forma paralela es cofundador de Homi, una startup del sector inmobiliario especializada en pisos compartidos. Tras terminar el instituto, estudió el grado superior de Marketing y Publicidad, que encajó en sus expectativas: “Son estudios muy centrados en la parte práctica, me pareció muy útil, porque soy una persona muy inquieta, a quien le gusta aplicar los conocimientos, trabajar, para mí es la formación perfecta, porque tienes teoría como práctica”.
Tras acabar su ciclo de dos años de Marketing y Publicidad se presentó a un concurso online de CaixaBank Dualiza a nivel nacional, y lo ganó junto a otros compañeros con los que luego ha montado su empresa. Gracias a ello se presentan a otro más en Toledo, de emprendimiento, que volvieron a ganar. Allí conoce a su directora actual, que le ofrece hacer las prácticas en Madrid con ellos. Y tras tres meses de prácticas, llegó lo inesperado: le dieron la oportunidad de trabajar con CaixaBank Dualiza, y en ello sigue.

Preguntamos a Daniel sobre su experiencia en comparación con la de sus compañeros universitarios, y no duda en señalar que “me gusta mucho comparar los itinerarios de las dos formaciones, pero no tienen nada que ver. Aunque son la misma ciencia, las aplicaciones son totalmente diferentes”. Así, destaca que “uno es mucho más académico, enfocado a la investigación y al desarrollo. Y el otro está mucho más enfocado a la empresa, las necesidades actuales o las herramientas digitales”.
Dentro de unos años espera haber sacado adelante a su empresa, “haberla desarrollado y tener un equipo de trabajo, me gustaría que viniese de la FP. Que en diez años hayamos conseguido hacer que funcione y con un equipo detrás que haga que todo esto fluya”.
Sanidad, la familia más demandada
Según el Observatorio de la Formación Profesional de CaixaBank Dualiza, el 62,5% de los estudiantes se concentra en cinco familias profesionales. La que mayor número de alumnos tiene es Sanidad, con un 20,31%. La siguen Informática y Comunicaciones (13,4%), Administración y Gestión (13,18%), Servicios Socioculturales y a la Comunidad (9,33%) y Comercio y Marketing (6,33%). En los últimos cinco cursos, la Formación Profesional presenta un crecimiento sostenido.
Desde 2017-2018 se observa que más de 800.000 estudiantes cursan estudios de FP. Actualmente esta cifra alcanza los 1.080.963 alumnos, de los que el 39,16% son hombres y el 30,75% mujeres.
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