Roma
Álvaro del Portillo, beatificación en familia
Madrileño de nacimiento, hijo de una mexicana y un español, un ingeniero de Caminos Canales y Puertos y doctor en Filosofía y Derecho Canónico se convertirá el próximo sábado en beato. Álvaro del Portillo nació en la capital de España el 11 de marzo de 1914 y fue la mano derecha de San Josemaría Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei al que posteriormente sucedió al frente de la Obra tras su muerte en 1975.
Álvaro del Portillo desempeñó numerosas tareas por encargo personal de los distintos Papas a los que sirvió desde que se trasladara a Roma en 1946. San Juan XXIII lo nombró consultor de la Sagrada Congregación del Concilio. Además, fue nombrado presidente de la Comisión para el Laicado. Durante el concilio fue secretario de la Comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo Cristiano y posteriormente, Pablo VI, lo nombró consultor de la Comisión postconciliar sobre los Obispos y el Régimen de las Diócesis. San Juan Pablo II lo designó prelado en 1982 después de erigir al Opus Dei en prelatura personal, algo que el propio del Portillo había promovido personalmente.
De la estrecha relación entre San Juan Pablo II y Álvaro del Portillo habla una sobrina de éste, Lola Niño del Portillo. «El día de su ordenación episcopal, en Roma,—el 6 de enero de 1991 en la basílica de San Pedro, en Roma— comprobé en primera persona la amistad y la complicidad que había entre el Papa y don Álvaro. San Juan Pablo II nos dijo: "Hoy he consagrado al obispo más joven", y mi tío respondió: "Santidad, querrá decir el más viejo", a lo que el Papa contesto: "¡No! Para dirigir el Opus Dei tiene que ser muy joven"». Todos los sobrinos del futuro beato hablan de la admiración que sentía el primer Prelado del Opus Dei por la figura del máximo representante de Dios en la Iglesia, «siempre nos pedía que rezáramos mucho por el Papa, fuera quien fuera, por sus colaboradores, y por la Iglesia».
Pero si sirvió a alguien con especial entrega y devoción fue a San Josemaría Escrivá de Balaguer en los cerca de 40 años que duró su relación hasta la muerte de éste. Álvaro del Portillo se incorporó a la Obra en 1935 y muy pronto se convirtió en el aliado más fiel de San Josemaría. En 1944 fue ordenado sacerdote y desde entonces se dedicó con entera disposición al ministerio pastoral en servicio del Opus Dei. En 1946 se trasladó a Roma con Escrivá de Balaguer. Allí su labor y entrega empezaron a llamar la atención de los pontífices que irían encargándole tareas de cada vez más importancia y que requerían una mayor responsabilidad, teniendo una especial relevancia su participación en las actividades del Concilio Vaticano II.
El 26 de junio de 1975 falleció Josemaría Escrivá de Balaguer y el 15 de septiembre del mismo año fue nombrado su sucesor en el congreso general convocado por la Obra tras el fallecimiento de su fundador. A pesar de esto su compromiso con Escrivá de Balaguer no hizo más que intensificarse, extendiendo por todo el mundo la actividad del Opus Dei, que, en parte gracias a su labor, fue designada prelatura personal por San Juan Pablo II el 28 de noviembre de 1982 quien además nombró a del Portillo prelado de la Obra.
El leitmotiv de su actividad como prelado estuvo enfocado a predicar el mensaje de San Josemária sobre la santidad en la vida ordinaria, además de poner en marcha numerosas iniciativas sociales y promover el comienzo de la actividad del Opus Dei en 20 nuevos países. Tan importante es el sentimiento de fidelidad en la figura de monseñor Álvaro del Portillo que en el decreto sobre sus virtudes heroicas que publica la Congregación de las Causas de los Santos con motivo de su beatificación se afirma: «Vir fidelis multum laudabitur (Prov 28, 20). Estas palabras de la Escritura manifiestan la virtud más característica del Obispo Álvaro del Portillo: la fidelidad».
Javier Echevarría, actual prelado del Opus Dei, ensalza las virtudes de su antecesor en una carta con motivo de esta beatificación con las siguientes palabras: «Don Álvaro infundía paz en los corazones: es algo que comentan muchas personas que le han tratado o que le han conocido a través de los vídeos de tertulias y viajes pastorales». Su sobrino Miguel Liniers guarda 20 cartas que el futuro beato le envió y una medalla que le regaló con motivo de su Primera Comunión. Otra de sus sobrinas, China del Portillo, recuerda que «siempre tenía pensamientos y palabras de comprensión: nos animaba a rezar, querer, comprender». Además añade que tenía mucha confianza en la fuerza de la oración. Por todo ello, el 7 de diciembre de 1990, su amigo, el Papa Juan Pablo II, lo consagró obispo y el el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal en la basílica romana de San Pedro.
Antes de su muerte, monseñor del Portillo se llevó una gran alegría. El 17 de mayo de 1992 el Papa Juan Pablo II beatificó al fundador del Opus Dei, Josémaría Escrivá de Balaguer. Su labor fue incansable hasta los últimos minutos de su vida. El 22 de marzo de 1994 celebró su última misa en un lugar tan representativo para la cristiandad como es el Cenáculo de Jerusalén. En la madrugada del día siguiente falleció en Roma. Ese mismo día, el Papa Juan Pablo II acudió a rezar ante sus restos mortales, que se encuentran en la cripta de la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz de Roma.
Tres años después, en 1997, su sucesor, monseñor Javier Echevarría nombra a monseñor Flavio Capucci como postulador de la Causa de canonización de monseñor Álvaro del Portillo. El 21 de enero de 2004 la Congregación para las Causas de los Santos concede el decreto de nihil obstat para el inicio de la causa de beatificación y monseñor del Portillo es nombrado entonces siervo de Dios. Tras años de analizar testimonios y atribuírsele el milagro al niño recién nacido en 2003 José Ignacio Ureta Wilson, que estuvo más de media hora en parada cardiaca y que se curó y hace hoy en día vida normal, es el 28 de junio de 2012 cuando Benedicto XVI ordena que se promulgue el decreto de virtudes heroicas por el cual se le declara venerable. El proceso final hacia la beatificación se confirma el pasado 5 de julio, cuando por orden del Papa Francisco se fijó la fecha del acontecimiento para el 27 de septiembre de 2014 en Madrid.
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