
Tribuna
Salvar las Ciencias de las Religiones en España
La supresión de estos estudios sería una tragedia académica no solo para los estudiantes y la universidad, sino para toda nuestra sociedad, que es la principal beneficiaria de los estudios sobre la historia y la diversidad religiosa, y, más allá, para la cultura académica
Es innegable el papel que tienen las religiones en la configuración de las culturas. En el momento actual, con un panorama social cada vez más multirracial y multicultural, se más hace necesario que nunca la diversidad religiosa a través de un análisis científico y no confesional desde un enfoque multidisciplinar y transversal. Los llamados estudios en Ciencias de las Religiones se expandieron en el panorama científico y académico mundial a finales del siglo XIX. Tras implantarse bajo denominaciones como Religious Studies o Religionswissenschaft en la mayoría de las universidades europeas y norteamericanas, se imparten actualmente en los mejores centros. En España, que por razones históricas tenía un retraso secular en la implantación de dichos estudios, la creación, en los años 90 del pasado siglo, de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones y el Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones, en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), fue un hito. Su objetivo consistía en promover los estudios académicos y aconfesionales del fenómeno religioso desde múltiples perspectivas: históricas, filosóficas, sociales y políticas, filológicas, jurídicas y psicológicas.
Desde entonces, nuestro Instituto promovió las titulaciones de Máster universitario y Doctorado en Ciencias de las Religiones, que se ofertan desde hace más de veinte años y se han convertido en un referente a nivel mundial, con una ocupación de alumnado que ha ido progresivamente en aumento en número e internacionalización. La importancia de estos estudios contribuyó decisivamente a colocar a la UCM en cotas elevadas en listas tan prestigiosas como el QS World University Ranking.
En el curso 2021-2022, todavía en plena pandemia, se consiguió el logro de implantar en la UCM un Grado en Ciencias de las Religiones, que convertía a esta universidad en la única institución española en ofertar todo el abanico completo de enseñanzas universitarias en la materia: es, de hecho, el único en el mundo impartido en lengua española. El Grado fue un hito histórico que venía a llenar un vacío y ponía fin a la anomalía científica que suponía olvidar los estudios de ciencias de las religiones en el mundo hispánico.
En el proceso de implantación y verificación del Grado en Ciencias de las Religiones se aportó el aval académico de las universidades de Chicago, Harvard, La «Sapienza» y Montreal, en un título promovido y apoyado por las Facultades de Filosofía, Filología, Historia, Derecho, Ciencias Políticas y Psicología de la UCM. Desde su creación y hasta la fecha, el título es un claro ejemplo de cooperación de excelencia entre centros y disciplinas. Para los estudiantes, el Grado en Ciencias de las Religiones puede considerarse una de las titulaciones más completas de Humanidades y Ciencias Sociales por la formación transversal que aporta, dotando a quienes lo cursan de una dimensión cultural inusitada con el aprendizaje de disciplinas muy variadas que les capacitan para optar a distintos másteres, incluido el propio. Profesores de las facultades citadas son los encargados de impartir la docencia, sin que el nuevo título haya implicado la contratación de personal específico por su causa. Como se dice en el argot académico: el grado se implantó a coste cero.
Sin embargo, se avecinan malos tiempos para estos estudios, ya que desde el Rectorado de la UCM se ha manifestado la intención de extinguir el grado a partir del curso 2026-2027, argumentando como motivo principal, o único, su baja matrícula. Es cierto que, en los cuatro cursos que lleva impartiéndose, el grado ha conseguido atraer un número discreto de alumnos, en lo que puede haber influido el desconocimiento de la propia existencia de estos estudios, una radical novedad en nuestro país, y la falta de iniciativa institucional para dar a conocerlos en medios y redes sociales. Caben, sin embargo, nuevas vías de promoción. El grado ha recibido bastantes alumnos extranjeros, pero se ha incidido poco en su difusión en las universidades de América –el más claro público potencial– o en los programas Erasmus y en otras modalidades de docencia. Es factible, además, atenuar el problema de la baja matrícula con la apertura de dobles grados, sin que ello suponga un aumento de costes. En fin, que hay muchas soluciones: se requiere paciencia y trabajo. ¡Ni siquiera ha salido la primera promoción y las autoridades quieren cerrar estos estudios!
Implantar un grado universitario supone un trabajo ingente pero sólo apenas cuatro años después de su implantación y sin dar tiempo para su rodaje, se cierne sobre estos estudios la amenaza de su supresión. ¿Hay de verdad razones de peso para hacer desaparecer de un plumazo lo que ha llevado tanto esfuerzo levantar? ¿No merecen siquiera una oportunidad unos estudios únicos en el panorama universitario español, que tantos siglos hemos esperado a tener? Se arguye que estos estudios no son rentables. Desde luego, no inmediatamente. Si alguien lo esperaba desde un punto de vista exclusivamente empresarial, se equivocaba. Pero ¿no ocurre eso, en el fondo, con todas las humanidades? ¿Debemos prescindir de ellas o apreciar, como quería Nuccio Ordine, «la utilidad de lo inútil», de las artes y las humanidades para una educación de calidad que pretenda contarse entre las mejores del mundo? Cabe además preguntarse cómo se define la rentabilidad en humanidades: la relevancia de los proyectos de investigación y el altísimo número de publicaciones científicas de los docentes del instituto son solo un indicador, por no hablar del impacto cultural y social.
En definitiva, la supresión de estos estudios sería una tragedia académica no solo para los estudiantes y la universidad, sino para toda nuestra sociedad, que es la principal beneficiaria de los estudios sobre la historia y la diversidad religiosa, y, más allá, para la cultura académica. Hay que salvar el Grado en Ciencias de las Religiones de la UCM, el único en el mundo hispanohablante.
Ana I. Jiménez San Cristóbal, Directora del Instituto de Ciencias de las Religiones (IUCR-UCM). Juan A. Álvarez-Pedrosa Nuñez y Fernando L. Amérigo Cuervo-Arango, ex Directores IUCR-UCM. Raquel Martín Hernández, Coordinadora del Máster en Ciencias de las Religiones (UCM).
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