Cargando...

Top Mantra

Públicas

Gracias a las sobrinas del ministro, verbigracia, me he enterado de que, bajo estos acuerdos quizás hierven y espuman sus millonarios presupuestos muchas operaciones que evitan cumplir de manera…, digamos precisa, las obligaciones de transparencia

Antes de que la «sobrina» de un poderoso ministro del gobierno de España fuese contratada por dos empresas públicas, los mortales contribuyentes no teníamos ni idea de la existencia de dichas «empresas públicas», ni conocíamos las disparatadas cifras que manejan como presupuestos. No sabíamos que el gobierno desvía licitaciones de obras a estas empresas «participadas» mediante lo que se denomina «encomiendas de gestión», que son acuerdos para que una Administración realice actividades técnicas o materiales en nombre de otra. Gracias a las sobrinas del ministro, verbigracia, me he enterado de que, bajo estos acuerdos quizás hierven y espuman sus millonarios presupuestos muchas operaciones que evitan cumplir de manera…, digamos precisa, las obligaciones de transparencia, pública concurrencia y publicidad que impone la normativa europea para la contratación pública. Los dedazos políticos parecieran, si es así, la única ley cumplida en esas empresas públicas (oxímoron: pues de empresas tienen apenas el nombre, ni siquiera el apellido). Tengo entendido que ciertas administraciones, por ejemplo una diputación, pueden adquirir «una sola acción» de empresas públicas tales, y con esa mínima acción ya obtienen el derecho a encargarle a la empresa obras sin necesidad de licitarlas. Lo que semeja una argucia o puenteo «¿legal?» que brinca sobre la transparencia, la sortea y luego se la pasa por el forro de sus obligaciones reglamentarias… ¿Será esto verdad? No lo sé, no quiero creerlo. Aunque sospecho que, en estos días, cuando el fisco aporrea nuestra puerta y reclama, ajustando cuentas con quienes nos ganamos la vida a duras penas –muchas penas, en el caso de autónomos y pequeños empresarios–, cuando exige tributos a quienes trabajan y generan riqueza ajenos al sector público, en la España durísima…, en esta época quizás unos cuantos nos acordemos intensamente de las sobrinas de los ministros, que cobran sueldos de empresas públicas ideadas antaño quizás para gestionar las transformaciones del campo español, y que hoy les pagan nóminas por no trabajar a señoritas de buen conformar. Sí: nos acordamos de las sobrinas de los ministros. Y de sus padres y sus madres, también.