
Tribuna
Justicia en bucle
¿Todo esto es modernizar? ¿lo es atacar a las oposiciones, que fue el revulsivo frente al caciquismo, maldición de la que no nos libramos, ahora reeditado por progresistas o nacionalistas?; ¿por qué idean esas modernizaciones justo cuando hay jueces «conservadores» que investigan la corrupción y los «progresistas» los desacreditan?
Llevo escribiendo sobre política judicial desde hace muchos años, con la sensación de vivir en bucle. En 2009 recopilé muchos de mis artículos y publiqué un libro titulado Asalto a la Justicia; a veces releo algún pasaje y el pensamiento ha sido «pero si estamos igual». ¿Igual?, en este momento sí, pero viendo el panorama, si dentro de unos años hago otra recopilación de artículos quizás
el título será La Justicia conquistada. Esto es lo que estamos viviendo: la voluntad inequívoca de volver al más rancio franquismo, aquel de la unidad de poder y diversidad de funciones.
Esta entradilla no viene a propósito de la iniciativa del Grupo Parlamentario Socialista titulada -copio- «Proposición de ley orgánica de garantía y protección de los derechos fundamentales frente al acoso derivado de acciones judiciales abusivas», que ya huele, sino de la segunda andanada contra la independencia judicial y el Estado de Derecho: el proyecto de ley para reformar el acceso a la Carrera Judicial e integrar a los jueces sustitutos.
El País y Jueces y Juezas para la Democracia (JJpD) han salido en tromba no como palmeros, sino como portavoces de la iniciativa. Por cierto, JJpD está a tope, sacando a sus santones de las vitrinas para desacreditar -en El País, obvio- a todo juez que, dicho en términos de actualidad, indague casos de corrupción. Pero lo llamativo es que ambas portavocías tildan la iniciativa que comento de modernizadora, como sostiene en El País, –obvio también- el que fue director de «su» Escuela Judicial, esa que creyó un parvulario.
¿Modernidad? Decir que ser magistrado sin hacer oposiciones -el Cuarto Turno- es modernizar la Justicia es una ofensa. Creado ese sistema en 1870, se suspendió en 1902 y reimplantó en 1904 para volver a suspenderse en 1905 y abandonarse en 1915. Sobre la lamentable experiencia me remito a Saldaña (1927) o a Beceña (1928) que decía que tal sistema «yace archivado» bajo el peso de la «repulsa general», sin que nadie ose desempolvarlo. ¿Nadie?, sí, el socialismo lo reinstauró en 1985 y, por cierto, el PP nunca quiso suprimirlo.
¿Volver a ejercicios escritos es modernizar las oposiciones? Habrá que recordar que a partir de 1987 ya se optó por esa modernidad de exámenes escritos y el resultado fue el fracaso: un sistema injusto que masificó las oposiciones. Fuera de esto, el binomio JJpD-socialismo se sigue pinchando las oposiciones con su tridente de tópicos: son memorísticas, para hijos de familias acaudaladas y que el candidato no demuestra su capacidad de razonar, con olvido de que para eso hay una Escuela Judicial de dos años. Y coartadas al margen, el mensaje oculto: con las oposiciones la Justicia se nutre de jueces conservadores, es decir, «la derecha judicial», expresión acuñada por Felipe González en 1996, cuando empezaron a juzgarse los casos de corrupción de su partido. Seguimos en bucle.
Con ese binomio Plutarco podría haber escrito una entrega más de sus Vidas Paralelas. Veamos. Allá, en 2007, JJpD reivindicó «un sistema público de preparación para el acceso a la carrera judicial» y días después, en una entrevista, Álvaro Cuesta, entonces Secretario de Libertades del PSOE, defendía que «hay que ir a un sistema público para preparar el acceso a la Escuela Judicial». JJpD decía que «el actual sistema de acceso a la carrera judicial es “obsoleto”» y el replicante Cuesta que «el actual modelo de acceso a la Judicatura está superado»; JJpD decía que «se ha de superar el sistema tradicionalmente oficioso y opaco de los preparadores de las oposiciones» y Cuesta que «mantener exclusivamente privatizada la preparación de la oposición con la figura del preparador particular es un anacronismo injustificable».
Más modernización: hacer jueces a los interinos. Ahora se pretextan unas sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que no lo exigen y que supondría que quienes o no han querido opositar o han sido incapaces de aprobar se les haga jueces porque sí. Con todo, es algo en el que la propia Judicatura tiene bastante responsabilidad: las Salas de Gobierno formadas por jueces elegidos por jueces, -ojo- han engordado esa Judicatura paralela, han inflado una burbuja que era cuestión de tiempo que estallase y reclamasen, por prescripción adquisitiva, hacerles jueces.
¿Todo esto es modernizar? ¿lo es atacar a las oposiciones, que fue el revulsivo frente al caciquismo, maldición de la que no nos libramos, ahora reeditado por progresistas o nacionalistas?; ¿por qué idean esas modernizaciones justo cuando hay jueces «conservadores» que investigan la corrupción y los «progresistas» los desacreditan?; ¿por qué este afán de hacer jueces por aluvión?, ¿volvemos a las viejas prácticas, como entre 1939 y 1943, cuando se nombraron jueces en masa seleccionando entre excombatientes, excautivos y mutilados del bando nacional; o a partir de 1985, cuando se rellenó el escalafón tras las jubilaciones masivas? Lo dicho: la Justicia en bucle.
José Luis Requeroes magistrado del Tribunal Supremo
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