
Biblioteca Harley-Davidson
Impurezas
La lección de Gaston es imprescindible para desactivar los puristas polarizados que hoy nos rodean
Parece ser que la vieja animosidad contra la impureza va a ser la excusa partidista de la próxima etapa política mundial. Algunos líderes empiezan a agitar y exagerar ese miedo para rentabilizarlo en votos. El horror a la impureza es antiquísimo. Llegó trasladado desde esferas muy básicas y sensatas (que prevenían la putrefacción de los cadáveres) hasta esferas ideológicas más simbólicas donde no pinta nada.
Cada vez que reaparece el miedo a la impureza ideológica me acuerdo de Gaston Bachelard, un gran tipo. Murió cuando yo nací y ahora está bastante olvidado; más que nada, debido a que evitó por todos los medios las teorías sensacionalistas y eso le convierte en un pensador sosegado y poco efectista. Es decir, justamente lo contrario a lo que pide el público impresionable y boquiabierto de nuestros días.
Pero Bachelard dijo unas cuantas cosas interesantes sobre la impureza que no sobra recordar actualmente. Hombre de ciencia, detectó que ese concepto de impureza de la ciencia se había trasladado erróneamente a las ideas desde los principios de la humanidad, apareciendo el curioso concepto de «impureza de pensamiento». Las autoridades ideológicas de todas las épocas la tomaron con esas «impurezas de pensamiento», tratando de suprimirlas, sin darse cuenta de que funcionaban de manera totalmente diferente a las de la ciencia. En las impurezas de pensamiento hay fuerzas insospechadas, fenomenales, que sería una barbaridad eliminar, que hay que aprender a conocer para extraer las maravillosas energías que encierran.
Ese intento de supresión explica que se pasara de combatir impurezas biológicas cuya eliminación era razonable (como la necrofilia o el incesto) a considerar también punibles impurezas de pensamiento ideológico mucho más sensatas, como las que suponen cambiar de ideas cuando los datos contradicen el relato dominante.
Bachelard nació en 1884 en una Europa también muy polarizada. La lección de Gaston es imprescindible para desactivar los puristas polarizados que hoy nos rodean.
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