El canto del cuco

Bajo el fantasma de Franco

El «año de Franco», con un aluvión de actos programados de todo tipo y una interpretación interesada de la Historia reciente, obedece, sin duda, al propósito declarado de Sánchez de impedir la alternativa del Partido Popular situándolo al otro lado del muro, en la «fachosfera», como heredero del franquismo, lo mismo que la Corona.

Se abre el año bajo el fantasma de Franco. Lo de «resucitar» al Caudillo cincuenta años después de su muerte ha sido recibido con recelo. Para los más críticos se trata de una maniobra del sanchismo que pretende debilitar el papel de la Monarquía y desvirtuar la imagen histórica de la Transición. En el fondo, sería un estudiado ataque a la concordia constitucional, que impulsaron el rey Juan Carlos, educado a la sombra de Franco, pero que renunció a los poderes heredados, y el presidente Suárez, que procedía de las estructuras azules del Movimiento. Fueron los principales artífices del cambio, que se inició en 1976 con el relevo de Arias Navarro en la Presidencia del Gobierno y con la ley para la Reforma Política, que acabó desde dentro con la dictadura. El Régimen se hizo el «harakiri» con luz y taquígrafos. Fue emocionante. Yo estuve allí.

Con la muerte de Franco no llegó aún la libertad, como pretende el Gobierno de Sánchez con esta iniciativa. Su desaparición fue condición necesaria, pero no suficiente. Todos percibimos en la homilía del cardenal Tarancón en la «coronación» del joven Rey en los Jerónimos, con Franco aún de cuerpo presente, que el cambio estaba ya al alcance de la mano. Con la ley para la Reforma Política en la mano, los avances decisivos en este proceso hacia la «libertad sin ira» sucedieron en 1977 con la legalización del Partido Comunista, la renuncia dinástica de don Juan de Borbón en favor de su hijo Juan Carlos I y las primeras elecciones generales de junio, que dieron paso a los Pactos de la Moncloa y al período constituyente. Todo el proceso culminó con la aprobación de la Constitución en 1978. Ahora intentan torpedear la Constitución desde el Consejo de ministros y sus aledaños.

El «año de Franco», con un aluvión de actos programados de todo tipo y una interpretación interesada de la Historia reciente, obedece, sin duda, al propósito declarado de Sánchez de impedir la alternativa del Partido Popular situándolo al otro lado del muro, en la «fachosfera», como heredero del franquismo, lo mismo que la Corona. La invitación al Rey a participar en el acto inaugural el próximo día 8, en el Reina Sofía, es una trampa saducea. La renuncia lógica de la derecha a participar en dichos actos dará pie a su descalificación pública como partido democrático. No faltarán pregoneros. Parece indudable que estamos ante una gigantesca y costosa operación de distracción y propaganda política, sufragada por el Estado. Cuando Pedro Sánchez está en apuros, saca siempre a Franco en procesión.