El canto del cuco

El enjambre de Europa

El telúrico choque ideológico, con epicentro en Washington, afecta de lleno a todos los países europeos, desde Escandinavia a Hungría, desde Alemania a España. Esto va a obligar a unos y otros a hacer reajustes importantes.

El triunfo de Trump ha envalentonado a la derecha radical europea y ha sembrado el desconcierto en los Gobiernos y en las fuerzas políticas dominantes en Bruselas desde la guerra fría hasta hoy. Más grave que la temida guerra comercial entre un lado y otro del Atlántico es la pérdida de la seguridad, en todos los sentidos, de la vieja Europa, zarandeada por un seísmo demoledor. Es natural que cunda la alarma. Nadie sabe cómo salir de esta crisis ni qué va a pasar con la Unión Europea ante la avalancha imparable de fuerzas nacionalistas, poco entusiastas con la institución, que concuerdan con el desprecio de la Casa Blanca hacia las instituciones comunitarias y su modelo ideológico. El rapapolvo del vicepresidente norteamericano, James D. Vance, el otro día en Munich deja poco lugar a dudas. Metió la mano temerariamente en el panal del enjambre.

Por lo pronto esto obliga a una reflexión sobre el rumbo de Europa. ¿De verdad va por el buen camino? ¿No se ha desviado de la ruta marcada por Adenauer, De Gasperi, Schuman, Jean Monet...? ¿Qué queda del humanismo cristiano y de la tradición judeo-cristiana, fundamento de la identidad europea? ¿Es compatible con la ideología de género, el «wokismo», el «derecho» al aborto y el laicismo radical? A juzgar por lo que pasa en España, donde penden graves amenazas sobre la independencia judicial, la libertad de prensa y el Estado de derecho, como ha dictaminado Transparencia Internacional, ¿nos sorprende que surjan partidos extremistas como Vox, favorecidos además por el descontrol de la «invasión» migratoria, especialmente musulmana, y por feminismos y ecologismos desbocados? Asistimos, sin duda, a una profunda crisis ideológica, que no se supera con exabruptos, descalificaciones y simplezas.

El telúrico choque ideológico, con epicentro en Washington, afecta de lleno a todos los países europeos, desde Escandinavia a Hungría, desde Alemania a España. Esto va a obligar a unos y otros a hacer reajustes importantes. De hecho, tanto los partidos serios de derecha como de izquierda ya los están haciendo. En España vamos con retraso como siempre. Las dos grandes fuerzas tradicionales están desconcertadas: el PP no sabe qué hacer con Vox, si las paces o la guerra; y el PSOE es el más descolocado de los partidos europeos gobernantes, con Sánchez en actitud quijotesca contra Trump, sin enterarse de nada. Su porvenir parece ahora más oscuro que el de Witiza. En tiempo de crisis, con la colmena alborotada, vale la pena acudir a Ortega: «Europa es, en efecto, enjambre: muchas abejas y un solo vuelo». Y está perdida. Necesita reencontrarse consigo misma.