Sin Perdón
La doble moral de Mónica García
Las que venían a dar lecciones en la defensa del feminismo frente a los partidos tradicionales sufren lo peor que le puede suceder a un político y es hacer el ridículo
La rueda de prensa de Mónica García, Rita Maestre y Manuela Bergerot es una de las más patéticas que he visto en mi vida profesional. No ha tardado Yolanda Díaz en ejercer de Poncio Pilatos, que es una de sus especialidades. Ahora resulta que conocía la denuncia contra Errejón de Podemos y Más Madrid, pero delegó en este partido las investigaciones. Ni se molestó en preguntar al macho alfa de la izquierda. A pesar de los antecedentes fue en las listas y le nombró portavoz. Es difícil encontrar un comportamiento más cobarde e inconsistente. Es cierto que a Yolanda solo le interesa Yolanda, algo muy habitual en algunos políticos. Las grandes feministas de Más Madrid, encabezadas por García, han demostrado su incoherencia y doble moral. Una de las víctimas, Elisa Mouliaá, calificó al cofundador del partido de «depredador sexual». Nadie sabía nada y han querido convertir a Loreto Arenillas en la víctima propiciatoria. Es decir, deben creer que es la tonta útil que pueden utilizar como un kleenex.
Las tres pijas progres no quieren asumir responsabilidades por el escándalo, porque solo les interesa seguir en el cargo. Ni ceses ni dimisiones por lo que consideran solo «un error» por no haber activado los mecanismos para cesar a su líder. Menudo sofocón han tenido las triunviras al verse obligadas a dejar sus plácidas vidas del «dolce far niente» para dar explicaciones. Hay una doble moral escandalosa, aunque en Mónica García no hay que sorprenderse. Por supuesto, tampoco en Rita Maestre que fue durante muchos años la pareja del acosador. Es un escándalo que dinamita la credibilidad de Más Madrid, pero también de Sumar. ¿Qué dirían y exigirían si el machito acosador fuera del PP o del PSOE? Las que venían a dar lecciones en la defensa del feminismo frente a los partidos tradicionales sufren lo peor que le puede suceder a un político y es hacer el ridículo. Ahora sabemos que se produjeron comportamientos que podrían ser delictivos por parte de su líder, pero prefirieron mirar a otro lado. No querían incomodar a Errejón. Es algo que ha sido característico en los comunistas frente a la corrupción, la perversión y la indignidad de algunos de sus dirigentes. No sabían nada, al igual que Díaz, García, Maestre y Bergerot.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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