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Y volvieron cantando
El cónclave del «otro» PSOE
Este PSOE ahormado a mayor e incontestable gloria de Pedro Sánchez se encuentra en 2024 más cerca del año 36 que del resurgido el año 76.
Escuchar al mismísimo Felipe González la confirmación de que no había sido invitado a este congreso de su partido y la apostilla de que en todo caso no habría tenido interés alguno en acudir –«tengo un viaje»– ha sido probablemente uno de los más claros síntomas que sitúan al PSOE actual en las antípodas del que protagonizó la transición y contribuyó con todos sus innegables errores a meternos en Europa y modernizar nuestro país. Hubo un tiempo en el que el partido socialista se asomaba a los prolegómenos de sus congresos federales con la militancia, los votantes y la propia dirección sumidos en productivos debates a propósito de nuevas propuestas por polémicas que pudieran resultar encaminadas a marcar la línea política o la propia acción de gobierno. Hubo un tiempo en el que el debate interno en esta formación política era real, no solo a propósito de los nombres y apellidos que habrían de conformar la nueva ejecutiva federal, sino en el campo de las propias ideas, en el que había corrientes reales ya fueran guerristas, renovadores o la propia izquierda socialista. Un tiempo en el que –soy testigo– nadie se iba a la cama durante las noches de viernes o sábado hasta no haberse cerrado el último acuerdo entre tensas y densas negociaciones hasta muy entrada la madrugada. En este conclave federal que arrancaba ayer por la tarde no se da ninguna de esas situaciones, sobre todo porque este PSOE ahormado a mayor e incontestable gloria de Pedro Sánchez se encuentra en 2024 más cerca del año 36 que del resurgido el año 76 desde el punto de vista, no tanto de la ideología como de algunas artes políticas manifiestamente mejorables.
El partido socialista que reanimaron González, Guerra y muchos otros hoy se corresponde mucho más con lo iniciado por Rodríguez Zapatero y ahora asimilado por Sánchez bajo el manto de un férreo culto a la personalidad y tal vez la más palmaria prueba de ello sea la llegada de este congreso bajo una de las más claras sospechas de corrupción salpicando –entre otros– directamente a su actual número tres que, de continuar como secretario de Organización rubricará una de las etapas más opacas y alejadas de la autocritica en la historia del PSOE. Este fin de semana el socialismo español cederá paso al sanchismo. Lo que venga después no es tan difícil de imaginar.
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