Barcelona
18 días de «gloriosa república»
Parece que solo han transcurrido unas horas desde la proclamación el pasado 27 de octubre de la gloriosa república catalana. Dieciocho días y alcanzando ya la velocidad de crucero. Esto no hay quien lo pare, el pueblo de Cataluña no tiene palabras para describir tanta gesta, tanto logro inimaginable antes de su liberación de las garras de un estado invasor y represor fiel al marchamo del régimen de Franco. La república soberana continúa vaciando su territorio de empresas que estaban de más, que ya tardaban en sacar sus sedes sociales y fiscales, 2.400 han tomado la puerta, todo un éxodo solo igualado por aquel de las Shell, Exxon, ITT o General Electric en la Cuba de hace 57 años tras otra gloriosa revolución.
La agencia europea del medicamento, una de las grandes apuestas del estado español para mantener su presencia e influencia en Cataluña, no ubicará finalmente su sede en Barcelona, mucho más liberada así de incrementar su condición deudora con el intolerante Rajoy y su nada dialogante gobierno. Al fin y al cabo ¿no llevaban ya tiempo marchándose las compañías farmacéuticas? Tampoco está garantizada la continuidad del Mobile World, pero esta es otra eventualidad igualmente amortizada en él obligado «debe» por los primeros pasos de esta futura prospera república. Además, el evento nunca pareció del total agrado de la alcaldesa Colau. Demasiada visita foránea, demasiado librecambismo capitalista.
Día dieciocho desde la proclamación y nadie, ni en Europa ni en el mundo, acierta a mostrarse indiferente. El president Puigdemont no da abasto en Bruselas entre tanto contacto internacional, entre tanta adhesión. La república cuenta con todo el reconocimiento y simpatías del régimen hermano de Nicolás Maduro en Venezuela o de políticos con el sentido de estado de Jan Jambon, el ultranacionalista flamenco responsable de interior no siempre comprendido por su propio gobierno; todo el mundo sabe en fin que el primer ministro George Michel es un blando pusilánime temeroso de contravenir a socios como el español Rajoy dentro de la Unión. Y qué decir del entusiasmo de Julian Assange, el mercader de secretos ajenos ayudando a alentar la rebelión y a globalizarla o de la extrema derecha xenófoba finlandesa...o de «referentes» en política geoestratégica como Pamela Anderson, como Yoko Ono diplomada en otras «escisiones» o como el actor Vigo Mortensen, voz autorizada, líder de opinión, «Aragon» para los amigos. Con estos avales no es descabellado presumir que toda la UE con los Juncker, Macron, Merkel y Tajanis a la cabeza se lo acabara pensando.
Y por supuesto con Guardiola ya al caer abandonando sin duda alguna el millonario City para dirigir esta nueva selección nacional de fútbol –a Pique se le permitirá antes ganar otro mundial con España–, albores de una república que ya van ocupando los archivos de TV3 para los futuros «NODOS» y que en la calle, en las estaciones, en aeropuertos y vías de tren muestran a una juventud pacífica y comprometida. Dieciocho días de la república del país de nunca jamás, de Baratalla, de Narnia, de Shangri-la... república de las mil maravillas.
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