El canto del cuco

Anatomía de un viaje

Los partidarios del sanchismo aplauden encendidamente la iniciativa que planta cara al malvado de Trump y consagra el liderazgo internacional de Sánchez.

Pocas veces un viaje del presidente del Gobierno ha sido tan controvertido como el que acaba de llevar a cabo Pedro Sánchez a China. Sus detractores lo consideran inoportuno, convencidos de que acarreará graves consecuencias para España. Según ellos, esta actuación por libre del dirigente español ha producido inquietud en la Unión Europea, cuando más falta hacía una estrategia común, y un profundo malestar en la Casa Blanca, donde ya existía una predisposición negativa hacia el personaje y su política. Por el contrario, los partidarios del sanchismo aplauden encendidamente la iniciativa que planta cara al malvado de Trump y consagra el liderazgo internacional de Sánchez. Por una vez, indican, llevamos la iniciativa ante el nuevo orden mundial que se avecina.

En el plano más modesto y pragmático, la acrecentada amistad hispano-china puede ayudar a equilibrar algo la desequilibrada balanza comercial entre los dos países favoreciendo los negocios mutuos y abriendo la puerta a algunos productos españoles, como las cerezas y la carne de vaca. No es poco. Aquí entraría, según los mal pensados, el «lobby» de Zapatero que es el principal impulsor del viaje, planeado hace tiempo, de la estrategia del Gobierno y de esos posibles negocios. A este propósito, circulan fantásticas historias de espionaje en el corazón mismo de Madrid, con despacho en el barrio de Salamanca. Al CNI no le falta trabajo. Y, dado el compromiso «progresista» de Sánchez y Zapatero, no les produce ningún escrúpulo hacerse socios, aunque sea de conveniencia, e impulsar negocios con un régimen de izquierdas que sofoca las libertades y no respeta los derechos humanos. Ya se sabe: no importa que el gato sea blanco o negro; lo importante es que cace ratones.

Después de este viaje triunfal, debe de ser desconsolador bajarse del avión y encontrarse con las noticias domésticas sobre las corrupciones del poder, aireadas por casi todos los medios, y leer las críticas de la «derecha de la boina», encabezada por el «provinciano» Feijóo, que ni siquiera sabe inglés (así se manifiestan los sanchistas; la culpa es siempre de la derecha, que viaja poco). Lo verdaderamente preocupante es el nuevo y demoledor informe de la UCO, de 265 páginas, sobre el rescate de Air Europa y las andanzas de Ábalos y Koldo, con aproximaciones cada vez más inquietantes al domicilio presidencial. Esto genera una gran preocupación nacional, más que el viaje a China. «El español que pretenda -advierte Ortega- huir de las preocupaciones nacionales será hecho prisionero de ellas diez veces al día». Es, me parece, lo que le pasa a Pedro Sánchez, obnubilado por el resplandor exterior.