Los trabajos y los días
Gabo y el tiempo
"Me doy cuenta de que la última vez que leí a García Márquez fue hace veinte años, cuando no existía ni Instagram ni Facebook"
Empiezo a leer la novela inédita de Gabriel García Márquez y me doy cuenta de que la última vez que lo leí fue hace veinte años. Todo autor tiene un libro inconcluso en las gavetas del escritorio. Una obra postrera o manuscrito interrumpido que aguarda abandonado entre apuntaciones, notas subrayadas y rimeros de folios de muy variada fortuna. Una novela, ensayo o divertimento que suelen rescatar, llamados por una voluntad naíf o por turbias razones crematísticas, viudas agraces, albaceas ambiciosos o críticos con un asentado protagonismo.
Esta historia de Gabo, de aventuras pasionales, amores renovados y matrimonios agostados por la cadencia de las rutinas, viene a recordarnos, más que la cadencia de una prosa antes frecuentada, un tiempo que ya ha pasado. Lo que me traen estas páginas es la evocación de una época de muy distintos alambres y poso. Un tiempo en que todavía no estaba tan extendido el móvil y las severas preocupaciones que hoy ordenan la vida todavía permanecían distantes en el horizonte, como sueños lejanos.
Esta nouvelle de Gabo lo que me hace recordar no es a Gabo, sino a aquel chaval de flequillo desordenado por una tardía rebeldía que leía a Gabo, inocente aún en sus aspiraciones y ajeno a lo que le reservaba el futuro. Aún no existía Instagram ni tampoco Facebook, el compás de los días no estaba marcado por la frenética actividad del móvil, las semanas gozaban de cierta longitud, no como sucede ahora, que parecen mancas de jornadas, como si se las hubieran robado, y las tardes de los findes poseían todavía cierta apacibilidad. Una lentitud que invitaba a entregarse a la lectura por lo largo sin las apremiantes urgencias que nos traen las alertas varias y las necesidades impuestas de hoy.
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