Historia

La basílica en Madrid de la Virgen de la Medalla

Este lunes 27 de noviembre celebra sus fiestas un espacio clave en la religiosidad de la capital

La basílica de la Virgen de la Medalla
La basílica de la Virgen de la MedallaAgencia EFE

En pleno barrio de Chamberí, en uno de los entornos más castizos de la capital, se venera a una santa francesa. O mejor dicho, a la Virgen que esa religiosa veneraba. Y es que la religión y la fe no conocen fronteras. Buen ejemplo de ello es la basílica parroquia de la Milagrosa, en la calle García de Paredes, que celebra muy pronto sus fiestas. En concreto el próximo lunes 27 de noviembre.

Este año lo hace inaugurando el Año Jubilar mariano concedido por la Santa Sede con motivo del centenario del templo.

La iglesia, comenzada en 1900, había sido inaugurada en 1904 y desde entonces el esplendor de su culto fue en aumento. Las asociaciones de la Milagrosa atraían muchos fieles, hasta el punto de que la iglesia comenzó a llamarse «de la Milagrosa». Una fama que superó las fronteras de Madrid, así, en provincias, se hablaba de la iglesia como de El Santuario Nacional de la Milagrosa.

En 1923 se organizó una peregrinación a Roma. Presidía la marcha el Cardenal Segura, entonces Obispo de Coria, a quien se apellidaría luego el «Cardenal de la Medalla», un sobrenombre que luego explicaremos, y que estaba en sintonía con las corrientes católicas que se habían extendido por Europa en este periodo de entreguerras.

Al hilo de todo ello, se solicitó al Papa Pio XI la concesión del título de Basílica Menor para la Iglesia de San Vicente de Paúl.

El templo es obra de los arquitectos Juan Bautista Lázaro de Diego y Narciso Clavería y de Palacios, de gran renombre en aquel momento y autores de reconocidos trabajos. El estilo del exterior, con fachada en H y el rosetón de estilo neogótico, también muestra algunos rasgos de inspiración mudéjar como la retícula de arcos mixtilíneos a modo de «sebka». Hay que aclarar que en arquitectura este denominado «sebka», palabra de origen árabe que se podría traducir por «red», es un elemento decorativo con forma de retícula oblicua, a modo de entrelazado geométrico romboidal,​ que cubre muros, arcos, paredes, zócalos, u otros paramentos, característico del arte islámico. En la basílica de La Milagrosa se sitúan sobre la portada de la iglesia, mientras que en el interior predomina el gótico más ortodoxo.​

El templo tiene una extensión de unos 900 metros cuadrados y cuenta con dos torres en cada lateral, de planta cuadrada y remate octogonal.

Cabe ahondar sobre su riqueza artística que, en el pasado, contó con un mosaico obra de Daniel Zuloaga.

Con todo, en la génesis de todo, un gran movimiento religioso, en 1930, con motivo del centenario de las Apariciones de la Virgen a Santa Catalina Labouré. Un gran momento devocional hacia este título de la Virgen y el pueblo de Madrid, que comenzó a llamar a este templo «La Milagrosa». Cuando en 1965 el Obispado de Madrid erige la Parroquia en esta Basílica, la llama sencillamente así: Parroquia La Milagrosa, quedando los títulos pontificios a nombre de San Vicente de Paul y los diocesanos a nombre de La Milagrosa.

Todo tiene sentido en esta parroquia, en la que se une el recuerdo de Santa Catalina Labouré, que perteneció a la congregación de las Hijas de la Caridad, fundada por San Vicente de Paul, quien también tiene representación en este templo. Santa Catalina desarrolló particular afecto por la Virgen María durante toda su vida. Después de las apariciones de la Virgen, que recibió en 1830, se dedicó a cumplir la misión que según ella le encomendó la Virgen: acuñar una medalla, alusiva a su Inmaculada Concepción. Los favores celestes que acompañarán la difusión de esta medalla harían que muy pronto se la llame Medalla Milagrosa. Un templo que se ha convertido en todo un referente de fe en Chamberí.