El bar Rowland da nombre al último disco de Hombres G. El lugar «donde pasé toda mi adolescencia», confiesa David Summers, vocalista, bajista y compositor del grupo. Situado en la calle Baviera, al lado del Parque de las Avenidas –donde nacieron muchas de sus canciones–, lo regenta «Nano» y sigue siendo el lugar «que mejor música pone». Y es que de los sitios de cuando era chaval «ya no queda casi nada».
Como si de un «traslador» se tratara, cuando volvió a comer a principios de año en el centenario Café Comercial dice que «volví a revivir de repente mi momento de juventud. Iba mucho por ahí cuando tenía 20 años a tomar copas. Descubrir las calles otra vez y mirarlas con otra edad, y ver que ha pasado el tiempo me pareció muy emocionante».
Recuerda, de entonces lo «crack» que era su abuelo, el padre de su padre, quien pudo conocer los comienzos de Hombres G. «Se sentía muy orgulloso de mí». Guarda con mucho cariño una caja de puros que él tenía y que al compositor le gustaba mucho porque era de madera antigua. Un día, su abuelo se la regaló con una dedicatoria muy personal: «David, si el amor existe, aunque solo sea por un minuto merece la pena. Ve a buscarlo. De tu abuelo que te quiere mucho. Paco». Con ese mensaje le grabó un dibujo, porque la familia Summers tiene también el gen artístico de la pintura. «Mi hijo dibuja muy bien. Es un loco de la pintura de Augusto Ferrer-Dalmau».
¿Habría canciones de Hombres G que hoy no pasarían la censura del ministerio de la verdad? «Seguramente. No las censurarían porque si no las habrían censurado ya, y siguen sonando. Pero, probablemente, en los años 80 viviéramos este ambiente surrealista de confrontación donde siempre hay algo que ofende. A lo mejor no hubiera escrito esas cosas; o sí, pero de otra forma, o me hubiera buscado la vida. Sería como soy más ahora, con ese ‘para qué me voy a meter en líos’. Y me jode. Ahora tenemos censura y autocensura, para mí es una pérdida de libertad enorme».
Confiesa que, durante todos estos años ha descubierto muchos «mamones». «Claro que sí, te lo da la edad, ya los ves venir o crees que los ves venir. Porque siempre te encuentras a otro más». A David Summers le gusta el sol, «soy muy de verano» y no le gusta ninguna tormenta. ¿Y dónde ha encontrado más «mamones»? «Ahora con el nuevo disco intento transmitir buen rollo porque creo que la tormenta de odio es tan grande que pienso que hay que achicarlo como sea. Siempre hemos tenido ideas diferentes y hemos convivido con normalidad, no sé por qué ahora hay una chispa tan fácil de prender», afirma.
Se ha resignado a no competir con «su yo» de hace 30 años porque «no tiene solución». De hecho, «creo que estoy haciendo ahora canciones mejores que «Marta tiene un marcapasos» o «Voy a pasármelo bien». Cuido mucho más las letras, pero nunca podré competir con el «sufre mamón».
¿Y España necesita un marcapasos? «Yo creo que sí, necesita un marcapasos que nos vuelva a unir a todos, que nos haga pensar en el que tenemos al lado y querernos de una manera fraternal y sacar todo esto pa’lante». Está convencido de que España es un gran país y está lleno de buenísimas personas y de gente «trabajadora y cojonuda».
Hombres G tienen una vinculación muy especial con el cine. Su nombre surgió de una película de los años 30: La de los G-Men. «Tenía y tengo pasión por el cine y el primer disco y portadas son de películas». En cualquier caso, «no somos los hombres del presidente ni lo vamos a ser nunca» y, asegura, que tampoco han encontrado el «punto G» a la política. «Ni nosotros, ni nadie yo creo. Además, el punto G fue posterior a nosotros, cuando empezamos no existía».
Quiere seguir sumando a los más jóvenes y que alguna de sus nuevas canciones se convierta en un «hit». «Quiero que los que empiezan a escucharnos les guste más que el sufre mamón» y sabe que tiene un repertorio de once canciones «que no voy a poder dejar de tocar en la vida» lo que confiesa que es al mismo tiempo «una cárcel y un privilegio». Cuando alguien le dice que de adolescente tenía su foto en la carpeta dice que «me alegra mucho. Me entristece que no las forren ahora», (risas).