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Endesa
Islas eléctricas: una novedosa alternativa para generar energía renovable
Las plantas fotovoltaicas flotantes son un modelo innovador ante la falta de disponibilidad de suelo. Además son la solución ideal para territorios propensos a los terremotos y pueden evitar la evaporación del agua en embalses
La energía solar camina hacia una nueva frontera. Conocemos los paneles fotovoltaicos sobre el suelo, también los instalados en techos, pero poco, o nada, se sabe de esta misma tecnología desarrollada sobre el agua. Es decir, placas fotovoltaicas sobre la superficie de lagos, embalses y pantanos para generar energía renovable e inagotable.
Para aplicarla, partimos de una buena base: España tiene 1.225 grandes presas; somos el país de la UE con más infraestructuras de este tipo. Aunque también pueden colocarse sobre cuerpos de agua de diferentes industrias (como depósitos de agua o piscifactorías). Incluso hay países ensayando proyectos en el mar, cerca de la costa.
A la espera de un marco normativo para su despegue en nuestro país, las empresas españolas juegan con buenas cartas en la partida de la fotovoltaica flotante, como se denomina esta tecnología llamada a ser clave en el big bang renovable. Endesa, a través de su filial Endesa Generación Portugal, ha ganado en la primera subasta solar flotante en embalses de la Península Ibérica un derecho de conexión de 42 MVA para instalar un proyecto de energía solar fotovoltaica flotante que estará ubicado en el embalse portugués de Alto de Rabagão. Esta tecnología es tan innovadora que será el primer proyecto de estas características para la compañía. Se calcula que el complejo estará operativo en 2026.
La fotovoltaica flotante es relativamente reciente, pero tras el éxito de estas «islas eléctricas» en territorios como Estados Unidos, Países Bajos o China, está llamando la puerta como alternativa y así colocarse como el tercer pilar de la energía solar, tras el suelo y el techo. Su funcionamiento es relativamente sencillo. Miguel González, responsable de Desarrollo de Negocio Renovable de la filial renovable de Endesa, Enel Green Power España para Portugal y Noroeste de España, explica que «aunque podrían colocarse sobre aguas saladas, lo ideal es que los paneles se alojen en aguas tranquilas, con escasas variaciones de nivel y a poca distancia de las orillas». Esto hace que los lagos y embalses sean el entorno ideal para esta tecnología.
Las plantas flotantes no son exactamente igual que las terrestres, aunque tienen un sistema muy similar. La estructura suele ser de tipo fijo, con una inclinación de entre 5 y 15 grados, para intentar capturar todo el recorrido del sol. Básicamente, se componen de cuatro partes: los propios paneles, el sistema que permite que floten, la estructura que los amarra al fondo del embalse y el cableado subacuático que trasladará la energía hasta una subestación.
«Hay distintos sistemas flotantes: desde las boyas que estamos acostumbrados a ver en el mar a una especie de membranas hinchables que dejan los paneles muy cerquita de la superficie del agua», explica González. La forma es casi lo de menos. Lo importante es que el material con el que estén confeccionadas (suele ser plástico, aunque se está probando corcho y otros compuestos) aguante en perfecto estado los 30 años de vida útil de la instalación, sometidos al efecto del agua, el sol y el viento.
Otro punto crucial es el amarre. «Para funcionar, el flotador o la isla necesita un sistema que la sujete al fondo para evitar que se mueva con el viento y las olas que, si bien no son como las del mar, pueden alcanzar el medio metro. El sistema también tiene que soportar las variaciones en el nivel de agua de los embalses porque, si no, al subir se hundiría», comenta el directivo.
Refrigeradas por el mar, resistentes a terremotos
La clave se resume en un verbo: innovar. Las renovables serán eficientes en los más diversos entornos geográficos y climáticos, siempre que se busquen soluciones nuevas. La primera ventaja de las plantas flotantes es que son una buena opción para generar energía solar en los lugares donde no haya disponibilidad de terrenos. «En casos como Portugal, donde el Estado licita la utilización de la superficie de agua junto al acceso a la red eléctrica, se elimina la necesidad de búsqueda y alquiler de terreno y al mismo tiempo se obtiene capacidad de conexión», afirma.
Otra de las ventajas, en comparación con los sistemas terrestres, es que los paneles fotovoltaicos flotantes se ensucian menos. Al no estar en tierra, no cogen tanto polvo. «Sin embargo, la principal ventaja de los paneles fotovoltaicos flotantes frente terrestres es su mayor refrigeración», destaca. Al estar pegados al agua, los paneles se mantienen más fríos, lo que aumenta su eficiencia pues «cuanto más caliente está el material, menos electricidad se produce con la misma cantidad de luz».
El otro punto positivo, especialmente importante para su desarrollo en países como EEUU o Japón, está en la resistencia a terremotos y movimientos sísmicos. Desde el punto de vista medioambiental, también se han comprobado algunos beneficios de estas instalaciones, que evitan la evaporación del agua (al otorgarle sombra) o la proliferación de algas y musgos.
Fuera de nuestras fronteras, la capacidad de las plantas fotovoltaicas flotantes se ha incrementado en los últimos diez años. Según el Banco Mundial, en 2018 la capacidad instalada acumulada de energía solar flotante se acercaba a 1,1 GWp, el mismo hito que alcanzó la energía fotovoltaica en tierra en el año 2000. La solar flotante cada vez es más grande y continúa perfeccionándose. Avances que, sin duda, la auguran un próspero futuro.
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