Angel del Río
Los «engaños» del callejero madrileño
Las calles de Felipe González, Suárez, Fraga, Barrinuevo, Narciso Serra o Aguirre nada tienen que ver con los políticos con el mismo nombre. Otras vías no se corresponden con el apelativo que llevan
Las calles de Felipe González, Suárez, Fraga, Barrinuevo, Narciso Serra o Aguirre nada tienen que ver con los políticos con el mismo nombre. Otras vías no se corresponden con el apelativo que llevan.
En el distrito de Tetuán existe la calle de Felipe González, una pequeña vía, entre las de las de Murias y Piteros, con salida al Camino de Peña Grande. En contra de lo que pueda parecer, no se refiere al que fuera presidente del Gobierno de España y secretario del PSOE, sino que se le puso en recuerdo a un tal Felipe González, vecino del barrio, trabajador de artes gráficas. En el año 1950, sus convecinos promovieron que se le dedicara ese homenaje, para agradecerle su labor benefactora, reconocida en toda la zona. Felipe González murió en 1981. El cronista de la Villa, Juan Sampelayo, recordaba que algunos de los nombres de las calles del extrarradio, lo ponían los propios vecinos al pionero del barrio o a algún benefactor del mismo.
La calle de Suárez, nada tiene que ver con el ex presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. Se encuentra en una zona pegada a la M-30, bajo el puente de Ventas, ni tampoco con el filósofo granadino del siglo XVI, Francisco Suárez. Se ignora a quién se refiere.
Federico Bravo Morata, incluye en su libro, Los nombres de las calles de Madrid, la de Barrionuevo, «perteneciente al núcleo de calles próximas a la plaza del Progreso, y a la de la Concepción Jerónima». Nada tiene que ver con el que fuera ministro del gobierno de Felipe González, José Barrionuevo, sino que se refiere al «barrio nuevo», un conjunto de casas modernas, que fueron levantándose desde el reinado de Felipe IV. En la esquina de esta calle existió un convento, del que se decía que vendía el mejor vino de Madrid, según Bravo Morata. No encuentro en el actual callejero de Madrid, la calle de Fraga, pero existió. «La calle no es mía», hubiera dicho el fundador de Alianza Popular, Manuel Fraga. Y llevaría razón, porque la citada vía se refería a un pueblo de la provincia de Huesca, aunque Manuel Fraga Iribarne tiene una calle a su nombre en Valdebebas.
La calle de Narciso Serra, se encuentra entre la avenida de Ciudad de Barcelona y la de Cavanilles. Nada tiene que ver con el que fuera ministro del gobierno de Felipe González, Narcís Serra, sino que se dedicó en recuerdo al comediógrafo Narciso Sáenz Sierra, nacido en 1830, y entre cuyas obras más destacadas se encuentran La calle de la Montera y reloj de San Plácido.
La de Aguirre es una pequeña calle, entre en las de O´Donnell y Alcalá. Tampoco se refiere a la que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, sino que se dedicó en recuerdo a Lucas Aguirre y Juárez, fundador de las Escuelas Aguirre.
De cantantes y otros actores
La de Antonio Flores, es una calle situada entre las de Serrano Anguita y Sagasta. Nada tiene que ver con el cantante y compositor, Antonio Flores, hijo de Lola Flores, sino que está dedicada al escritor costumbrista del mismo nombre, nacido en 1818. La de Bustamante, entre el paseo de las Delicias y la calle de Méndez Álvaro, no está dedicada al cantante cántabro, David Bustamante, sino al marino Joaquín Bustamante y Quevedo, inventor del torpedo que lleva su nombre, y que murió en Santiago de Cuba, en 1898. La calle Virtudes, entre las de García de Paredes y José Abascal, nada no tiene relación con el famoso dúo femenino de humor Las Virtudes, sino que el nombre se lo pusieron los primeros vecinos de la misma, sin que se conozca su origen.
Cristóbal Martínez Bordiú, fue el yerno de Franco, y aunque algunos lo crean, no tiene calle de Madrid. La de Cristóbal Bordiú, entre las de Bravo Murillo y Agustín de Betancourt, recuerda al autor de la Ley de Minas, de 1849.
La calle de Serrano es la principal vía del barrio de Salamanca. El promotor del mismo, José de Salamanca, quiso agradecer al general Serrano la ayuda que le prestó en esta ambiciosa iniciativa, y cambió el primer nombre de la calle, que era el de Bulevar de Narváez, por el de su amigo, Serrano. Muchos se preguntan por qué lo escueto del nombre, por qué no se le puso General Serrano, o Francisco Serrano. La explicación oficiosa es que Salamanca quiso tener un gesto de agradecimiento con el personaje, pero que no se le identificara como el «general Bonito», amante de la reina Isabel II.
Podría parecer que el distrito de San Blas, toma el nombre del santo correspondiente. Pues no, es en recuerdo a un ministro de la Gobernación, llamado Blas Pérez, que fue el promotor del barrio, construido para dar alojamiento a la emigración que llegaba a Madrid desde las zonas rurales.
Y más curiosidades. El distrito de Villaverde no se llama así, como se cree, por la frondosidad de la antigua villa, antes que se anexionara a Madrid, sino porque en él, en las inmediaciones del río Manzanares, se celebraba cada año, la romería de Santiago el Verde, una de las más populares de Madrid.
La calle Salsipuedes, en Villaverde, entre la avenida Real de Pinto y la del Cobalto, fue llamada así, porque las lluvias la convertían en un lodazal, por el que era imposible transitar. Los vecinos despedían a las visitas cuando se iban con un: «sal, si puedes». El nombre no tiene hoy sentido, porque es una calle por la que se puede entrar y salir sin ningún problema.
El pasaje de la Alhambra, entre las calles de San Marcos y Augusto Figueroa, no se refiere a la Alhambra de Granada, sino a un teatro, construido en 1870 y desaparecido en 1905, que se encontraba en este lugar. La avenida de la Felicidad, situada en la Ciudad de los Ángeles, en Villaverde, no se llama así por reflejar un estado de ánimo, sino en alusión a Santa Felicidad, mártir. La de la Salud, en pleno centro de Madrid, es, por su ubicación, una de las más insalubres de la ciudad, debido a la alta contaminación que sufre en determinadas épocas del año.
La calle Jardines, entre las de Montera y Peligros, recibe el nombre de la existencia de casas con bellísimos jardines de estilo italiano, viviendas promovidas por el Caballero de Gracia. En la actualidad, no hay ni un ápice de flora. La calle de Madrid, junto a la Plaza de la Villa, no hace honor al rango de llevar el nombre de la capital de España, pues es la segunda más corta de la ciudad. No tiene ningún número. Mesonero Romanos la describió como: «un mezquino callejón que con el pomposo nombre de calle de Madrid corre a espaldas de las Casas Consistoriales». Sólo es superada en exigua de longitud por la vecina de Rompelanzas.
Otra curiosidad del callejero madrileño tiene que ver con el cambio de nombre de plazas importantes que, aunque pasen los años, los ciudadanos siguen conociendo popularmente por sus nombres originales, o por su emplazamiento histórico. Los madrileños, y muchos forasteros, no reconocen a las glorietas de Atocha y Neptuno, por sus nombres oficiales de Emperador Carlos V y Cánovas del Castillo, incluso las nuevas generaciones, «van» a Neptuno o a Atocha.
Habrá quien se extrañe de que en el callejero de Madrid no figuren los nombres de quienes fueron presidentes del gobierno de España: Felipe González, José María Aznar, Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy, que no tengan calle en Madrid. ¿Por qué? La respuesta es sencilla e incomprensible: porque están vivos. El protocolo del Ayuntamiento de la Villa y Corte, impide poner a las calles nombres de personas que no hayan fallecido. Sólo puede tener calle en Madrid quien haya muerto. Y hay quien no quiere tenerlo en mucho tiempo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar