
Presidenciales
Los sondeos anticipan la vuelta al poder de la izquierda en Uruguay
Los dos candidatos presidenciales más votados pasarán a una segunda vuelta el 24 de noviembre

Uruguay, la suiza de América Latina, tendrá elecciones generales este domingo donde se decidirá quién ocupará la presidencia del país por los próximos cinco años. Durante la jornada se elegirá, además del presidente y vicepresidente de Uruguay, a quienes conformarán el Congreso.
El actual presidente, el carismático Luis Lacalle Pou, ganó en 2019 encabezando una coalición de cuatro partidos liderada por el liberal Partido Nacional. Pero en Uruguay no hay reelección. El candidato oficialista es Álvaro Delgado, considerado el delfín del mandatario uruguayo, quien deberá disputar las elecciones con el izquierdista Frente Amplio esta vez representado por Yamandú Orsi.
Si ninguno logra la mitad más uno de los votos, habrá segunda vuelta el 24 de noviembre y en la que triunfará la candidatura que obtenga la mayoría simple. Además, los participantes de la segunda vuelta deberán participar en un debate televisado, como es mandatorio desde 2019.
Orsi se ha visto favorecido hasta ahora por las encuestas, que ratifican que se trata de una competencia polarizada entre estos dos partidos políticos. Hasta 2019 la izquierda mantuvo una hegemonía de 15 años consecutivos en el poder.
En el Frente Amplio las elecciones se están presentando también como la oportunidad de celebrar el legado de líderes históricos como José "Pepe" Mujica, expresidente uruguayo y emblemático político. Orsi, a sus 57 años, es la cara de renovación de la coalición que lideró Mujica y dos veces el expresidente Tabaré Vásquez, fallecido en 2020. En los sondeos de opinión aparece con hasta 40% de intención de voto, más de 15 puntos por encima de su rival.
En ese segundo puesto aparece Delgado, quien no ha podido capitalizar el carisma de Lacalle Pou y los extendidos apoyos con los que cuenta. El presidente terminará su mandato con más del 50% del apoyo popular. En contraste, el abanderado del Partido Nacional de hecho ha tenido una campaña tímida que no ha podido levantar los números de intención de voto por encima del 24%.
Una tercera opción la representa Andrés Ojeda, por el conservador Partido Colorado, que se ha mostrado como parte de "la nueva política", acaparando un 14% de los apoyos en encuestas recientes. Se trata de un abogado de gran presencia mediática que ha desarrollado una audaz campaña en redes sociales, novedosa para los estándares políticos uruguayos.
Tanto Orsi como Delgado han centrado sus campañas en prometer mayor crecimiento económico y mejorar la competitividad del país, aunque apuestan por estrategias distintas. Mientras que el abanderado del Frente Amplio relaciona el avance económico del país “con inclusión social”, el aspirante del oficialismo apuesta por la “reelección” del gobierno utilizando las bases que deja el mandato de Lacalle Pou.
El primero ha apuntado a ganar en la primera vuelta, confiado en el crecimiento de la izquierda luego de una temporada reagrupándose. Delgado plantea la elección como una diatriba "entre avanzar o retroceder", sacando provecho de los logros de la actual administración. "Damos tranquilidad. Con nosotros no hay sorpresas, sino oportunidades y desarrollo", ha dicho.
Por su parte, Ojeda se define ideológicamente como “pragmático”, con propuestas centradas en la salud mental, el bienestar animal y la universalización de la educación primaria. En entrevistas recientes, el candidato más "retador" se ha comparado con el presidente argentino Javier Milei por entender el alcance de las redes sociales y no impulsar estructuras partidistas territoriales, aunque sí reivindica el rol del Estado. "Siempre digo que hay una política tradicional a la cual le llegó su Uber, y el que no se sube al Uber queda en el pasado", dijo Ojeda a la agencia AFP.
Hasta ahora, el escenario más probable es que sea necesaria una segunda vuelta donde participe Orsi. Ello agruparía a las fuerzas liberales y conservadoras para enfrentar a la izquierda.
Una coincidencia entre candidatos y analistas es que la campaña electoral ha tenido poca emoción. Delgado ha dicho que no hay "clima electoral" y cree que se debe a falta de un "clima de cambio" debido a la aceptación del actual Gobierno. En cualquier caso, y a diferencia de campañas anteriores, la carrera electoral estuvo marcada por la apatía y mínimos niveles de participación en las primarias.
Uruguay es la “democracia más plena” en América del Sur y ocupa el lugar 14 en el mundo. Según el Índice de Democracia de "The Economist", el país tiene un puntaje de 8,66 sobre 10 y en la región solo comparte la categoría con Costa Rica.
Curiosamente, los debates más calientes han girado no tanto en torno a economía y desempeño nacional sino a los asuntos que se decidirán por votos en dos plebiscitos también este domingo.
Después de todo, la economía uruguaya crecerá 3% en 2024 y se estima que lo hará en 2,5% el año que viene, según proyecciones del Banco Central. Ese crecimiento modesto es una oportunidad para cambios económicos que impulsen un mayor crecimiento, aprovechando la estabilidad institucional.
"Sigue pendiente una reforma del Estado amplia, basada en la productividad y la eficiencia, que ponga al ciudadano en el centro y no al empleado y/o la institución estatal del caso. Una reforma de este tipo tendría el doble efecto de racionalizar el gasto y aumentar la productividad general de la economía. Algo se ha hecho, hay que reconocerlo, pero falta ir más a fondo", ha dicho el analista Nicolás Lussich, ingeniero agrónomo y figura de los medios locales.
Aunque el sufragio en Uruguay es obligatorio, el voto en las consultas populares no lo es. Por lo que 2,7 millones de uruguayos podrán decidir sobre si la policía puede hacer allanamientos nocturnos en los hogares y también acerca de una reforma de las pensiones que busca restablecer la edad de jubilación en los 60 años y, entre otros puntos, eliminar las administradoras de fondos de pensiones privados.
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